Daniel Gándara Baquero: estudiante y explorador

Álbum familiar de Daniel Gándara.
Daniel (asomando la cabeza el cuarto por la derecha) y su familia, en su casa de Ecuador.

PROYECTO DEL CURSO ‘MIGRATIONS IN TODAY’S GLOBALISED WORLD’

Daniel Gándara Baquero, de 23 años, llegó a Sevilla recientemente para estudiar ingeniería mecánica en la Universidad de Sevilla. Vino solo, pero explorar no es desconocido para él, y no tenía miedo. Es de un pueblo en las afueras de la capital de Ecuador, Quito, la ciudad más grande del país con 1.8 millones de personas y que se ubica en los montañas de los Andes. Su pueblo se llama Cumbayá y está al sureste de Quito. Describió Cumbayá como más tranquila, más segura y con más plata que Quito; según él, es “mejor”. Creció allá durante toda su niñez, con sus padres y dos hermanos.

Aunque vivía en Cumbayá, él y su familia exploraban el mundo, en Latinoamérica, Norteamérica, y Europa. Han pasado sus vacaciones, incluso a veces durante 3 o 4 semanas, en Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia, Uruguay, Chile, Argentina, Austria y Honduras. La duración dependía de la disponibilidad de sus padres, pero en general las vacaciones eran viajes largos. Además, después de la educación secundaria, se quedó 6 meses en Alemania tomando una clase de alemán; quería obtener la certificación de B1 o B2 en la lengua. Así que no solo ha viajado por el extranjero, sino que ha estudiado allá también.

Cree que todos sus viajes cuando era chico han aumentado su deseo actual de explorar el mundo. “Porque como que pierdes el miedo de irte, y entre más lo haces, como que menos miedo tienes”. Es decir que Daniel tiene mucha experiencia en viajar y en estudiar en el extranjero, y que sus viajes solos no eran inesperados.

Con 23 años, él ha estudiado muchas materias en varias universidades, y ha estado
trabajando también entre medio de sus estudios. Para empezar sus estudios universitarios, asistió a la Universidad San Francisco de Quito, una institución privada. Allá, estudiaba música y  física. Según Daniel, la matrícula era media-cara; le costó 4.000 dólares cada semestre. Con este precio alto, esperaba una educación muy buena y bien organizada. Cree que la educación en sí misma no era mala, que aprendía mucho; pero que a veces los profesores llegaban tarde, y que no le ayudaban fuera de clase. Sin embargo, debido a la desorganización y la ausencia de apoyo por parte de los profesores, Daniel dejó esta universidad. Todavía quería seguir una carrera, entonces fue a Argentina con el nuevo deseo de estudiar ingeniería mecánica, un camino parecido a la física. Era la segunda vez que estudiaba en el extranjero, después de su estancia en Alemania.

Daniel, a la derecha, con sus hermanos mayores.

A Argentina fue con su propio dinero, sin mucho apoyo económico de sus padres. Tenía que pagar la matrícula y el alquiler del alojamiento, así que eligió vivir en un barrio más barato. Por eso, también era un barrio más peligroso. Mencionó que allá le robaron tres o cuatro veces, una de ellas por cinco personas con dos motos. En Quito, estaba acostumbrado a reconocer los barrios peligrosos y estar “pendiente”; más tarde en su vida, sería robado otra vez en Quito, en una ocasión en que además los ladrones le dañarían su coche. Por supuesto, prefiere vivir en lugares más “tranquilos”, como Cumbayá o Sevilla. Solo se quedó en Argentina por un año. La economía argentina estaba teniendo problemas, y eso provocó la cancelación de muchas de sus clases en la universidad.

Estaba perdiendo su tiempo y su dinero, entonces salió antes de terminar su carrera otra vez. Decidió tomar un descanso en la educación, y Daniel utilizó una conexión familiar para trabajar. Encontró un puesto como ayudante del administrador en una petrolera en una selva ecuatoriana, de la que su tío es dueño. La selva está cerca de la frontera de Colombia y Perú. Durante su estancia allá, se despertaba a las 5.00 para trabajar, y se acostaba a las 20.00, cada día, durante 21 días incluyendo el sábado y el domingo. En la otra semana de cada mes, iba a su casa en Cumbayá, que está a 8 horas de la selva. Como ayudante, se aseguraba de que los trabajadores estuvieran respetando el horario de trabajo, administraba las cuentas y confirmaba que estaban comprando los materiales suficientes. Su tío podía confiar en él para hacer esas tareas.

Después de una temporada trabajando en el pozo de petróleo en la selva, decidió solicitar la matriculación en una universidad extranjera para continuar la carrera de ingeniería mecánica. Su hermano mayor, que tiene 31 años, vive en Alemania desde hace 12 años. Él animó a Daniel a que buscara universidades españolas para acercarse.

Daniel podía ver y seguir el camino previo que tomó su hermano, de mudarse y vivir al otro lado del Atlántico sin familia. En contraste con su hermano mayor, Daniel solo ha tomado una clase de alemán hace mucho tiempo, por lo que no consideraba establecerse en Alemania, para aliviar los desafíos lingüísticos de vivir en el extranjero. Además, especificó que quería ir solo, para ser independiente. Por esa razón, descartó ir a Madrid, donde vive su tía desde hace 29 años. Optó en cambio por pedir el ingreso, que le aceptaron, en las universidades de Zaragoza, Cantabria y Sevilla. Buscaba programas de ingeniería mecánica, y estos lugares le servían mejor. Visitó la Universidad de Zaragoza, pero se ubica en una ciudad más pequeña de lo que estaba acostumbrado.

En Cantabria, hay incluso menos gente que en Zaragoza. Entonces eligió la Universidad de Sevilla. Después de elegirla, solicitó en Ecuador un visado para estudiantes. Como latinoamericano, no le costó mucho esfuerzo obtenerlo, dice, aunque tardó ocho meses en arreglar todo. Le pidieron un certificado de antecedentes penales, y había que entregar otros papeles, pero no considera que no fue un proceso difícil. Recibió su visado, y ya no hubo más obstáculos antes de irse de Ecuador.

Llegó a Sevilla en septiembre de 2019 para empezar sus estudios en la Universidad de Sevilla. No conocía a nadie. No había planeado atentamente nada antes de irse, y por eso no tenía expectativas previas; es alguien que no planea su viaje antes de ir. Sin embargo, le gusta su vida aquí. Le gusta la facilidad de moverse por la ciudad porque no hay montañas como en Ecuador; la independencia de vivir sin su familia, y que haya mucha gente como en Quito. Vive en un piso con cuatro personas: un estudiante de doctorado también de la universidad de Sevilla, y otros trabajadores mayores. Su objetivo ahora es estudiar y terminar lo más rápido posible dado que ha empezado y parado unas veces ya.

El futuro ingeniero, acompañado de sus familiares cuando lo visitaron en Sevilla.

La carrera de ingeniería mecánica es muy difícil, así que pasa la mayoría de su tiempo enfocado en sus clases. Tiene por delante cuatro años en España. Reconoce que las clases son demasiado difíciles y que podría tener que repetir algunas asignaturas. Aparte de estudiar y asistir a las clases, toca la música que siempre le ha gustado hacer, practica deportes como el fútbol, corre, nada y juega al ajedrez. Tiene amigos con quien queda, pero como lleva aún poco tiempo aquí, no son aún amigos íntimos. Vino totalmente solo. Como extranjero, se siente un poco excluido por los otros estudiantes de la universidad, pero espera que, a medida que pase el tiempo, tendrá amigos mejores.

Todavía tiene sueños de explorar el mundo. Cuando le pregunto dónde querría ir después de recibir el diploma, me dice: “No tengo ni idea… Una vez que termine, me iría a trabajar al otro lado”. Añade que le gustaría irse a Irlanda, aunque reconoce que en los cuatro años que esté aquí en Sevilla estudiando, sus deseos podrían cambiar y querer ir a otro lugar. Quiere perfeccionar el inglés, conocer otro país y otra cultura. No ha estado en Irlanda antes, por lo que sería una experiencia totalmente nueva. Tiene un amigo en Dublín, pero sus objetivos son más practicar la lengua y explorar el mundo que quedarse visitando a sus amistades. Tiene que esperar y ver cómo avanzan sus cursos y cómo se desarrollan sus intereses.