Un equipo en los huesos

Carl Montgomery frente al hospital de Tennova Healthcare en Cleveland, Tennessee.

Aún aquellos que se encuentran en primera línea no son inmunes a los daños financieros derivados del COVID-19. Docenas de trabajadores médicos en una sala de urgencias en el sureste de Tennessee han recibido recortes devastadores en sus salarios––pero el precio real puede ser el de la vida de sus pacientes.

Cuando Carl Montgomery, de 26 años, vuelve a casa de su trabajo, inmediatamente se desviste, se ducha, y lava su uniforme. Recogerá su mascara N95 que dejó atrás cuando regrese mañana. Se asegura de no entrar en contacto con nadie. Sabe que, trabajando en una sala de emergencia durante la crisis del COVID-19, su vida está en riesgo.

Pero sus preocupaciones no se refieren a su propio bienestar, sino al de sus pacientes. Y Carl piensa que su hospital está poniendo a esos pacientes en peligro.

Carl había trabajado como escriba médico en Tennova Healthcare en Cleveland, Tennessee, durante cinco años ––los últimos tres como Principal Escriba Médico, dirigiendo un equipo de otros diez escribas–– cuando el 25 de marzo, a las once de la mañana, se despertó con el mensaje de uno de los médicos del hospital que le decía: “¿Has visto tu email? Parece que los escribas vais a ser despedidos dentro de cinco días.”

Estos escribas son cruciales para la eficacia de la sala de urgencias. Mientras un médico examina a un paciente, el escriba se mantiene un paso atrás y anota los datos del paciente, incluyendo sus signos vitales y sus síntomas. Así, el médico puede centrarse en cuidar al paciente. Gracia a los escribas, un médico en Tennova puede ver a un promedio de 1,8 pacientes por hora. Sin los escribas, ese promedio es de 1,5.

Despedir a todos los escribas amenaza la capacidad del médico de dar una atención de calidad. Pero para Carl la relación entre un médico y un escriba es más que algo meramente profesional –es también personal. “Cuando trabajas con un médico, estás con él todo el día”, explica Carl. “Visitáis a los pacientes juntos, vais a la cafetería juntos, camináis entre las habitaciones juntos. Después de varios turnos, desarrollas una relación con él”.

Esa camaradería no siempre ha salido de manera innata de Carl. Alto y fuerte, con pelo castaño claro y un toque de entusiasmo en su marcado acento sureño, no da la sensación de ser un tipo tímido ––pero sostiene que era reservado y hasta apocado durante sus primeros tres meses en la sala de urgencias. En mitad de su período de orientación en el hospital, Carl se encontró con un médico que se le presentó con su nombre de pila. “Me pareció muy raro”, recuerda Carl. “Pensé, ‘ese no es tu nombre. Tu nombre es Doctor’”.

Sin embargo, después de algunos meses trabajando en el hospital, Carl ya no se sentía intimidado. “Me di cuenta de que son humanos, como tú y como yo. Tienen familias, bromean, se enojan. No hay un médico en el hospital con quien no tenga una relación”, dice.

Esas relaciones se extienden más allá de la sala de urgencias. “He cuidado sus casas, he salido a tomar algo con ellos, y he viajado con ellos. Considero a muchos de ellos mis amigos”, admite Carl, con un tono afectuoso en su voz. Pero salvar vidas juntos requiere algo más que amistad––demanda fe, algo que Carl dice que siente en el interior de su equipo. “Confío en ellos, y ellos confían en mí”, explica.

Esa confianza mutual permitió que Carl se identificara con el resto de trabajadores de asistencia médica en Tennova––porque los escribas no fueron el único blanco de esos cambios. Los médicos también sufrieron un recorte del 11% de su jornada, de 36 a 32 horas de cobertura al día. Quizás los recortes mas peligrosos fueron los sufridos por lo Especialistas Clínicos Avanzados (APCs), un término que incluye a los trabajadores de asistencia médica en la sala de urgencias que no son médicos, como los enfermeros facultativos y los médicos asociados. Sus horas disminuyeron de 46 a 33 al día––un recorte del 38%.

Angela*, una de los APCs, ha sentido el gran impacto de estos recortes. Madre soltera que también ayuda a sus padres de edad avanzada, se siente vencida por estos cambios aparentemente irracionales. Mientras el volumen de pacientes en Tennova ha disminuido debido a la orden de quedarse en casa impuesta en Tennessee, ella piensa que los recortes se hicieron demasiado rápidamente. “Fue reflejo de una situación sobre la que no teníamos la información suficiente. El volumen de pacientes obviamente volverá cuando la orden expire,” argumenta. Como afirma Carl, “Nos quitaron horas apresuradamente, pero será más difícil hacer que las añadan otra vez”.

Carl se refiere a American Physician Partners (APP), el grupo corporativo que proporciona médicos, APCs y escribas a Tennova. Aunque APP no es propietaria de Tennova, los operadores del hospital todavía tienen que responder a estos cambios. Esencialmente, APP tiene control ilimitado sobre sus empleados.

Angela confirma que estas decisiones han empeorado el ambiente del hospital. “Nuestra moral ha bajado. Todos están enojados. Yo sí me siento respetada por la gente que trabaja conmigo, pero no por APP”.

Sin embargo, esa falta de respeto solamente se intensificaría en los días siguientes. Después del 25 de marzo, los empleados del hospital trataban de asimilar los cambios personales a los que tendrían que dar respuesta según pensaban que sería el peor escenario posible. Pero APP no había terminado de hacer los recortes. El 2 de abril, los turnos de los APCs fueron recortados de 33 a 29 horas al día. APP también redujo indefinidamente el 10% de los salarios de los médicos. Y dos semanas después, los turnos de los APCs fueron recortados de 29 a 21 horas al día––equivalente a un 55% de sus salarios originales.

Ahora, los APCs corren un extraordinario riesgo financiero. Muchos tienen hijos. Algunos, como Angela, son padres solteros. Otros todavía están tratando de amortizar sus préstamos de estudiantes. Como todos, viven de acuerdo con su salario––y reducirlo repentinamente amenaza su sustento. “Si solo trabajan la mitad de sus horas normales, no hay manera de que puedan pagar sus facturas”, sostiene Angela.

A pesar de estas preocupaciones financieras, la principal aprensión de estos empleados de Tennova es por sus pacientes. “No se puede mantener una sala de urgencias eficazmente con estas horas”, dice Angela. “Tengo miedo por nuestros pacientes”. Los cambios, según ella, están “impidiendo completamente (los empleados de Tennova) puedan proporcionar una atención de calidad. Es frustrante, y es peligroso”.

Tarjeta de identificación de Carl Montgomery como empleado sanitario de Tennova Healthcare / REBECCA TORRENCE

 

Tanto Carl como Angela expresan preocupaciones sobre su nuevo “equipo de esqueletos”, un término mórbido que se refiere a su nueva normalidad. Con pocos empleados presentes en cualquier momento, están trabajando con mínimos recursos para apoyar a sus pacientes. Aún la palabra “equipo” es generosa. Con estos nuevos cambios, hay tres horas al día sin ningún APC en el hospital. Durante esas tres horas, el médico es el único prestador de servicios médicos en toda la sala de urgencias.

Carl dice que estos nuevos recortes crean riesgos innecesarios para los pacientes, y con un precio potencialmente fatal. “Estamos jugándosela, esperando a que cualquier paciente en estado crítico venga al hospital según un horario conveniente. Pero así no es cómo funcionan las salas de emergencia”. Carl suspira. Sus siguientes palabras salen desesperadas, derrotadas. “Me siento como si cada día fuera una partida de dados”.

Quizás los escribas fueron los únicos empleados que recibieron noticias agridulces en vez de simplemente amargas. El 28 de marzo, se extendió el programa de los escribas. Pero poco después, APP anunció que ya no iba a pagarles. Si algún médico quería trabajar con alguno de ellos, tendría que pagarles él mismo de su propio sueldo, razón de $20a la hora.

Carl llama a esta decisión “ridícula”. No solamente están recibiendo los médicos recortes en sus turnos y una reducción del 10% de su salario, éste disminuirá también si eligen trabajar con un escriba. “Me parece desconcertante, y es también desconcertante para todos los empleos según como han sido tratados”, afirma Carl. “En un mundo perfecto, deberían aumentar su salario ahora. Es muy desconsiderado”.

Y no es que los médicos no han tratado de luchar contra estos cambios. Dos semanas después de los primeros recortes, se reunieron nuevamente con APP–– esta vez, con una lista de demandas. Además de pedir beneficios para los empleos de Tennova, los médicos le presentaron a APP un plan detallado paso a paso para recuperar las horas normales después de que el volumen de pacientes inevitablemente suba.

Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano. No solamente rechazó APP estas sugerencias, sino que respondió con una amenaza velada de despedir a algún disidente. Como revela Angela, “básicamente nos dijeron, ‘si no os gusta, podáis salir. Solo decídnoslo’”. El mensaje era claro: manifiestas tu oposición a APP y tu carrera en Tennova habrá terminado.

Esta situación demuestra un asunto central en la asistencia médica privada en los EEUU. Tennova es un hospital privado, lo que significa que la asistencia médica que provee tiene fines de lucro. Si eso parece como un oxímoron, es porque normalmente lo es. En el mundo de la asistencia médica privada, los cuidados de calidad solamente se pueden sostener mientras el hospital continúe obteniendo beneficios. Y para minimizar las pérdidas del hospital, el bienestar del paciente y del médico es considerado un sacrificio necesario.

Afortunadamente, estos cambios no han puesto a Carl en un riesgo financiero significativo. Tiene planes para asistir a la Universidad de Lincoln Memorial como parte de su programa de médico asociado, empezando en octubre. “Aún si dejo de trabajar el mes próximo, podría pagar mis facturas hasta entonces”, reconoce. Pero Carl sabe que no todos los escribas cuentan con planes de contingencia. “Estas personas tienen que buscar otro trabajo o declarar desempleo, porque no pueden acabar sin ingresos”, enfatiza. Ahora, con su suerte completamente en las manos de los médicos, el futuro financiero de los escribas es inseguro como nunca.

Las acciones de APP son especialmente injustas para los empleos que arriesgan su vida en la vanguardia de la crisis del COVID-19. Pero, aunque trabajar en una sala de urgencias durante una pandemia pueda poner su salud en peligro, los empleados de Tennova no parecen estar preocupados directamente por ello, sino por sus familias. “Me siento menos asustada por mí—yo firmé por esto”, insiste Angela, “pero mi familia no”.

Carl tiene dos tías abuelas, a las que llama Aunt Ethel y Nana, ambas tienen más de ochenta años. “Han sido mis segundas madres”, dice. Después de que la madre de Carl falleciera durante su penúltimo año en el colegio, las hermanas dieron un paso adelante para apoyarlo, emocional y financieramente. Pero debido a su trabajo, ahora Carl toma precauciones extra con ellas. Normalmente, llevaría a Ethel a sus citas con el médico y de compras. Ahora, en cambio, únicamente le compra la comida y se la deja en su casa. “Ya no puedo estar con ellas”, indica.

Ethel y Nana todavía se preocupan por la salud de Carl. “Me llaman después del trabajo a veces”, dice. Pero Carl cree que esa ansiedad está mal enfocada. “No estoy preocupado por mí mismo”, afirma, “pero sí por ellas. Y no voy a correr el riesgo”.

A pesar de la aprensión de Ethel y Nana, Carl no ha dudado en sus planes de seguir una carrera en medicina. “No me veo en ningún otro campo”, dice. “Me encanta trabajar en la sala de urgencias”, Sin embargo, aunque las acciones de APP no le hayan disuadido en sus ambiciones profesionales completamente, sí han cambiado su recorrido. Mientras Carl se acerca al comienzo de su formación para convertirse en médico asociado, reflexiona sobre lo que ahora espera de un empleador futuro––y sobre lo que no quiere. “Cuando empiece a trabajar como médico asociado, esta experiencia me habrá dejado un gusto amargo en la boca sobre lo que es trabajar para una gran corporación”, explica. “Y cuando firme un contrato, voy a prestar atención a cada punto en ese papel”.

Al fin y al cabo, ninguna cantidad de atención podría haber salvado esos empleos de Tennova. APP ha anulado sus contratos––y no hay nada que los empleados pueden hacer. “Tienen sus empleos entre la espada y la pared, y lo saben”, argumenta Carl. “Estas personas han trabajado en medicina durante muchos años. Tratarlos así es vergonzoso”.

La amplia experiencia médica de todos los empleados de Tennova los ha llevado a este momento crucial de la historia global. En un hospital privado, sin embargo, la salud de los pacientes y el bienestar de los trabajadores es solo tan importante como el balance económico de la compañía. El COVID-19 no ha cambiado eso. En palabras de Carl, las acciones de APP han demostrado la fea realidad de trabajar para una corporación de asistencia médica––“Al final del día, solo eres un número”. •

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