Luces en la noche

Una parada de taxis en Sevilla / GRACE MORRIS

En este primer reportaje sobre trabajadores de la noche en Sevilla, el taxista Marco conoce las dificultades de este turno en particular. Pero ninguna de ellas le inquieta tanto como la aparición de empresas VTC (Vehículos de Turismo con Conductor), que están poniendo en peligro la supervivencia de este sector.

“Llevar dinero a casa, eso es lo más difícil. Lo más difícil hoy en día es eso…”

Marco no sabe cómo le va a ir esta noche, no sabe cuántos clientes va a tener. Nunca lo sabe, en realidad. Hoy ha salido con el taxi sobre las 11 y ahora circula sin rumbo por las calles de Sevilla, dando golpecitos al volante para marcarle un ritmo a su travesía. Un ritmo tranquilo, pausado, tal vez cansado. Las luces de la calle se reflejan en orden imprevisible en su cara: el rojo de los intermitentes, el verde de los semáforos, el amarillo de las farolas. Tiene los ojos fatigados y sus arrugas le hacen parecer más mayor de lo que quizá es. En cada parada que hace, pierde la mirada en algún punto al otro lado de la ventana, o suspira, o echa un vistazo al móvil y comprueba si hay algún WhatsApp o alguna llamada de la central. A menudo, como ahora, Marco espera. A que el semáforo cambie, a que le encarguen un servicio, a que alguien en la acera levante la mano.

“Hay días con mucho trabajo, en los que el coche no para. Otros, en cambio…”

Marco ha sido taxista toda su vida en Sevilla y reconoce que el suyo no es un trabajo fácil la mayoría de las veces, sobre todo cuando tiene horario nocturno. Pero no le queda más remedio que hacerlo. “Lo bueno de la noche es que hay más gente, está más concurrido, pero también hay una parte mala. Hay muchos borrachos, personas con malas pintas…” A éstos, y aunque con ello quizá esté perdiendo dinero, Marco no los admite. Tampoco se adentra en algunos barrios que pueden resultar más problemáticos por la noche. “Los Pajaritos, las Tres Mil Viviendas… Ahí, algunos de nosotros preferimos no entrar. Pero es verdad que hay ciudades más peligrosas que ésta. De hecho, en Sevilla son pocos los taxis que llevan la mampara de protección”. 

En el salpicadero, suena el móvil. Marco lo coge y la pantalla le muestra el nombre de una mujer. Es la esposa de Marco. Tras intercambiar algunas palabras con ella, cuelga y pone el teléfono otra vez en el salpicadero. “A mi familia no le asusta la gente. Lo que le da miedo es la carretera, que me pase algo con el coche. Pero, en general, piensan lo mismo que yo: que esto no está tan mal. Que nos da de comer. Eso, y que soy mi propio jefe. Quizá pueda seguir llevando a casa dinero hasta que me jubile”. Marco sonríe y en ese instante las luces amarillas de las farolas iluminan intensamente su cara, pero al cabo de un momento éstas se atenúan y el rostro de Marco se ensombrece. 

“Lo que pasa es que en noches como ésta…”

Marco piensa constantemente en lo complicado que es ganarse la vida como taxista. En España, el salario promedio de los trabajadores del gremio es de aproximadamente 15.000 euros anuales, una cantidad baja si se tiene en cuenta que el coste de vivir en este país para una pareja se estima, en algunas zonas, en unos 24.700 euros al año. “Y yo tengo dos hijos. Un hijo y una hija. Y no es barato tener hijos en España…” 

Pero más que los peligros de la noche, asegura Marco, la mayor amenaza para los taxistas desde hace una década son los servicios VTC (Vehículos de Transporte con Conductor) como Uber o Cabify. “Tienen reglas diferentes de las nuestras: ése es el gran problema. Nuestro gremio está muy regulado y ellos hacen lo que les da la gana y no pasa nada…” En los últimos años, los taxistas se han manifestado en toda España pidiendo cambios en la regulación de estos servicios. Han conseguido algunas victorias; en Barcelona, por ejemplo, el Govern ha decretado que las empresas de VTC no pueden prestar servicios inmediatos al cliente, sino que debe transcurrir un tiempo de 15 minutos entre la contratación y la prestación –lo que supone un duro golpe para estas empresas, pues sólo el 1% de sus servicios cumplen esa condición-. Pero la reputación del gremio también se ha visto perjudicada a lo largo de este proceso: en 2017, nueve vehículos de Cabify que iban a prestar servicios durante la Feria de Sevilla se incendiaron y 27 taxistas fueron investigados por su supuesta implicación en el incidente. Victorias y fracasos de un proceso que sigue adelante. En la actualidad, los taxistas luchan por que sólo exista una licencia VTC por cada 30 de taxi, algo que en el gremio consideran fundamental para su supervivencia. Cuando se asoma a esta realidad, Marco siente miedo. Aunque le gustaría trabajar como taxista hasta el día en que se jubile, sabe que quizá esto no sea posible. 

“Me quedan 20 años por delante hasta entonces. Esto, si no nos hacen desaparecer antes…”

Marco está esperando en un semáforo, como tantas otras veces en la noche. Suspira, mira por la ventanilla. Se enciende la luz verde y él arranca. A lo lejos, alguien en la acera levanta la mano. Marco lo recogerá y lo llevará a su destino. Después, seguirá circulando por las calles de Sevilla para ganarse la vida, como al principio de la noche y hasta que llegue la mañana. Esperará a que los semáforos cambien, a que le encarguen un servicio o a que más personas lo paren en la calle. Y así cada noche y cada día, antes de que quizá los taxis desaparezcan.  •