
PROYECTO DEL CURSO ‘MIGRATIONS IN TODAY’S GLOBALISED WORLD’
El 10 de septiembre de 2018, Marie (no es su nombre real) salió de su casa, situada en un pequeño pueblo en el norte de Alemania. Ella recuerda ese día con cariño, mientras charlamos en una acogedora cafetería en una tarde lluviosa de viernes.
Este viaje fue muy importante para ella. El vuelo de tres horas de Hamburgo a Sevilla marcó el sitio más lejano al que ha viajado. A los dieciocho años de edad, ésta era la primera vez que viajaba sola. El viaje en sí no estuvo mal, sólo necesitó un documento de identificación, pero ni siquiera era necesario el pasaporte. El pasaporte sólo habría sido importante si ella hubiese viajado al Reino Unido, porque este país está fuera del espacio europeo Schengen. Con el carné de identidad en mano y llena de emoción y asombro por la gran ciudad en la que aterrizaba, que era tan diferente de su encantador pueblo de 2.000 personas, Marie esperaba la llegada de su familia anfitriona en el aeropuerto de Sevilla.
El viaje de Marie en realidad comenzó un par de meses antes de que ella estuviera físicamente en Sevilla. Ella reflexiona con cierta preocupación, diciendo que encontró a su familia dos semanas antes de irse. Esto, por supuesto, se añadió a todo el estrés que ya estaba sintiendo ante el viaje y la aventura de vivir en un nuevo país. Marie me informó de que hay dos opciones de convertirse en una au pair (cuidadora de niños). La primera es a través de una agencia. Este método requiere una cantidad significativa de planificación y uno tiene que comenzar el proceso medio año antes de salir para su país anfitrión. Además, la agencia pide referencias y una lista sobre la experiencia en cuidado de niños, y cobra una cuota por su servicio. Sin embargo, con todos estos requisitos vienen muchos beneficios. El uso de una agencia es generalmente más seguro para la au pair, pues está más regulado y las familias han sido acreditadas como dignas de confianza. La agencia también revisa la situación de vez en cuando para asegurarse de que todo va bien con la familia. Si surgen problemas en cualquier momento, la au pair tiene la opción de ponerse en contacto con la agencia para obtener ayuda. Hay muchas ventajas para ir a través de una agencia.
Sin embargo, Marie tomó un enfoque diferente. Ella usó un sitio web llamado aupairworld.com (mundo au pair). El sitio web funciona de manera similar a una aplicación de citas. La aplicación permite que las familias y las au pairs sean emparejadas basándose en preferencias, tales como el número de niños, idiomas hablados y si la au pair tiene una licencia de conducir internacional. Existe cierto riesgo de que tanto la familia como la au pair puedan escribir biografías falsas. Similar a una aplicación de citas, pueden hacerse parecer como alguien que no son. Sin una agencia, no hay ningún contrato que establezca que la au pair puede legalmente irse en cualquier momento durante su estadía. Marie mencionó que nunca podría imaginarse haciendo esto. A menos que la situación fuera muy mala, nunca dejaría a una familia sin previo aviso.
Marie eligió la opción más arriesgada, la aplicación de au pair. Se registró dos meses antes y finalmente encontró a su familia un semana antes de llegar a Sevilla. Sus preferencias en la aplicación incluyeron estar en un hogar con entre uno y tres niños y con una familia que no requiriera una licencia de conducir internacional. Antes de conocerlos en persona, habló por Skype tres veces con la familia y una vez con una ex au pair que había trabajando con ellos en el pasado. Marie pudo preguntarle todas las preguntas que ella no podía preguntar a la familia directamente, como lo bien educados que estaban los niños y si los padres eran divertidos.
Marie admite que, dado el método que eligió para buscar a una familia, terminó siendo muy afortunada con la que encontró. La familia sevillana está formada por la madre, el padre, un niño de once años y una niña de nueve. Además, los niños van al colegio en bicicleta, por lo que no es necesario saber montar en bici. La familia ha sido muy amable y acogedora con ella. Se siente muy afortunada. No todas las au pairs tienen buenas experiencias con sus familias anfitrionas y no es raro que se vayan a casa. Éste no ha sido el caso de Marie.
Un día de semana típico para Marie comienza a las 7 de la mañana. Ella se despierta en su propia habitación (agradece no tener que compartirla con los pequeños). Hace el desayuno alrededor de las 7:30 y despierta a los niños. Si todo va según lo planeado, los niños desayunan a las 8, salen a la escuela en bicicleta a las 8:45 y llegan a las 9. De 9 a 11:30 Marie tiene un pequeño descanso, que suele pasar haciendo la colada, la limpieza de la cocina o desayunando con otros amigos au pair. A partir de las 11:30 y hasta la 1, Marie tiene clases en la escuela de idiomas para mejorar su español. A las 2, vuelve a la escuela para recoger a los niños. Marie no está obligada a preparar el almuerzo, así que cuando regresan a la casa, todo lo que tiene que hacer es calentar la comida.
Después del almuerzo, los niños hacen sus tareas mientras ella lava los platos. Después, es tiempo de las actividades extracurriculares. Éstas varían dependiendo del día y el horario es irregular. Los dos niños participan en un equipo de ciclismo que depende del tiempo meteorológico. Marie tiene tiempo libre mientras los niños practican deportes. Admite que es agradable tener descansos durante todo el día, pero es un reto coordinar el tiempo libre con otros programas de au pair. Lo ideal es que use este tiempo libre para encontrarse con amigos, pero coincidir con ellos es a veces difícil.
El trabajo continúa hasta las 8, cuando los padres regresan del trabajo. Marie normalmente se queda con ellos más tarde y ven juntos la televisión. Los padres hacen la cena, así que no tiene que preocuparse por eso. Marie a menudo cena con la familia también. Rara vez tiene que cocinar. Si lo hace, por lo general es pasta o patatas, platos que son fáciles de preparar. Sus padres anfitriones son muy indulgentes. Una vez dejaron que terminara más temprano, a las 6.
Cuando le pregunto a Marie cuál es la parte que menos le gusta de su trabajo, hace una pausa y tiene que pensar en ello durante un minuto. «Realmente me gusta la mayoría de las tareas, a menudo no me siento como si estuviera trabajando». Pero después de algún tiempo, admite que hacer que los niños hagan sus deberes puede ser un reto. Dependiendo del tema, tiene que trabajar muy duro para conseguir que hagan sus deberes de biología. A veces la desafían con un «dime la respuesta o no seré tu amigo». Hasta ahora, siguen siendo amigos y no ha tenido que darles demasiadas respuestas.
No le lleva mucho tiempo pensar cuál es su parte favorita del trabajo. “Es tan lindo cuando leo libros a los niños… Siempre se quedan dormidos y se ven tan adorables…”. Rápidamente agrega que también le encanta cuando los hermanos, que no son tímidos, le hablan sobre sus enamoramientos y los de los niños de su clase.
Marie trata de no pensar en el pago por hora que recibe como au pair. Es mejor pensar que le están pagando en experiencia. Cuando ella considera que no tiene que pagar por la vivienda o la comida, no parece malo en absoluto. Recibe 60 euros cada semana, lo que es casi normal. Los salarios suelen variar de 50 a 80 euros por semana. Es importante considerar, sin embargo, que las au pairs que reciben 80 euros a menudo se ocupan de 3-4 niños.
Marie tiene la oportunidad de ganar más dinero si trabaja también de niñera los fines de semana. La familia va con frecuencia de camping y entonces Marie se une para cuidar de los niños. Ella no tiene obligación de hacerlo, pero decidió ir porque, como sólo estará con la familia durante unos meses, estos viajes le permitirán conocerla mejor.
Mirando hacia atrás, dice que puede haber sido más de lo que esperaba. Hasta el momento, ha ido a tres viajes con la familia: a Málaga, Cádiz y Huelva. Las tres veces, Marie no pudo dormir porque estaba entre los niños en la tienda de campaña. Está muy contenta de tener más intimidad en la casa.
A pesar de que en ese momento estas experiencias no eran agradables, Marie es optimista y dice que compartir la aventura con los amigos au pair hace que todo valga la pena. La mayoría de estos amigos son de Alemania también. El 70 por ciento de los estudiantes en su escuela de idiomas son alemanes. Hay tantos, de hecho, que cuando ella está en la escuela lo natural es que los salude con un “Halo”, que es “hola” en alemán. Por eso Marie no ha sentido hasta ahora nostalgia, porque tiene un poco de Alemania con ella en Sevilla.