Sueños en el centro del campo

foto: Yan Brice Eteki / ALYSSA MORALES

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El amor por el fútbol ha estado en el corazón de Yan desde que de niño jugaba en las calles de Camerún. No sabía entonces que ese amor le traería hasta Europa para jugar en el Sevilla FC juvenil y construirse un futuro muy prometedor.

“DIOS ME PROTEGE Y NUNCA ME FALTA DE NADA”. Ésta es la frase que Yan lleva tatuada en el brazo izquierdo.

CUANDO TIENE UN PARTIDO IMPORTANTE, antes de salir de su cuarto, Yan, el primer capitán del equipo, se sienta y coge la biblia que tiene junto a la cama. Después de rezar, deja su habitación en el cuarto piso y baja las escaleras de la residencia. Todos los chicos, vestidos con la indumentaria oficial, suben al autobús que los lleva al campo en el que representarán al Sevilla FC juvenil. Yan se mantiene callado y concentrado. Cuando llega el momento de entrar en el campo, y según aumentan los nervios, mira al cielo buscando a Dios, se santigua y pronuncia unas palabras en voz baja antes de poner toda su alma en el juego. “Dios que me guarde, que me proteja todo el partido”.

Yan Brice Eteki ha jugado al fútbol desde que era niño. Todo empezó en las calles de Yaounde en Camerún, un país que rebosa amor por el fútbol. Allí creció junto a su hermana, Michelle, su padre, Moise, y su madre, Pauline, y amigos a los que considera como hermanos. “Yo jugaba en la calle para pasarlo bien, y un día me di cuenta de que podía dedicarme a esto”, recuerda Yan.

Aunque, debido a la escasez de niveles y de oportunidades, no hay mucho futuro para un buen futbolista en Camerún, no fue el fútbol la razón que inicialmente trajo a Yan a España. En noviembre de 2011, su padre y él lo dejaron todo atrás, incluidos a sus seres queridos, y en busca de una vida mejor, llegaron a Madrid para que Yan tuviera acceso a una mejor educación y a un mejor trabajo en el futuro. Poco importaba que aún no pudiera hablar o entender español. “Yo estaba nervioso porque no sabía que iba a encontrar aquí, un país nuevo. Mis amigos no dejaban de decirme ‘vete a Francia porque, por lo menos, allí hablan francés’ pero yo decidí que tenía que ser España porque el fútbol es mejor”.

Cuando Yan supo que su verdadera pasión era el fútbol, su padre le dijo que, si quería jugar, contaría con su ayuda. Al poco, Yan contactó una amiga de su padre, Amelie, jugadora de fútbol, que tenía contactos en uno de los principales equipos de Madrid, el Club Deportivo Leganés, cuyo primer equipo milita en la liga de Segunda División española. Con timidez y no sin emoción, comenzó a jugar con el equipo y a trabar amistad con los jugadores. También fue superando la barrera del idioma. “Al principio, me costaba más pero, con el tiempo y eso, pude adaptarme. Pero no ha sido fácil”, recuerda Yan.

Después de un año jugando en el Club Deportivo Leganés, dando clases de español y viviendo con su padre, las cosas cambiaron. Victor Orta, uno de los ojeadores del Sevilla FC juvenil, descubrió un día a Yan en un partido en su posición de mediocentro y decidió que podría ser un buen activo para su equipo. En diciembre de 2012, Yan le dijo adiós a su padre, que ahora vive en París trabajando como informático, y a sus nuevos amigos. Cogió sus maletas y se mudó a Sevilla.

Los jugadores más jóvenes del Sevilla FC viven en residencias que comparten con otros compañeros. Durante su primer año en Sevilla, Yan se quedó en la que el club tiene en el centro de la cuidad, pero debido al tremendo ruido, al excesivo ambiente de fiesta que sobre todo se da los fines de semana y la distancia hasta el campo donde entrenan, Yan se mudó al Colegio Mayor Rectora Rosario Valpuesta, en el barrio periférico de Montequinto. Las 142 habitaciones, entre individuales y dobles, de esta residencia es hogar de estudiantes de la cercana Universidad Pablo de Olavide, así como de los 32 jugadores del Sevilla FC juvenil, que comparten dormitorios en parejas.

Yan comparte con su compañero Miguel Martín, con el que empujó las dos camas hacia el centro para crear más espacio a ambos lados. Una de las paredes del cuarto, la de Yan, está literalmente tapizada con una variedad de zapatillas y botas deportivas de brillantes colores, todas de la marca Nike. Su armario y su cajonera están llenos a rebosar, dando la impresión de que la ropa se derrama. Aparte de su familia y el fútbol, lo más importante en la vida de Yan podría ser la ropa. “Siempre voy a la moda”, declara con descaro, vestido de manera muy conjuntada.

Como jugadores profesionales, los chicos no tienen mucho tiempo libre en general. Yan tiene más que los otros porque él es el único que no asiste a la universidad, sino que solamente recibe clase de inglés tres veces por semana. En su tiempo libre, pasa el rato con el resto de jugadores y de estudiantes de la residencia, sale a comprar ropa, escucha música de su país y se entretiene con videojuegos. En el centro de su habitación hay una gran televisión con una PlayStation conectada. Hay muchos videojuegos apilados, casi todos con alguna relación con el fútbol. Su favorito es el FIFA ‘16, la edición más reciente. ¿Y con qué equipo juega Yan? “Pues juego con el Sevilla, claro”, replica Yan con orgullo y certeza.

Para Yan, su equipo y sus compañeros son muy importantes. Pasan un montón de tiempo juntos y experimentan muchas de las mismas cosas. En la residencia, no tienen que hacer casi nada; tienen la comida preparada y la ropa lavada. Además de esto, la gran diferencia entre vivir solo y vivir en la residencia es que en ésta última no pueden hacer todo que quieran siempre que lo deseen. Hay reglas que la residencia y el equipo imponen. Una de las más importantes es que todos los jugadores deben estar en sus respectivas habitaciones antes de las 11 de la noche.

La situación de Yan es diferente a la de otros jugadores, ya que muchos son de Sevilla o del sur de España y pueden regresar a visitar sus familias los fines de semana pero Yan se queda solo porque el viaje a Camerún es muy caro y muy largo; siete horas en avión. Así que, solamente puede visitar su familia dos veces al año: en diciembre y en junio.

“En noviembre, cuando ya falta poco para ir a Camerún, hay momentos en los que lo paso mal porque los días se me hacen más largos y siempre estoy pensando en mi país y en mi familia. Sé que eso es lo que hay; que estoy aquí para ayudar a mi familia”, responde Yan honestamente.

No teniendo a su familia cerca, en la residencia tiene el apoyo de tutores que le ayudan en todos los aspectos de su vida. En el equipo, cuenta además con el psicólogo, los entrenadores y el resto de jugadores, con quienes puede hablar. “En el equipo, intentamos antes de nada ser una familia y ayudarnos dentro y fuera del campo. Ellos son mi familia”, dice Yan con énfasis.

03foto: Yan disputa un balón durante un partido de la UEFA Youth League 2015/16, contra el Borussia de Mönchengladbach. / SEVILLA FC

El deporte es su trabajo y su vida y esto le provoca mucha presión especialmente a él como capitán y líder del equipo. Su meta es jugar bien y ganarse un lugar en un equipo de Primera División, en la liga. Yan tiene 18 años, el límite de edad para jugar en el equipo juvenil. Ha llegado el momento en el que podría subir al primer equipo y cumplir su sueño de jugar entre los grandes. “Hay partidos en los que hay una gran presión porque mucha gente viene a verte y tienes que hacerlo bien. En el fútbol, hay tiempos malos, tiempos buenos y momentos de mucha presión. Tienes que tener sentido común e intentar regular esta presión”, explica Yan.

Él y su equipo han aprendido a lidiar con la presión y superar los obstáculos para alcanzar el éxito. En 2014, el Sevilla FC juvenil disputó la final de la Copa del Rey contra el Real Madrid. Desafortunadamente, Yan sufrió una lesión de rodilla en el partido de ida de las semifinales, contra el FC Barcelona, y no pudo jugar la final. Sin embargo, siente orgullo de tener colgada en la pared de su cuarto la medalla que ayudó a ganar a sus compañeros en el resto de partidos del campeonato.

Como camerunés, busca inspiración en jugadores de su país que han alcanzado la fama, como Stephane Mbia, Yaya Toure, Alex Song, o Samuel Eto’o, el más famoso de Camerún.

Si Yan pudiera jugar en cualquier equipo del mundo, le gustaría ser mediocentro en el FC Barcelona. Algunos de sus ídolos, como Eto’o y Song, han pasado por este equipo. De momento, Yan ya tiene en común con Eto’o que, como él, inició su carrera europea jugando en el Leganés y ganó la Copa del Rey en 2003 con el FC Barcelona. Aún le falta ganar la Champions League con el Barca, como el ídolo camerunés hizo en 2009.

Sin embargo, a la larga, cuando haya concluido su vida jugando al fútbol, a Yan le gustaría regresar a su país y crear una empresa. Mientras tanto, intenta disfrutar y aguantar para que su familia pueda vivir sin problemas.

“Para mí es como un sueño, porque hace un año no me imaginaba que iba a estar en el Sevilla. Era un sueño entonces y lo sigue siendo ahora”, dice Yan sonriendo. •