El futuro se hace en casa

foto: Eva Mestas le añade los toques finales a un pendiente realizado para su marca de joyería, mst por mestas / GINA APPERSON

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Un nuevo mercadillo en la Alameda de Hércules, iniciativa de la Asociación Andaluza de Epilepsia, reúne a los creadores locales para celebrar el florecimiento de nuevas oportunidades.

Entre los pañuelos floreados de la mesa, uno se encuentra, pintado a la acuarela, un liencecito de la flamenca Lola bailando con un abanico verde en la mano. La luz que se filtra entre las nubes revela los pigmentos rubí de su vestido. El color rojo es el mismo de las gafas de su dueña, la artista Concha Barón. De repente, la pintura capta la atención de una chica rubia con una sonrisa viva que llega y le pregunta: “¿Está pintado a mano?”

Son las 11:30 de la mañana, y ha dejado de ser una flamenca en medio del mercadillo para convertirse en la primera venta del día.

Concha, junto con otros 57 artesanos y empresarios, puede sentir el entusiasmo en la brisa leve de este domingo 30 de marzo. Todos están dispuestos para el nacimiento del nuevo mercadillo, el Gran Soho Alameda. Frente al romántico palacete del siglo XIX, conocido popularmente como Casa de las Sirenas y hoy convertido en centro cívico municipal, las mesas y los puestos forman dos líneas a semejanza de las dos esbeltas columnas romanas que Pablo de Olavide mandara traer a la Alameda de Hércules en 1578.

La misma arqueología de este mercadillo revela las conexiones entre lo hecho a mano y la ayuda a la comunidad, como el caso de la Asociación Andaluza de Epilepsia (Ápice).

Ápice ha organizado el Gran Soho Alameda para congregar a la gente de Sevilla y poder llamar su atención sobre una enfermedad bastante desconocida. La iniciativa también pretende ayudar a las empresas locales. Después de 14 años apoyando a enfermos de epilepsia y realizando programas para ellos, Ápice ha dado un paso más en su historia: la construcción de un Centro Integral de Epilepsia en Gerena, Sevilla, el primer centro en España de estas características. Para ellos, no hay mejor manera de construir algo nuevo que reunir a un grupo de gente de todos los ámbitos de la sociedad. Es decir, los jóvenes y mayores, los curiosos de todas las edades, no están en la Alameda por casualidad. Llevan pesadas maletas azules y negras cargadas de objetos para poner a la venta e historias para compartir. Han viajado por Europa, formado familias y luchado por sus sueños. Para Eva Mestas, joyera, estas personas son sus vecinos.

“El mercadillo es un pueblecito, donde yo ayudo a mi vecino y mi vecino me ayuda a mí. La verdad es que ser solidario te conmueve. Suscita la curiosidad. La crisis que sufrimos aquí, los niños con enfermedades, te conmueven”, dice Eva, interrumpiendo la charla que mantiene con su pareja, Javier, y algunos otros amigos. Lleva una camisa crema, dos collares, muchas pulseras, pero sólo un pendiente en una oreja.

Ante la falta de trabajo, hace dos años, Eva empezó a crear objetos de artesanía. “Empecé a pensar qué cosas podía hacer con dos manos, sólo dos manos”, cuenta Eva. Un día, se decidió a crear pendientes para una amiga y luego para las bodas y las fiestas de cumpleaños. Actualmente, trabaja en una empresa que se dedica a la electromedicina y la fabricación de marcapasos durante el día y hace joyas por la noche.

Sus pendientes, sobre una mesa de la Alameda son paisajes de jaspe, amatista, jade, cuarzo y otras piedras. En casa, con la ayuda de Javier, que estudia las propiedades de las piedras, Eva investiga y hace diferentes diseños para sus clientes. “Nunca hago el mismo diseño dos veces”, explica Eva, que también puede cambiar los diseños de los pendientes para que los clientes que ya los han comprado puedan usarlos en otra ocasión.

Para muchos de los que hoy caminan bajo el sol y bajo las sombras de los árboles de la Alameda, encontrar cosas únicas tiene un gran valor. La artista Concha Barón mezcla lo único y original con lo cotidiano en sus diseños textiles—una variedad de toallas, pañuelos, delantales y bolsos pintados con imágenes de loros, pavos reales, flores y también bailaoras, como la de su primera venta del día.

Después de terminar la carrera en la Facultad de Bellas Artes, Concha se dedicó a la pintura en seda y al diseño textil, que ha estado vendiendo durante diez años. Actualmente trabaja en un estudio del casco histórico de Sevilla, en la calle Muro de los Navarros, a un paseo de 20 minutos de su casa en la Puerta de Jerez, donde vive con sus padres.

Sonríe después de su primera venta del día, dándole un sorbo a un chocolate caliente. Dice que normalmente viste de gris y azul, pero hoy no. Los colores de primavera del suéter y el pañuelo que lleva contrastan con su pelo oscuro. Concha, a quien le gusta viajar y conocer gente nueva para mejorar su arte y su empresa, no sólo aplica la creatividad a la ropa y a los complementos. “La creatividad es una forma de expresarte y aportar lo tuyo a los demás”, nos recuerda. Ha participado en otros mercadillos de Sevilla, como el Zoco Parque María Luisa, habiendo llegado aquí gracias a su amiga, Charo Padillas, una de las organizadoras del Gran Soho Alameda.

Charo y su compañera, Carmen Quirce López no sólo pusieron de acuerdo a los numerosos artesanos sino también a algunas firmas de productos originales de Sevilla, como la tienda Zaguán 24, abierta en 2011 por los hermanos Pablo y Sofía Gómez Liaño en la primera planta de su propia casa del Barrio de Santa Cruz en el centro histórico. Mientras su hermano se ha quedado hoy en la tienda, Sofía ha venido a la Alameda para vender aceite de oliva, tortas de aceite y cosméticos naturales como los productos de Bendita Luz, los únicos elaborados con el aroma de las naranjas de Sevilla.

Los dos querían aprovechar el potencial de la planta baja de su casa y hacer algo que fuera diferente. Después de estudiar educación infantil, Sofía quería además una vida más activa, que le permitiera hacer algo nuevo. “Una tienda propia es algo que creas tú, que desarrollas tú”, explica, con una pluma en una mano y su hijo de diez meses en brazos.

Sus padres llegan a la Alameda para ayudarla con los curiosos que se acercan al puesto. De vez en cuando, su madre le pregunta a Sofía cuánto cuesta algún producto, para decirle el precio a un cliente. Con una sonrisa, Sofía les explica la variedad de tortas de aceite, algunas hechas con romero y otras con canela, pero lo más popular del día son las tortas sin azúcar.

Sofía y Pablo esperan ahora montar una tienda online. Además, a la larga, desean fabricar sus propios productos, todo cerca de casa. Cuando se le pregunta sobre el futuro, Sofía le da un achuchón a su niño. “Esto es el futuro”.

Para Concha Agudo, la secretaria de la junta directiva de Ápice, el futuro es su hija también. Concha trabaja para que la asociación pueda fomentar la independencia de las personas con epilepsia, como su hija, Luisa. Los programas de la asociación se centran en promover la autonomía personal con talleres de cocina, actividades de arte y oficios y excursiones para los jóvenes. En el futuro, el centro de Gerena ofrecerá apoyo especializado para las personas que sufren la epilepsia. También, Ápice colaborará con la universidad allí para que puedan avanzar en la investigación y el conocimiento de la enfermedad.

“Este proyecto es muy importante, muy grande. Estamos aquí para que todo el mundo conozca la enfermedad, para que podamos darle a la gente con epilepsia la mejor calidad de vida posible”, afirma Concha, a la que acompañan otros miembros de Ápice, su hija y sus amigos en el Gran Soho Alameda. Todos llevan camisetas azules y reparten folletos de información sobre la asociación y sus actividades.

A las cuatro de la tarde, nadie sabe si va a llover o no. Sin embargo, los artesanos hablan del próximo Gran Soho Alameda, que tendrá lugar los últimos domingos de cada mes. La gente se lleva a casa nuevos tesoros adquiridos aquí. Los niños pasean agarrados de la mano de sus padres. Todos son artistas y, como en toda buena comunidad, las manos nunca están vacías.