¿Dominicana-americana?

Processed with VSCO with aga3 preset

PROYECTO DEL CURSO ‘MIGRATIONS IN TODAY’S GLOBALISED WORLD’

En octubre del año 2006, yo emigré de República Dominicana (RD) a Estados Unidos (EEUU), reuniéndome con mis padres y mi hermana mayor. Un mes antes, mi hermana mayor había emigrado primero, mientras que mis padres habían emigrado dos años antes, en el 2004, cuando yo tenía 4 años. Mis hermanas y yo nos quedamos al cuidado de mis abuelos y tías. Cuando llegué a Estados Unidos por primera vez, viví en la ciudad de Kissimmee, en Florida. Aquí vive gran parte de la familia de mi padre y por esto tomaron la decisión de vivir en esta ciudad. Emigraron a Estados Unidos por una razón muy común: darle un futuro mejor a sus hijas. Mi tiempo en Kissimmee se interrumpió cuando la relación de mis padres comenzó a cambiar. Mi padre, quien también tenia familia en Rhode Island, pudo encontrar un trabajo en ese estado y fue el primero en irse de Kissimmee. Luego, en diciembre, mi hermana, mi madre y yo nos fuimos a vivir a la ciudad de Providence, Rhode Island, donde mi padre ya llevaba algunas semanas viviendo y trabajando. El mes siguiente, en enero, mi hermana menor se reunió con nosotros y por fin estábamos todos juntos. Yo no recuerdo mucho de mi experiencia apartada de mi madre, pero mis familiares me han comentado que estuve muy impactada. Cada vez que hablaba con mi madre le decía lo mucho que la extrañaba. Aun lejos, mi madre siempre nos enviaba remesas, envíos de comida, ropa y juguetes. De todos modos, mis familiares cuidaban mucho de mí y de mis hermanas.

Los juguetes que mi madre nos enviaba desde Florida.

Antes de irme a vivir a EEUU, trataba de imaginarlo todo y me lo imaginaba como si fuera otro mundo, y en verdad que lo es. Meses después de estar todos reunidos, mis padres se divorciaron, y mi padre se fue a vivir al estado de Nueva York. Personalmente, esto no me afectó porque no recuerdo tanto mi vida hasta los 4 años, cuando él emigró. Pero el divorcio sí que afectó a mi madre y a nuestras vidas por razones económicas. Éramos una familia donde estábamos todos indocumentados, lo cual, en ese momento, significaba muchas cosas que aún yo no sabía ni entendía. Por la situación, mi madre no tenía muchas opciones laborales, entonces comenzó a trabajar de noche en un restaurante/bar. De esta manera, ella pudo proveer para ella y sus hijas. Yo no entendía tanto mi estado migratorio, pero mientras pasaban los años, aprendía un poco más. A lo primero, sólo entendía que no podía viajar fuera del país, pero luego cuando tenía citas en el medico, y mi madre decía “no, no tiene seguro o número de seguro social” y tenía que pagar por la cita, sabía que eran cosas que no teníamos por nuestro estado. Recuerdo a veces vivir con miedo cuando estábamos en casa o en un carro. Un día, un policía tocó a la puerta de nuestra casa, porque alguien llamó a la policía asegurando que “estábamos solas”, pero mi madre y mi tía estaban presentes. Otra vez, la expareja del dueño de una de las casas donde vivíamos amenazó a mi madre y le dijo que nos iba llamar a Inmigración y Aduanas (ICE) y que le iba decir que fuera a nuestras escuelas a buscarnos a mí y a mis hermanas. Estos eran momentos de incertidumbre, momentos de miedo, ignorancia y humillación.

Durante este tiempo, mi madre tuvo diferentes abogados. El primero fue un notario público, quien después de un tiempo de engañar a muchas personas fue condenado por tratar de coger casos de abogados sin serlo. El segundo fue un abogado cuyo interés estaba en el dinero y no en ayudarnos en realidad. Por cada cita, y por representar a mi madre en el tribunal, él solicitaba un exceso de dinero y por desesperación de ajustar nuestro estatus, mi madre buscaba la manera de pagarle. Este abogado no era un abogado adecuado, ya que, aparte de abusar económicamente, también carecía de mucha información esencial para poder resolver nuestro caso. Mi madre nunca tuvo suerte con los abogados. También recuerdo que cuando yo tenía 16 años, mi madre presentó la solicitud de “acción diferida para los llegados en la infancia” (DACA) para mí y mis hermanas. Esto ocurrió en el 2016, cuando Trump había asumido la presidencia, y recuerdo que estuvimos esperando mucho tiempo a que la solicitud fuera aceptada. La mujer que ayudó a mi madre le decía que el proceso estaba temporalmente parado por Trump. Un año después, mi madre consultó con otra abogada y le explicó su caso y que había enviado la aplicación del DACA para mí y mis hermanas. Ella le preguntó a mi madre si había recibido algún recibo de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS), pero mi madre nunca recibió esta carta. Mi madre no sabía que, por tercera vez, había sido engañada. Mi madre me hizo que llamara a USCIS y con los datos como el nombre y fecha de nacimiento, ya que no tenía número de recibo, pude confirmar que ellos nunca recibieron las solicitudes para regularizar nuestra situación. Además, cuando se debía enviar la documentación de mi hermana menor, ella sólo tenía 14 años, y era aún muy joven para calificar para el DACA, ya que la edad para solicitar la regularización por esta vía es 16 años o más, aparte de otros requisitos.

Esta última abogada, a quien agradezco mucho su trabajo, pudo resolver y hacernos entender un poco más nuestro caso migratorio. Mi madre está casada con mi padrastro, quien es ciudadano estadounidense, y por esta relación pudimos presentar nuestra petición. Desafortunadamente, mi hermana mayor pasó la edad requerida, y no pudo entrar bajo esta petición. Si el abogado anterior hubiera sido consciente y hubiera entendido las leyes inmigratorias, mis hermanas y yo habríamos tenido nuestra residencia hace mucho tiempo, desde por lo menos el año 2016, porque mi madre ha estado casada con mi padrastro desde el 2015. Esto es algo que siempre me ha dado mucho coraje y me ha provocado un interés por estudiar derecho.

Mis hermanas y yo, a la derecha, en República Dominicana, antes de la emigración de nuestros padres.

En mi último año en la escuela secundaria estuve muy afectada por mi estado. En este año solicité el ingreso en la universidad. El año anterior, recuerdo ver a mi hermana mayor quedar devastada cuando estuvo pidiendo la admisión en la universidad, y aprendimos que ser indocumentadas significaba que no podíamos recibir ayuda financiera federal. Esto la afectó mucho a mi hermana, quien no pudo comenzar la universidad de inmediato. Yo hice un poco más de investigación ya que tuve la dicha de tener un consejero académico un poco más astuto, quien me ayudó mucho en el proceso. Me denegaron la admisión en la mayoría de las universidades por mi estatus, pero recuerdo un día en marzo cuando, después de un largo día de trabajo, llegué a casa y me encontré con un gran sobre de Providence College. Por su tamaño, ya sabía que eran buenas noticias. Al abrirlo me topé con noticias aún más buenas. Esta escuela tiene un programa que cubre la mayor parte del costo para estudiantes de minorías, y al año, sólo uno o dos estudiantes indocumentados reciben esta beca. Asistir la universidad y viajar, para mí, siempre ha sido una posibilidad. Aun cuando no tenía papeles, siempre soñaba y me sentía segura de que esto algún día se iba cumplir.

Durante mi primer año en la universidad, tuve que viajar a República Dominicana con mi hermana menor para recibir mi residencia. Este viaje me presentó la oportunidad de reconocer una parte de mi identidad. Al llevar casi 12 años sin volver a mi país, estando allá, me di cuenta de que ser dominicana en RD y en EEUU suponen, por supuesto, experiencias muy distintas. En RD, en ciertos instantes, mis primos me decían “eres gringa/americana” cuando no entendía alguna frase u otra cosa. Para mí, yo no soy gringa/americana, porque de una manera u otra es algo ofensivo porque se refiere un poco a la manera en que nos olvidamos de ciertas cosas de nuestra cultura y somos americanizados. Pero aprendí que no debería tomarlo como algo ofensivo porque, hasta un cierto punto, es la realidad. No, no soy blanca, no tengo privilegios de una americana blanca, pero he vivido la mayor parte de mi vida en EEUU. Por supuesto no soy la única en esta posición y para darle nombre a esta situación, se creó el término “inmigrante de la generación 1,5”, la de los que “llegaron a Estados Unidos cuando eran pequeños, de la mano de sus padres. No pertenecen a la primera generación de hispanos, pues no tomaron la decisión de migrar, y vivieron sus años formativos en la sociedad estadounidense. Pero tampoco se pueden considerar como de segunda generación, porque no nacieron en Estados Unidos” (González, 2010).

Mi hermana mayor y yo, jugando en República Dominicana.

Yo todavía no soy ciudadana americana (me faltan 3 años), de manera que legalmente no puedo decir que soy americana porque no tengo la nacionalidad ni derechos de americana. EEUU es un país interesante porque ni con ciudadanía americana tendrá alguien sus derechos. Después de estudiar en una institución principalmente blanca, he podido reconocer muchas cosas en cuanto a mi nacionalidad, ciudadanía, etnia, raza, etcétera.

Si me preguntan «¿de dónde eres?», les digo dónde vivo, y me dicen “no, ¿de dónde eres en verdad?”, significa que quieren referirse a mi etnia, y no entiendo por qué no preguntan “¿cuál es tu etnia?”. Esta pregunta, de dónde soy, a veces es problemática porque casi insiste en que tengo que ser de otro lado que no sea de EEUU, ya sea por mi acento, mis rasgos faciales o por otra razón cualquiera. En Sevilla, me preguntaban “eres estadounidense, ¿verdad?”, y no quería decir que sí, porque sentía que luego me ubicaban dentro de una caja limitada, y siempre tenía que decir, “sí, vivo allá, pero soy dominicana”, porque muchas veces me decían, “hablas muy bien el español”. Llevo 14 años viviendo en EEUU, y van a ser muchos años más. Si voy a seguir viviendo aquí, antes y especialmente después de ser ciudadana estadounidense, voy a exigir y luchar por derechos adecuados y necesarios, no solo para mí, sino para todos los inmigrantes.

_______________________

González, Ana Lucía. “Una generación sin identidad en Estados Unidos”. BBC News Mundo, 14 de junio de 2010, www.bbc.com/mundo/internacional/2010/06/100601_hispanos_generacion_indocumentados_rg.