
Greco se encuentra en su primer año como médico interno residente en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Con jornadas agotadoras en las que compagina estudios y trabajo, su objetivo es llegar a ser cirujano del sistema nacional de salud español.
“Si, sí. Ya no puedo más”.
Amanece y sólo hay una cosa que Grego quiere hacer: dormir. Le duelen los pies y en sus ojos la sensación es de que dos pesas le cuelgan de los párpados. Son las ocho de la mañana y arrastra su cuerpo de vuelta a casa como si fuera de plomo. De cuando en cuando, mira a su alrededor, al día que para muchos empieza y para él termina, y que le parece como salido de un sueño o de un tiempo lejano. Después de un turno de 24 horas en el hospital, el mundo se ve un poco distinto. Aunque el sol resplandece en el cielo, aunque el aire es fresco y todavía limpio, él no puede apreciarlo.
“Hoy la cosa ha estado muy mal, habré dormido en total como cuatro horas, pero no seguidas, porque me he levantado constantemente para hacer cosas. Es muy cansado”.
A sus 35 años, Grego está en su año final de residencia como médico en el Hospital Universitario Virgen del Rocío. A pesar de la dureza de su trabajo, aún siente una gran pasión por él. “Ahora estoy muy contento. Sé que todo puede cambiar, pero por el momento estoy bien y voy a continuar”.
En España, la jornada laboral de la mayor parte de los trabajos es de ocho horas al día, hasta un total de 40 semanales, como en otros países. En el caso de Grego, hay semanas en las que él puede llegar a trabajar 65 horas, a veces con turnos de 24 horas como hoy y a las que siguen otras 24 de descanso. La dureza de ello no se encuentra sólo en el gran número de horas que los médicos van acumulando, sino también en que su horario varía constantemente. “Porque cada semana tengo un horario distinto. A veces trabajo los fines de semana y a veces, no; a veces libro un día de la semana y a veces, otro”. Grego bosteza y mira el móvil.
“Voy a mirar cuándo tengo la próxima guardia…”
Se sabe que el sueño es uno de los factores esenciales del bienestar personal, y que sin el descanso adecuado, el desempeño laboral, la atención y la salud empeoran. Los efectos de la falta de sueño son muy acusados en los médicos residentes, pues combinan estudios y trabajo. Y aunque es verdad que esta práctica constante les sirve para mejorar su competencia profesional, también lo es que el cansancio que acumulan puede resultar perjudicial para los pacientes: se está comprobando que los residentes con exceso de horas laborales son más propensos a cometer errores –hasta un 36% más- que quienes descasan más en sus trabajos.
-Y hay cosas que en ese estado son más difíciles de hacer. Por ejemplo, explicarle a un paciente o a su familia que la situación es grave. Esas personas confían en ti y, cuando hablas con ellos, es inevitable que acabes disculpándote por algo de lo que no tienes la culpa… No es nada fácil.
Grego hace un alto en el camino a casa y se frota los ojos despacio, como enjugándose unas lágrimas invisibles fruto de una tristeza que oculta al resto del mundo. Luego, continúa hacia adelante y se sienta en un velador cerca de la entrada de un bar con vistas al hospital.
“Voy a tomar algo”.
De acuerdo con la OMS, España tiene el séptimo mejor sistema de salud del mundo, formado por un sistema de salud privado y el muy reconocido Servicio Nacional de Salud, de carácter público y al que se destinaron en 2018 el 15,14% de los impuestos de los ciudadanos. Grego habla con orgullo de la sanidad pública de su país. “La sanidad debe ser un derecho de todos y es necesario que todos pongamos de nuestra parte con los impuestos para que eso sea posible. Gracias a que aquí es así, tenemos buenos profesionales, tecnología avanzada y capacidad para tratar enfermedades que no podríamos tratar de otra forma”. Al mismo tiempo, Grego reconoce que sería necesario aún más presupuesto para, entre otras cosas, contratar a más médicos y aliviar la carga que soportan los que ya están empleados en el Sistema Nacional de Salud: 138.797. De ellos, el 55% se dedica a la Atención Especializada, que es el sector en el que a Grego le gustaría trabajar. Ha pedido una Coca-Cola y la bebe a sorbos pequeños, en silencio al principio, mirando al hospital. “Quiero ser cirujano, porque es una especialidad muy práctica, que va más allá de la diagnosis”
En España, la carrera de Medicina se estudia en seis años. Tras ello, los graduados que quieran formar parte del Sistema Nacional de Salud deben opositar para obtener una plaza en algún hospital como Médico Interno Residente. Esta etapa de residencia dura, como mínimo, un año, pero en el caso de algunas especialidades, como la de cirugía, puede alargarse hasta tres o cuatro años más.
“Y a mí ya me queda cada vez menos”.
Después de beber su refresco, Grego se levanta para continuar caminando hacia casa. Sus ojos son dos rendijas. Sonríe. Descansará unas horas y luego se pondrá a estudiar. “Es un ritmo agotador, pero la verdad es que no me importa, estoy bien. Contento. Supongo que si no lo estuviera, haría otra cosa, pero por ahora…”
Por ahora, y mientras la ciudad amanece, es para él hora de dormir. •