
PROYECTO DEL CURSO ‘MIGRATIONS IN TODAY’S GLOBALISED WORLD’
Al sonar el timbre de una casa tradicional española, en el distrito histórico de Sevilla, una mujer sonriente sosteniendo a su bebé me saludó. Nos sentamos en su cocina y comenzamos desde el inicio de su viaje, lo que la llevó a su vida actual en Sevilla.
Claudia Lattekamp ha vivido en Sevilla durante ocho años, pero ella creció en Münster, Alemania, con sus padres y su hermana.
Münster está en el noroeste de Alemania, cerca de la frontera holandesa, entre Hamburgo y Düsseldorf. Hay 300.000 habitantes en Münster. Münster tiene una economía próspera y una tasa de desempleo baja. La ciudad es antigua y tiene mucha tradición universitaria.
Claudia Lattekamp estudió en Londres durante un año. Después de graduarse en la universidad, se fue a Granada durante un año como estudiante Erasmus, el programa europeo de intercambio estudiantil.
Lattekamp comenzó después a enseñar alemán, biología y español en una ciudad cerca de Münster. Durante este tiempo, deseaba ir al extranjero de nuevo.
–Las dos veces que fui al extranjero, me gustó mucho no ser sólo una turista sino vivir la vida como la gente local –dijo. Le gustaría ser competente en español y soñar en español.
Para convertirse en maestro en Alemania, uno tiene que completar dos fases. La primera fase es teórica, en la universidad. Luego, hay una fase práctica durante dos años en una escuela. Después de esto, uno puede convertirse en maestro. Cuando ella completó el proceso, quería enseñar en el extranjero y no en Alemania.
Hay escuelas alemanas en todo el mundo donde los maestros alamanes pueden solicitar ir a enseñar. Lattekamp estaba dispuesta a mudarse a una de ellas cuando algo retrasó sus planes.
– Tuve algunas ofertas de Chile, por ejemplo, lo cual fue una gran tentación, pero entonces mi hermana se quedó embarazada ese año. Así que comencé a pensar que al ir tan lejos sería difícil ver a mi sobrina –contó.
Ella comenzó a trabajar en un puesto fijo en Alemania. Había decidido que si iba trabajar en un país diferente, sería en Europa. Un día, por casualidad, se encontró con una vacante en Sevilla. Buscaban a una maestra de biología con conocimientos de español. La mujer que originalmente habían contratado, ya no podía venir.
–Vi esa oferta y dije, ¡esa es mi oportunidad! –recordó.
Encontró la oferta en mayo de 2010 y empezó a enseñar en Sevilla en septiembre de ese mismo año. Sentía que sería más fácil mudarse a Sevilla porque ya conocía Andalucía de su tiempo como estudiante en Granada. El proceso de cambiar a una escuela nueva es difícil. El director de su programa tuvo que aprobar su solicitud, escribir un informe sobre ella y visitarla. Entonces, tuvo que hacer pruebas en Colonia y entrevistas para ocupar el puesto. Cuando consiguió el trabajo, se mudó a un apartamento en Sevilla enviando todos sus muebles por 5.000 euros.
Cuando llegó por primera vez, ya conocía al director del programa y a otra maestra, Sylvia, que se convirtió en una de sus mejores amigas. Sus primeros meses fueron facilitados por los buenos colegas que tenía.
La mayor diferencia que notó estaba en el sistema escolar. Pasó de enseñar en una escuela pública alemana a un escuela privada española. Los padres de los estudiantes en su nueva escuela estaban mucho más involucrados en el proceso que en Alemania. Además, dijo que su nueva escuela era menos interactiva. Los estudiantes aprendían de un libro la mayor parte del tiempo y no tenían que interactuar mucho en clase. Los estudiantes también la llamaban por su primer nombre en lugar de su apellido. Ella pasó de ser la señorita Lattekamp a simplemente, Claudia.
También, estaba sorprendida de que las tapas costaran dinero en Sevilla, no como en Granada. Los sevillanos también son menos puntuales que los alemanes. La forma en que los sevillanos cuentan historias es mucho más animada y exagerada. Una cosa que echa de menos de Alemania es la calefacción central de las casas en el invierno.
En un principio, Lattekamp no planeaba estar en Sevilla tanto tiempo. Alemania permite que sus maestros soliciten dos veces prolongar su estancia en el extranjero, y luego espera que regresen. Porque Lattekamp es una empleada del estado alemán con un contrato. Cuando su tiempo asignado terminó, ella tuvo que tomar un puesto con un sueldo menor para permanecer en Sevilla. Pasó de ser una coordinadora de asignatura bilingüe a una maestra normal.
– El dinero no es lo más importante en el mundo, pero para mí era una decisión difícil de tomar –dijo. Por esa decisión, perderá también una parte de su pensión.
–Yo trataba de ser menos alemana y más española. Siempre dicen aquí que los alemanes tratan de planear todo para el futuro y que tienen un seguro para todo. Aquí no lo piensan… Piensan sólo sobre mañana.
La razón por la que Claudia escogió quedarse en Sevilla es porque ya estaba saliendo con Manuel, un sevillano. Durante algunas semanas, cada mañana en su camino a la escuela un hombre que trabajaba en la construcción de una cafetería la saludaba. Después de un tiempo, habló con él. Se hicieron amigos durante un año y medio. Entonces, empezaron a salir como pareja. Después de cuatro años juntos, tuvieron a su bebé, Carlota, en diciembre de 2017. Ella dijo con una sonrisa que su decisión había sido correcta porque ahora tiene a su hija.
Claudia sólo puede ver a su familia una a dos veces al año. No ha estado en Alemania en un año y medio, pero eso va a cambiar pronto.
Claudia tiene que volver a Alemania para enseñar en los próximos años. El nuevo reto será para Manuel, que siempre ha vivido en Andalucía. Él tendrá que hablar un nuevo idioma, encontrar un trabajo en Alemania (Manuel es panadero), salir de su país y acostumbrarse a una nueva cultura. Afortunadamente, ha visitado la ciudad natal de Claudia y sabe qué le espera. Claudia está emocionada de que vaya a estar cerca de su familia más a menudo y de que Carlota aprenda alemán. Ahora, ella tiene tres sobrinos con los que Carlota podría crecer.
La vida es corta, pero puede llenarse de experiencias interesantes. Claudia Lattekamp ha vivido en cuatro lugares diferentes en su vida. No sólo ha vivido allí, sino que se ha sumergido en la cultura de cada sitio. Sus viajes le han dado amor, una nueva familia y una nueva forma de vida.
Dejé su casa sintiéndome como si la conociera desde hace años. También aprendí una lección: es importante vivir la vida al máximo y ser valiente al hacerlo.
Que ella y su familia tengan buena fortuna en su próximo viaje: de España a Alemania.