
Fernándo Martínez trabajando en Santa Cleta. FOTO: KATHLEEN MURRAY
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“ESO ES LO QUE QUEREMOS HACER: QUEREMOS AYUDAR A CREAR Y FOMENTAR LA CULTURA DE LA BICICLETA, QUE NO DEBE FALTAR EN UNA CIUDAD DONDE MONTAR EN BICI ES CADA VEZ MÁS POPULAR”. –ISABEL PORRAS
CON LOS SONIDOS DE LOS MARTILLAZOS, el parloteo, el rock español y los coches pasando uniéndose para crear una melódica atmósfera, un niño coge una bicicleta para probarla. “Puedes llevarte las dos bicis y quedártelas el fin de semana, si quieres”, ofrece Fernando “y me traes de vuelta la que no te guste el lunes”. Madre e hijo salen con las dos bicis y Fernando se pone de nuevo a trabajar diligentemente en las marchas de la bicicleta de otro cliente.
PINTADA PRINCIPALMENTE DE BLANCO, varios destellos en naranja y azul hacen resaltar algunas de las paredes y estructuras. La tienda es llamativa visualmente, de ambiente rústico, con la estructura de madera y los destellos de color que aportan las coloridas bicicletas, los accesorios para bicicletas y el arte. Ruedas, manillares y otros elementos bucólicos decoran las paredes.
SU MIRADA ES CONCENTRADA, y de pronto recorre la estancia como una flecha para recibir a otro cliente que viene a recoger su bicicleta. Fernando pasa algo de tiempo explicando al hombre cuál era exactamente el problema de su bicicleta antes de acercarse a la caja registradora, “son siete euros”.
“LO QUE MÁS ME GUSTA es que el cliente se vaya feliz”, dice Fernando Martínez Andreu. Él es el mecánico jefe en Santa Cleta, una cooperativa dedicada a cultivar la cultura de la bicicleta en Sevilla. Su clientela, de población urbana, y de clase socioeconómica media-baja, hace de cada bicicleta un rompecabezas y propone el desafío de encontrar una solución sin salirse del presupuesto.
AUNQUE LAS VENTAS de accesorios de bicicletas y cursos de formación en mecánica atraen a una gran cantidad de clientes, el taller de reparación de bicicletas es uno de los elementos de más éxito de la tienda. “Nuestra cultura no nos ha enseñado cómo comprar una buena bici; la gente prefiere gastarse 800 euros en una cámara o 400 euros en un teléfono en lugar de gastar la mitad de esa cantidad en una bicicleta que van a utilizar todos los días”, dice Fernando. “La gente compra bicicletas baratas que se rompen fácilmente y son, por tanto, muy difíciles de arreglar”.
AUNQUE LAS VENTAS DE BICICLETAS y el taller de reparación van bien, Santa Cleta es mucho más. Con la venta de ropa, libros y arte —todo relacionado con el tema de la bicicleta— está socio-cooperativa está intentando crear un movimiento ecológico y social en Sevilla. Santa Cleta ofrece muchos proyectos que promueven este cambio social, como su sistema de mensajería ecológica, clases básicas y avanzadas en reparación de bicicletas, clases de montar bicicleta para adultos, un espacio compartido donde se tienen debates, conferencias y reuniones, proyectos de movilidad y alquiler de bicicletas. Éstos son los componentes que hacen de Santa Cleta un lugar tan especial, una misión que sus fundadores, Isabel Porras Novalbos y Gonzalo Bueno Gómez, han tenido desde el principio.
“NUESTRA VIDA DIARIA es muy normal pero sabemos que, en el fondo, estamos promoviendo algo más”, dice Isabel. “Para mí, lo más gratificante es enseñar a los adultos a montar en bicicleta, especialmente a aquellas mujeres que nunca han tenido la oportunidad o a las que nunca les enseñó nadie de niñas. Están atascados y, en tan sólo dos o tres horas, cuando finalmente lo logran, es como si les hubieran quitado un peso de encima”.
CUANDO GONZALO PERDIÓ SU TRABAJO de ocho años en una empresa editorial, él y su esposa Isabel decidieron vender bicicletas pero no querían que su tienda fuera como cualquier otra tienda de bicicletas; querían que tuviera un pequeño toque especial. Tras la inauguración de la tienda en 2013, Fernando dejó su trabajo de mecánico en una fábrica de maquinaria industrial y fue a la tienda a comprar algunas piezas, y Gonzalo le ofreció un trabajo allí. Fernando y Gonzalo se conocieron en 2011, mientras se manifestaban ocupando la plaza de la Encarnación durante el Movimiento 15M, una protesta social en la que se exigía una democracia más participativa y la erradicación de las estrictas medidas de austeridad implantadas en España. Se hicieron amigos enseguida tras descubrir su pasión mutua por las bicicletas.
CASI UN AÑO DESPUÉS DE SU APERTURA, puede que sus salarios no sean ideales—cada uno de los tres “socio-cooperativos”, como ellos se llaman, sólo gana 500 euros al mes— pero se han mantenido fieles a su filosofía. “Compramos piezas de calidad para nuestras bicicletas”, dice Fernando. “A la larga, creo que nos va a dar la fama de tener artículos de buena calidad a un buen precio”. Ambos querían que tuviera coworking, servicio de mensajería, mecánica de bicicletas y clases de montar en bicicleta: querían que fuera un lugar para el cambio social.
EN AGOSTO DE 2014, la CNN reconoció a Sevilla como la segunda ciudad del mundo mejor acondicionada para el uso de la bicicleta. Esto se debió a una respuesta de toda la ciudad a la gran cantidad de tráfico, sobre todo por las mañanas, ya que siempre se formaban atascos para llegar al centro de la ciudad. En 2006, los legisladores de Sevilla pusieron en marcha un elaborado sistema de carril-bici de más de 140 kilómetros.
“EL USO DE LA BICICLETA siempre será positivo. En primer lugar, la gente estará, en general, más sana, habrá menos gastos sanitarios, habrá menos contaminación y daños al medio ambiente, habrá menos tráfico, permitirá a la gente ahorrar dinero, energía, gas y resolverá los problemas de espacio de una ciudad tan pequeña como Sevilla”, afirma Fernando. “Estos cambios se pueden llevar a cabo incluso ampliando el carrilbici; ya se notó una gran diferencia en el uso de la bicicleta desde 2006, cuando se construyó el carril-bici, y podría aumentar aún más”.
EN 2007, a raíz de esta gran restauración del ámbito de la bicicleta, Sevilla desarrolló un ambicioso proyecto para convertirse en una ciudad más verde. Uno de los planes fue la creación de un programa para compartir bicicletas: Sevici.
SEVICI ES UN PLAN MUNICIPAL de alquiler de bicicletas que ofrece 2.500 bicicletas en más de 250 lugares. Cada bicicleta está equipada con un asiento ajustable, cambio de marchas y una amplia cesta. Las bicicletas no sólo tienen estos accesorios para la comodidad del usuario, sino que también tienen sistemas de seguridad tales como luces delanteras y traseras, bandas reflectantes por toda la bicicleta, frenos delanteros y traseros y un dispositivo incorporado para protección contra el robo. Esto permite a los usuarios coger las bicicletas de un lugar y llevarlas hasta otro punto de acceso de forma segura. Las bicicletas se pueden dejar en cualquiera de los puntos de alquiler, no sólo en aquel donde se alquiló. El sistema ha sido diseñado como un auto-servicio, lo que permite su disponibilidad las 24 horas del día, siete días a la semana. Sevici no sólo proporciona el disfrute de la bici a los residentes de la ciudad, sino también a los turistas, que pueden recorrer Sevilla en bici con un abono semanal.
ESTAS MEJORAS en la infraestructura del ciclismo urbano han tenido un resultado directo en la bicicleta como medio principal de transporte, subiendo del 0,1% al 7% en los seis años siguientes desde que se implementaran los cambios.
AUNQUE HAY UNA BUENA INFRAESTRUCTURA para la comunidad de la bicicleta en Sevilla, existe todavía una clara falta de cultura del ciclismo. “Ha habido un gran boom de la bici, y fue tan repentino que no ha dado tiempo a que se cree una cultura de la bicicleta”, afirma Isabel, y eso es exactamente lo que están tratando de rectificar en Santa Cleta. “Ofrecemos estos proyectos y eventos, no sólo para vender las bicis, sino también para promover el uso y la cultura de la bicicleta. Eso es lo que queremos hacer: queremos ayudar a crear y fomentar la cultura de la bicicleta, que no debe faltar en una ciudad donde montar en bici es cada vez más popular”.
DESDE EL PRINCIPIO, Santa Cleta ha tenido un fondo social y ético único. Es gente sencilla haciendo cosas sencillas, sin buscar hacerse “millonarios o ricos”. Isabel, Fernando y Gonzalo están trabajando para construir una cultura para una población de ciclistas urbanos que crece cada día; de este modo, la bicicleta es más que un medio de transporte: es un estilo de vida.