Un rascacielos de ocho siglos

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La Giralda refleja la historia de Sevilla a través de una me zcla de arquitecturas árabe y cristiana, y es uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad.

El paso de las páginas produce una suave brisa mientras Julia Villalón, una niña de seis años residente en Sevilla, intenta encontrar en su libro una sección sobre la Giralda. Está leyendo una guía de Sevilla para niños, prácticamente hecha pedazos por el uso. Al encontrar la página correspondiente, Julia levanta la vista.

“¡Aquí está!”, exclama emocionada.

Y abre el libro mostrando dos coloridas páginas llenas de información. Julia continúa leyendo cada palabra con entusiasmo y con los ojos bien abiertos. Enumera varios aspectos curiosos sobre la arquitectura y la historia de la torre. Al preguntarle si le gustaría subir a la Giralda, grita: “¡Sí! ¡Porque quiero ver el cocodrilo que le regaló el sultán de Egipto al rey Alfonso X!” Hace una pausa para pensar bien lo siguiente que va a decir: “Y también porque en casa tengo dos terrazas que son muy altas, pero quiero ver más”.

La parte principal del gigantesco campanario de la Catedral de Sevilla fue diseñada por Ahmad Baso en 1196, durante el periodo almohade, como alminar de la gran mezquita de Isbiliya. El alminar, de planta cuadrada, presenta los paños de sebka y las ventanas arqueadas características de la arquitectura almohade. Una serie de 35 rampas conducen a la parte superior de la torre y, en sus inicios, permitían al muecín de la mezquita subir a caballo para llamar a los fieles a la oración. Su recompensa eran las vistas sobre la ciudad desde un mirador que nadie más tenía.

En 1248, tras la reconquista de la ciudad por Castilla bajo el reinado de Fernando III, la mezquita se convirtió en iglesia, y el alminar en su nuevo campanario. En 1568, el arquitecto Hernán Ruiz el Joven le añadió cuatro plantas de estilo renacentista, además de la veleta, una escultura de bronce conocida localmente como el Giraldillo (figura que gira), dándole así el nombre a la torre en su conjunto: la Giralda. Desde entonces, la Giralda se ha convertido en el símbolo de Sevilla.

En un día cualquiera, miles de turistas acuden en tropel a visitar la Catedral y a subir a la Giralda, que es el tercer monumento más visitado de Andalucía después de la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba. Al pie del antiguo alminar, visitas guiadas de escolares de Francia e Inglaterra, parejas jóvenes de Suiza y parejas más mayores que vienen juntas desde Canadá, esperan todos pacientemente en una cola que se extiende mas allá de la entrada y rodea la plaza contigua.

Marí y Joel, una pareja de Gerona, Cataluña, están de visita en Sevilla por segunda vez, pero es la primera vez que van a subir a la torre. “Unos amigos nos han comentado que la Giralda es muy bonita y que merece la pena subir. Como vamos a estar aquí tres días, queremos disfrutar todo lo que podamos”, explica Marí.

Una vez arriba, se puede ver con gran detalle el estilo arquitectónico gótico de la Catedral justo debajo, así como los kilómetros de edificios pintados de blanco que componen Sevilla. También se ven perfectamente otros monumentos importantes de la ciudad, como la plaza de toros de la Maestranza y la Torre del Oro.

¿Qué supone este turismo para la economía de los alrededores? Víctor, un camarero del bar La Giralda, en la calle Mateos Gago, que lleva trabajando aquí ocho años, responde: “La Catedral y la Giralda son el alma de esta zona. Sin ellas, la mitad de estos bares y restaurantes no existirían. Entre el setenta y el ochenta por ciento de nuestras ganancias provienen de los turistas”.

Andrés Cid es un famoso arquitecto que ha alentado numerosos debates sobre urbanismo y sobre el patrimonio arquitectónico de Sevilla. Cree que son pocas las personas que conocen el gran valor histórico de lo que él llama “el único monumento auténtico de Sevilla”. Él describe la Giralda como un bocadillo ya que, al igual que éste no existe sin el pan, la Giralda perdería su esplendor sin la base almohade. “Y sin embargo, lo más increíble de la Giralda es como los cristianos incorporaron el campanario renacentista sobre el cuerpo principal del alminar. Es una conjunción maravillosa, una unión de dos mundos totalmene distintos”.

La Giralda tiene dos “hermanas gemelas ”, otros dos alminares almohades que se encuentran en las ciudades marroquíes de Marrakech y Rabat. La Kutubiya, en Marrakech, forma parte de la mezquita más grande de la ciudad y es el más antiguo de los tres grandes alminares. El diseño de la Kutubiya influyó poderosamente en la arquitectura marroquí, y dio pie a la posterior construcción de los otros dos alminares. Destaca especialmente la ancha banda de azulejos de cerámica en la parte superior, que ha sido reproducida en muchos otros edificios de la ciudad.

A diferencia de sus dos torres hermanas, el alminar de Rabat, conocido como la Torre Hassan, y el último de los tres alminares, permanece inacabado. Su construcción se detuvo con la muerte de su comisionado, el califa almohade Yacoub El Manssur, en 1199. La torre forma parte de lo que hubiera sido la segunda mezquita más grande del imperio almohade. Esta torre y la Giralda de Sevilla han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Estos tres alminares únicos reflejan características distintivas del estilo arquitectónico almohade entre las que se incluyen la forma rectangular, la fascinante caligrafía islámica y una estructura unificada. En su época, estas torres representaban el culmen del gusto, la cultura y el conocimiento civilizados.

La influencia de la Giralda se ha extendido a otros lugares del mundo recientemente. En los Estados Unidos se encuentran al menos cinco réplicas de este icono sevillano. Una es la gran torre que se elevaba sobre la estructura del primer Madison Square Garden de Nueva York. El arquitecto Stanford White se inspiró en el estilo morisco de la Giralda e incorporó al pabellón una réplica. Desgraciadamente, el centro de eventos fue derruido en 1925 debido a la falta de viabilidad financiera. Existen otras torres en San Francisco y Kansas City.

Según la describe Andrés Cid, la Giralda es más que una simple torre. Es un impresionante símbolo de Sevilla, una “joya”, como no se cansa de repetir, que abarca no sólo las culturas árabe y española, sino que también llega a las culturas de otras partes del mundo. Uno no ha visto de verdad Sevilla hasta que visita la Giralda y contempla la ciudad desde arriba.