
Sentado en el asiento del pasajero de un Jeep modelo de 2002 que su segundo hijo Víctor maniobra por las montañas de Boulder, Colorado, en los Estados Unidos. la luz de la nieve de las montañas se refleja el polo verde de Eduardo, que combina con unos pantalones caquis largos y una gorra. Con bajos niveles de hierro, pierde y recupera la conciencia, con su gran nariz peruana subiendo y bajando, mientras su hijo y su nieta hablan sobre como les ha ido durante la semana. De pronto, Eduardo se despierta cuando el coche brinca debido a un bache en la calle y empieza a contarle recuerdos a su nieta en voz baja. Lentamente dice, “Paola, en Peru…” Así es como empezaba muchas de sus conversaciones con la nieta.
Eduardo era un hombre que hasta con 90 años cumplidos te podía hablar de su vida a los 8 años. Dios lo bendijo con una mente poderosa y él se ocupó de tener una vida interesante. Eduardo vivió por todas las Américas. Escribía cuentos infantiles peruanos y, con quien lo quisiera escuchar, compartía las historias de su vida.
Una vez que el coche ha terminado de bailar entre las montañas, aparcan frente al restaurante favorito de Eduardo, Red Lobster, para celebrar el Día del Padre. Victor va entonces al maletero a por el andador de Eduardo. Con mucha paciencia, los dos se coordinan para que Eduardo esté cómodo caminando solo. Luego se sientan junto a la nieta a una mesa de madera oscura, intercambiando regalos. Paola le da a Eduardo una cubeta de arcilla artística para que él pueda hacer sus propias esculturas y pintarlas después. Cuando abre el regalo, empieza a llorar de emoción por la familia que la vida le ha dado y recuerda como su vida empezó.
“Paola, en Perú yo era parte del ejercito, como líder de un grupo de soldados”, dice en voz tan baja que su nieta tiene que acercarse para poder escucharlo. Pero Eduardo se escapó del ejército en un barco que iba hacía Canadá. Con la Estatua de Libertad en la distancia, decidió dar un salto hacia su propia libertad, nadando un kilómetro y medio para encontrar refugio en un país extranjero sin saber el idioma o tener un plan de vida.
Muchos años después, si le preguntabas a Eduardo sobre su vida, el siempre empezaba con “En Perú…”.