Wajid Mehmood: inmigrante de primera generación en el siglo XXI

Wajid Mehmood, en la frutería donde trabaja, en la calle Santa Ana de Sevilla.

PROYECTO DEL CURSO ‘MIGRATIONS IN TODAY’S GLOBALISED WORLD’

Una tarde le pregunté a mi madre anfitriona Vanessa que dónde compra sus frutas. Me encantan esas frutas. Ella me dijo que las compra en una frutería en la calle Santa Ana que se llama Pak-España Frutería. Al escuchar el nombre de mi país, yo estaba intrigado. Decidí visitar la frutería para aprender más. Allí conocí a una persona muy humilde. Él se llama Wajid Mehmood. Es un hombre de treinta y dos años con una esposa y dos hijos que se quedaron en su tierra de origen. Cuando supo que soy de Pakistán, se le dibujó una sonrisa en su rostro. Comenzó a hablar en nuestro idioma nativo, el urdu, y me ofreció bocadillos y frutas. Acepté los bocadillos y comencé a hablar. Wajid estuvo esperando compartir su historia durante mucho tiempo. Desde la ciudad de Gujrat, en la provincia de Punyab, en Pakistán, llegó a esta ciudad animada que es Sevilla. Su historia está hecha de emociones mezcladas, motivaciones, arrepentimientos, dificultades y esperanzas para el futuro.

Rutas migratorias desde Gujrat, en Pakistán, a Europa y Norteamérica.

En este momento Wajid está bastante bien establecido en España. Aunque extraña mucho a su esposa e hijos. “No pasa un día sin que piense en su bienestar, o desee que estuvieran aquí conmigo”, dijo Wajid. Él vive en una casa en la calle San Luis con algunos otros parientes de Gujrat. Todos ellos son hombres que han dejado atrás a sus familias.

Trabaja en la frutería Pak-España y gestiona todas las operaciones de la tienda sólo con un poco de ayuda de su cuñado Ehtisham. La tienda de frutas no es propiedad de Wajid. Es propiedad de la familia de su primo que vive en Barcelona. A Wajid y Ehtisham se les paga adecuadamente por sus servicios. Wajid me dijo que la familia de su primo se mudó a España hace cuarenta años. Ése fue el comienzo de esta ruta migratoria entre la pequeña ciudad de Gujrat en Pakistán y España. Aquí es donde presento otro tema de la historia de Wajid. El valor del apoyo de la familia y las conexiones anteriores.

La familia del primo de Wajid se fue de Pakistán por una razón muy común, para buscar una vida mejor. La parte interesante es que hay dos clases de personas que emigran para mejorar su vida desde un país del tercer mundo como Pakistán. Los que están bien en Pakistán con respecto al estilo de vida y el dinero en general, pero no están de acuerdo con la ideología del país y prefieren una forma de vida como la de los países occidentales. Son los que tienen más preferencia por la educación y la tecnología, en lugar de la cultura y la religión. Estas personas son la minoría.

El otro grupo de personas es como la familia de Wajid. Ellos son de clase media o pobre en Pakistán con muy poca educación. Salen del país con la esperanza de conseguir una vida mejor. Estas personas son de pequeñas ciudades como Gujrat. Pertenecen a la clase de los trabajadores, y con poca formación es difícil ganar dinero en Pakistán. Trasladarse al extranjero les da la esperanza que necesitan.

En Pakistán, la vida de Wajid se había estancado. Estaba casado y tenía hijos. Pero no había oportunidades de trabajo para él. Recibía ingresos por un alquiler, pero apenas era suficiente para una vida promedio. Quería un cambio. La ruta a España era familiar porque muchos en su familia habían tomado esa vía antes. El viaje de Wajid comenzó cuando cruzó la frontera sur de Pakistán hacia Irán. De ahí en adelante, fue un viaje de muchos días hasta que llegó a Turquía. En Turquía tomó un bote para cruzar a Grecia. Llegó a España en 2006. Afortunadamente para Wajid, España era una casa lejos de casa porque la familia de su primo ya se había establecido en Barcelona con un negocio bien consolidado.

A Wajid le llevó cinco años obtener su tarjeta de inmigrante. Durante cinco años no pudo hacer nada más que esperar. Él describe ese periodo como experimentar la infancia otra vez. No entendía nada fuera de la casa de su familia. La lengua, la cultura, todo era algo inimaginable. Con poca educación y sin conocimiento del mundo fuera de Pakistán, Wajid fue literalmente un recién nacido en España. Todo lo que pudo hacer en estos cinco años fue absorber este nuevo entorno. Aprendió la lengua y los conceptos básicos del negocio de las frutas con su primo. Después de obtener sus documentos, llegó a Sevilla para trabajar en la frutería de la calle Santa Ana.

La experiencia de Wajid con las personas de España ha sido hasta ahora muy unidimensional. Su vivencia gira completamente alrededor de su empleo. El idioma que aprendió sólo contiene las palabras necesarias para hacer su trabajo. Cuando le pregunté sobre sus relaciones con los españoles, dijo: «Sólo un hola aquí y allá».

Para Wajid, ésta es una de las mayores dificultades en España. No poder conectar con la gente. Las únicas personas con las que habla son sus otros primos que también están trabajando en otras fruterías. Él no puede conectarse con ellos. Pero por la poca experiencia que ha tenido, Wajid sólo tiene palabras positivas para la gente de España. Dice que le gusta mucho su naturaleza extrovertida. También que nunca descansan, y que siempre están en las calles. Además, toda la gente que ha tratado a causa de su trabajo ha sido muy justa y amigable. Nadie se aprovechó de su inexperiencia.

Ahora mismo, viviendo una vida simple dedicada al trabajo, le pregunto a Wajid sus planes para el futuro y si le gustaría regresar a Pakistán. Dice que para él la cultura, el sentido de pertenencia es muy importante. «Volvería a Pakistán por la mitad del dinero que estoy ganando en España», asegura. Pero él no podría hacer eso en Pakistán. Para el futuro, está esperando obtener la ciudadanía española. Y luego va a traer a su esposa e hijos a España. Espera conseguir así un futuro y una vida mejor para sus hijos.

Wajid, a la entrada de su frutería. / Ayaan Majeed.

Cómo crecemos define cómo vemos el mundo. Los veinte años primeros de nuestra vida dan forma a nuestros valores, creencias y perspectivas. Sin una educación liberal, estos valores están definidos por la cultura en la que crecemos. Después de escuchar la historia de Wajid, me di cuenta de que es imposible para un inmigrante, que tiene poca educación y comprensión del mundo occidental, llevar una buena vida de tal manera en otro país. Sí, él está ganando mucho dinero, pero ¿es feliz?

La respuesta es no. Él está haciendo lo que está haciendo como un sacrificio. Un sacrificio para que su familia pueda tener un mejor futuro. Su vida es mejor que la de muchos otros que no tienen apoyo cuando llegan a un nuevo país. Pero algunos que vienen a un nuevo país con una educación suficiente y una comprensión del mundo pueden asimilarse a la nueva cultura y mejorar sus vidas. Wajid es un inmigrante de primera generación, su lucha dará sus frutos cuando sus hijos vengan a España y disfruten de los beneficios de ser ciudadanos. El viaje de este inmigrante valdrá la pena entonces.