El reportero conoce a sus personajes

The reporter Eduardo del Campo / REBECCA FOLEY

Eduardo del Campo, periodista sevillano de 45 años, escucha y escribe historias de personas de todo el mundo, incluidas las de su propia ciudad. Aquí nos cuenta cómo conoció a los familiares de Mehdi Zui en Bengasi, Libia, a Frédéric Oumar Kanouté en N’gabacoro Droit, Mali, y a Coral Camúñez Gómez en las tres mil viviendas, un barrio del sur de Sevilla.

El periodista espera sentado en el interior de su Renault Clio gris metalizado de tres puertas frente al pabellón de hombres del Centro Penitencia- rio Sevilla Dos. Va a recoger a Coral Camúñez Gómez, prisionera transexual a la que, junto con otra amiga presa ha quedado en llevar al barrio en el que ambas viven. Entre 2001 y 2002, Eduardo del Campo entrevistó a varios presos y presas que cumplían condena en las prisiones locales para una serie de artículos que, encargados por la Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía, se publicarían en el diario de tirada nacional El Mundo. Un contacto de la asociación llamó la atención del periodista sobre la vida de Coral y así fue como, durante un día de permiso penitenciario, Eduardo pudo conocerla y pasar unas horas con ella, en su barrio y en su casa. Quería saber sobre su vida como mujer transexual en una cárcel para hombres.

Coral tiene ojos verdes y pestañas pintadas de rímel, el pelo negro salpicado de canas, manos finas de chica presumida a la que le gusta posar. El otro día, al salir de la cárcel con un permiso que expira hoy por la mañana, llevaba falda vaquera, botas blancas de plataforma a juego con las medias y un pañuelo negro anudado a la garganta. El maquillaje alivia los estragos de una vida de marginación, las estrías de la droga (ya olvidada), la prepotencia del sistema penitenciario, el abandono familiar, la enfermedad. *

Pagina 11 de El Mundo Andalucía, 21 de enero de 2002

Entre bastidores ocurrirán muchas cosas que luego, en la lectura del periódico, no se podrán ver. Ese mismo día, por ejemplo, ha recogido a otra presa, que ha sido madre de 25 hijos y a la que, al igual que en el caso de Coral, entrevistará en su casa. “Hice dos historias, así que fue un buen día”. Ésa es la vida del periodista.

Hoy, él es el entrevistado. Ha acudido a la cita con el pelo largo, entre cano y rubio, aún mojado de la ducha. Sus ojos se ensanchan detrás de unas gafas de montura clara con las que corrige su hipermetropía, mientras pasa la mirada inquieta por el café en el que le esperan. Viste chaqueta de cuero negro y un anillo de plata que destaca enseguida en el dedo anular de su mano derecha. Se casó con Cristina en julio de 1997 y juntos tienen dos hijos, Claudia de 15 y Eduardo, que ya casi tiene 12 años.

Eduardo reconoce que siempre quiso ser periodista. Cuando tenía seis años, su madre le compró una caja de enciclopedias con dibujos del mundo, Lugares maravillosos. Entonces dijo que quería via- jar por todo el mundo, para ver todos los lugares que aparecían en aquellos libros. Su padre, además, leía dos periódicos al día, El País y Diario 16. Así que Eduardo decidió que sería periodista para poder hablar con gente de todas partes del mundo.

Eduardo cree que, para el que sabe buscarlas, las historias están en todas partes. “Cuando ando por la calle, escucho con la antena puesta, o veo un cartel. Otras veces, son pequeñas noticias que me llegan y que puedo desarrollar en un artículo más grande. También recibo encargos del jefe para ir a un sitio concreto a hacer un reportaje. Siempre necesito encontrar un ángulo. Siempre hay historias allí donde voy, solamente necesito escuchar y hablar con las personas”.

En 2007, Eduardo recibió un encargo del di- rector de la revista Magazine del diario El Mundo para escribir un artículo sobre el francés-maliense Frédéric Oumar Kanouté, futbolista estrella del Sevilla F.C., uno de los mejores delanteros de Eu- ropa, inteligente, socialmente comprometido y musulmán practicante.

Como un deus ex machina bajo el ardiente sol africano, irrumpe en la pista un todoterreno negro, nuevo e imponente, Mercedes ML-400. El bienhechor en persona conduce la nave y cuando se apea de ella parece como si un rey, un santo o un profeta se hiciera de repente de carne y hueso entre los más pobres de su reino. En realidad, es alguien parecido: un futbolista famoso. Se trata de la estrella de la selección de Malí y crack del Sevilla. Uno de los mejores jugadores de la Liga española, lo que equivale a decir del mundo. El remolino humano corea su nombre como un salmo propiciatorio de la buena suerte, mientras le tiende sus manos ansiosas de una bendición y aplaude. «¡Kanouté, Kanouté, Kanouté!»”. **

La portada de el Magazine El Mundo, 12 de augusto 2007 / EL MUNDO NEWSROOM

Es la curiosidad la que siempre le conduce a una historia. “Sobre Mehdi, escuché algo en la tele, pero nadie en España había hecho un reportaje sobre su historia. Había una pequeña noticia en la CNN”. Así que, cuando llegué a Bengasi en marzo de 2011, le pregunté a los guías que me acompañaban si podría hablar con la familia, con las hijas y con otras personas que lo conocieron”.

Mehdi era un padre de familia de 49 años, con un buen trabajo, apreciado en la comunidad. ¿Qué le llevó la mañana del 20 de febrero de 2011 a realizar el ataque suicida frente al cuartel general de las tropas de Gadafi, que lo convertiría en héroe y mártir? “Lo importante es ir al origen, porque allí todo el mundo conoce al personaje, y puedes empezar a crear un retrato”, explica Eduardo. El periodista fue a su barrio, habló con los vecinos y con la familia en su casa, fue a visitar su tumba, intentando comprender por qué decidió hacer lo que hizo.

El vecino vio a Mehdi salir de su piso, puerta 5, sobre las nueve y media de la mañana del 20 de febrero, cargando con dos bombonas de gas de cocinar de 18 litros. Le preguntó que adónde iba. “Voy a llenarlas. Se me han acabado”. Pero estaban llenas. (…) Cargó las bombonas en el maletero de su coche, un Kaya surcoreano de color verde oscuro de 2007. Poco antes o poco después metió dos bidones de gasolina de 20 litros. Se ha dicho que también llevaba dinamita TNT, pero su primo Mehdi Ali dice que no tienen prueba de ello. Con ese cargamento convirtió su coche de padre de familia trabajador, que sólo conoce la rutina diaria de la oficina y el hogar, en el coche-bomba que hacía falta para que el pueblo rebelado de Bengasi asaltase el cuartel general de Gadafi.***

Pagina 6 de la revista Crónica, edición nacional de El Mundo, 3 de abril 2011 / EL MUNDO NEWSROOM

Algunas veces, el retrato del personaje puede crearse sólo con la voz de la protagonista. La historia de Coral está contada en la forma de una larga cita, con las propias palabras de la protagonista. “Es mejor dar un testimonio desde el principio con su voz”, comenta el periodista. Aunque se hayan editado las citas para clarificar la historia, el sentido debe seguir siendo el mismo.

Eduardo nunca graba sus conversaciones, prefiere tomar notas a mano, escribiendo y editando lo más importante mientras su protagonista habla. A Coral, pudo irla conociendo durante el recorrido en coche de la prisión a su barrio y luego, de manera más formal, durante la entrevista en su casa.

En el caso de Kanouté, el periodista supo que en junio de 2007 iba a asistir en la ciudad de N’gabacoro Droit, en Mali, país de origen del padre del futbolista, al evento para la colocación de la primera piedra de una residencia de niños huérfanos. Tras meses tratando de encontrar el momento perfecto para escribir un retrato sobre Kaouté en un contexto diferente al del campo de fútbol, la oportunidad había llegado. Acompañado del fotógrafo Ricardo Cases, viajó a Mali para, desde la capital Bamako, desplazarse hasta el pequeño municipio de N’gabacoro Droit en el que la familia y un amplio séquito de organizadores del evento esperaban a Kanouté. Mientras estuvo allí, Eduardo pasaría mucho tiempo con el futbolista en el Mercedes negro ML-400 que tanta importancia tendría luego en el reportaje, acompañándolo en muchas situaciones distintas y conociendo a muchos otros personajes que le permitirían hacer un retrato humano completo del ídolo del Sevilla F.C.

Aunque Eduardo habla español, inglés, francés e italiano y puede entenderse un poco en portugués, comunicarse con personas de todo el mundo, en lenguas distintas, puede resultar difícil. “Si tienes voluntad, puedes incluso usar signos con las manos o Google Translate. Siem- pre hay alguien joven que habla inglés, español, italiano o árabe y que quiere ser tu traductor”. A medida que el ruido sube y baja en la sala en la que lo entrevistamos, el nivel de su voz también cambia, aunque él nunca quiera tener la voz más alta. Parece acostumbrado a comunicarse en circunstancias adversas.

Eduardo ha cubierto guerras en países extranjeros y se ha expuesto a situaciones de riesgo en otras muchas ocasiones, pero cuando está en el lugar de la historia, no tiene miedo. “El miedo sobre todo es antes de viajar. Porque imaginas muchas cosas exageradas y tienes miedo al desconocido que vas a encontrar, a lo que allí te vaya a pasar, a lo que vaya a ocurrir”. Una vez en su destino, el periodista habla con la gente y se da cuenta de que el peligro se puede controlar y de que las personas quieren ayudarle y protegerle. En las primeras páginas de su libro De Estambul al Cairo, diario de viaje por un Oriente roto (2009), el periodista escribe: “En esos momentos, cuando el desconocido-hermano te abre su casa, su corazón y su vida, como si llevara años esperando la hora de este encuentro contigo, te dices que ha merecido la pena venir a conocerlos, y te preguntas avergonzado por qué dudaste tanto”.

El reportero debe tener cuidado y permanecer con los ojos abiertos y el oído siempre alerta, lo mismo que debe hacer para encontrar la historia. El proceso de producción de un artículo puede a veces ser arduo. El reportero usa conexiones que hacen que el mundo parezca un lugar pequeño. Para la historia sobre Kanouté, tratándose de una estrella a la que es difícil acceder, contactó con el traumatólogo personal de Kanouté, Antonio Ojeda, el cual era amigo de otro periodista com- pañero de Eduardo en Sevilla. “Es una cadena, cuando buscas información, necesitas preguntar- le a muchas personas”.

Para el periodista, es importante mantener el contacto con los protagonistas de las historias, por- que pueden ayudarle en el futuro con otra historia o pueden servir de conexión. Además, siempre les da una copia del artículo después de publicado. En el caso de Coral no fue posible, ya que estuvo en la cárcel durante muchos años. “Me gustaría tener contacto con ella, pero no tengo su teléfono, podría intentar buscarla. Ojalá que esté libre”.

A lo largo de su vida, ha publicado más de 2.000 historias y ha editado 20.000 historias más de otros periodistas. Empezó su carrera en Radio Nacional de España, y luego escribió guiones para Canal Sur Televisión. Además de para El Mundo, ha trabajado para los periódicos Diario 16, en el que en otoño de 1994 publicó uno de sus primeros artículos, sobre los enfermos de sida; en El País, donde le publicaron su primera cobertura internacional sobre los refugiados ruandeses en El Congo; en Diario de Sevilla; y más reciente- mente, en El Español. Ha viajado a Afganistán, Mali, Libia, Ruanda, Egipto, Turquía, Irak, Israel, Marruecos, Colombia, los Estados Unidos, Perú o Cuba, entre otros muchos países. Ha publicado dos libros de reportajes periodísticos, el ya citado De Estambul a El Cairo, diario de viaje por un Oriente roto (2009) y Odiseas. Al otro lado de la frontera: historias de la inmigración en España (2006); la novela Capital Sur (2013) y el libro de poemas Pan americano (1999). También ha sido editor de un libro recopilatorio de gran- des textos periodísticos, Maestros del periodismo (2014). Eduardo del Campo estaba en Afganistán en otoño de 1996, cuando los talibanes tomaron el poder en el país. Estaba en Cachemira, cuando Pakistán y la India luchaban en disputa por el territorio. “A las personas les gusta leer las historias reales, que explican el mundo, y a todo el mundo le gusta ser escuchado”. •

* Fragmento de “Coral de mujer en cárcel para hombres”, Eduardo del Campo, El Mundo Andalucía, lunes 21 de enero de 2002

** Fragmento de“Kanouté: El ’ReyGol’ marca en África”, Eduardo del Campo, Magazine de El Mundo, edición nacional, domingo 12 de agosto de 2007

*** Fragmento de “El suicida de Bengasi y otros héroes”, Eduardo del Campo, suplemento Crónica El Mundo, edición nacional, domingo 3 de abril de 2011

Eduardo del Campo es el profesor del curso Migraciones en un mundo globalizado en CIEE Sevilla