Aquí trabajan héroes

Equipo de rayos X y CT del hospital IU Health Saxony

Para luchar contra nuestro enemigo invisible, la pandemia del COVID-19, la mayoría de personas tienen un papel simple: quedarse en casa para evitar la propagación del virus; sin embargo, los trabajadores hospitalarios arriesgan sus vidas para diagnosticar y tratar a los infectados. Entre ellos se encuentra Stephanie Busselberg, una técnico de rayos X y CT en IU Health Saxony, una división de IU Health en Fishers, Indiana. Como trabajadora esencial de la salud, sus días han cambiado drásticamente mientras desempeña un papel fundamental en la lucha contra la pandemia.

«Es lo que hago. Ayudo a la gente», explica. Stephanie todavía va a trabajar en el mismo lugar, a la misma hora y con la misma gente; sin embargo, poco más es lo mismo.

Al principio, pocas personas se dieron cuenta del potencial aterrador del nuevo coronavirus, que se introdujo por primera vez el 7 de enero de 2020 en China; sin embargo, la preocupación creció cuando Estados Unidos observó con horror cómo el gobierno chino impuso un estricto encierro en Wuhan el 23 de enero. Toda la ciudad fue puesta en cuarentena: cualquier intento de salir de la ciudad quedó prohibido. Empezaron a verse en internet vídeos de ciudadanos de Wuhan describiendo el pánico y caos en la ciudad. La cuarentena se ha utilizado como medida de control de la propagación de una enfermedad desde 1377; sin embargo, nunca se había intentado a tan gran escala. La situación provocó gran preocupación entre los ciudadanos de los Estados Unidos, especialmente teniendo en cuenta que, dos días antes, se confirmó el primer caso positivo de la infección 2019-nCoV en el país. El paciente era un hombre de 35 años del estado de Washington que había regresado una semana antes de Wuhan, después de visitar a su familia. Stephanie, versada en la historia de las enfermedades y las pandemias, sabía que las condiciones en los Estados Unidos probablemente empeorarían, pero nadie podía haber predicho que fuera tan rápidamente y con tal intensidad.

Un mes más tarde, se informó del primer caso de presunta transmisión local en California. Tres días después, se informó de la primera muerte por coronavirus en el estado de Washington. El 6 de marzo, el gobernador Eric Holcomb declaró la emergencia sanitaria en Indiana después de que un varón adulto que había viajado a Boston diera positivo en Indianápolis. El condado natal de Stephanie, Hamilton, anunció el primer caso positivo de COVID-19 un poco más de una semana después, el 15 de marzo. Fue en este momento cuando las cosas comenzaron a cambiar en el hospital de IU Health Saxony, división de Indiana University Health, el sistema de salud más grande y completo de Indiana. Saxony es uno de los 16 hospitales de IU Health y se encuentra dentro del el área residencial y comercial de Saxony, en la emergente comunidad del condado de Hamilton en Fishers. Entre sus instalaciones de última generación cuenta con 44 camas, seis quirófanos, un departamento completo de emergencias, un helipuerto para transporte médico y un complejo de consultorios médicos.

El 16 de marzo, el gobernador Holcomb prohibió cualquier cirujía no esencial en una orden ejecutiva destinada a permitir que hospitales como el de Saxony se centraran en la atención a posibles pacientes con coronavirus mientras al mismo tiempo liberaban camas y equipos de protección personal críticos, o EPP, como guantes y máscarillas. Sin pacientes no esenciales, la vida en IU Health Saxony se ha ralentizado drásticamente. A pesar del bajo tráfico en el hospital, Stephanie asegura que todavía hay mucho que hacer como técnico de rayos y CT.

De hecho, las radiografías de tórax y las tomografías digitales han pasado a primera línea en las pruebas de diagnóstico de imagen para el coronavirus, haciendo del trabajo de Stephanie parte esencial en la lucha. En el hospital, Stephanie pasa sus días diagnosticando pacientes con coronavirus. Cuando un paciente muestra un estado crítico, lo trasladan a un hospital asociado, como el hospital IU Health North, o a uno de los lugares del centro de la ciudad, donde IU Saxony ha prestado sus ventiladores.

«Es increíble lo mucho que hemos tenido que cambiar”, explica Stephanie. Antes de la pandemia, trabajaba sola examinando a los pacientes; sin embargo, ahora es fundamental que lo haga con un compañero con el fin de disminuir el riesgo para su salud personal. El proceso de realizar radiografías y tomografías es ahora un trabajo de dos pesonas, que a menudo intrcambian sus roles. Hay lo que llaman una «tecnología limpia» y una «tecnología sucia”. La tecnología limpia posiciona la máquina en la habitación, balancea la torre hacia la tecnología sucia y expone la imagen mientras la tecnología sucia trabaja estrechamente con el paciente. «No siempre trabajo con la misma pareja”, dice Stephanie. «Depende de quién más del departamento de rayos X esté allí ese día”.

Stephanie Busselberg’s message to us from her hospital.

 

Mientras que ella está realizando menos radiografías y tomografías que en un día típico antes del brote del virus, a Stephanie no le queda ningún tiempo libre, porque el proceso es ahora mucho más complejo. Esto se debe al tiempo extra que pasa antes, durante y después de cada examen garantizando su propia seguridad, la de su compañera y la del paciente. Cada vez que ve a un nuevo paciente, ya sea con síntomas de coronavirus o no, realiza un extenso proceso para ponerse y quitarse su equipo de protección personal, llamado «donning» y “doffing». El donning se realiza antes del contacto con el paciente y es un proceso potencialmente vital. Comienza desinfectando sus manos y luego ajustándose el vestido en el cuello y la cintura. Luego, se ajusta cuidadosamente la mascarilla, el gorro y las gafas protectoras. Una vez más, se desinfecta las manos antes de ponerse los guantes. Cada parte de su cuerpo queda cubierto y protegido del virus. El proceso de donning tarda aproximadamente un minuto y medio. El doffing se realiza después del contacto con el paciente y consiste en desvestirse muy lentamente y con cuidado para evitar entrar en contacto con cualquier contaminación que aceche al EPP. Este meticuloso proceso toma más tiempo que el donning; sin embargo, Stephanie describe cómo ella y otros sanitarios han acelerado el proceso de forma segura. Practicando varias veces todos los días, «estamos mejorando mucho en ello”.

A pesar de trabajar directamente con pacientes que tienen infecciones potencialmente letales, Stephanie nunca teme que su propia salud se vea comprometida. «Me siento completamente segura trabajando con pacientes con coronavirus. Es mi trabajo. Es lo que hago”, dice; sin embargo, cuando comenzaron a aparecer casos de coronavirus por primera vez en Saxony, aún no se había establecido un estándar de seguridad. Stephanie recuerda un caso en particular a principios de año, cuando un hombre ingresó tras haber sufrido una caída y se le tuvo que realizar una radiografía. Como no había venido con síntomas de coronavirus, no se tomaron precauciones, y nadie llevaba mascarilla. «Cuando recibimos las pruebas, sus pulmones se parecían mucho a los de alguien infectado con el virus. Fue aterrador; nos sentimos ingenuos por no haber tomado precauciones». Stephanie tuvo suerte de no haber contraído el virus, pero las cosas cambiaron en IU Health Saxony después de este susto.

Tras este retroceso, IU Health Saxony implementó normas que han logrado salvar vidas en todo el hospital. Antes de la pandemia, los pacientes podían presentarse directamente en la recepción y explicar el motivo por el que solicitaban su ingreso, pero ahora los pacientes pasan por un estricto control de detección del coronavirus antes de ser autorizados a entrar en el hospital. El evaluador le pregunta a cada paciente los motivos de ingreso. Si presentan síntomas de COVID, como dificultad para respirar, fiebre y/o tos, reciben una marca de verificación en su placa de detección. Además, cada persona en el hospital, ya sea un paciente o un sanitario, debe usar mascarilla en todo momento.

Algunos pacientes de COVID muestran sentimientos de culpa por venir y poder infectar a los trabajadores sanitarios, a pesar de todas las precauciones que Saxony ha establecido para protegerlos. «Recuerdo a una mujer en particular que se sintió superada por la culpa”, explica Stephanie. «Me rompió el corazón. Se me saltaron las lágrimas, porque eso es lo que hacemos, y para eso estamos aquí, para ayudar a la gente. No quiero que ningún paciente piense que tengo miedo de entrar en una habitación con ellos”.

Sin embargo, no todos los miembros de la comunidad han actuado tan desinteresadamente. El sábado 18 de abril, más de 300 Hoosiers llegaron a la residencia del gobernador Holcomb protestando por la orden de estancia en casa. Stephanie, al igual que muchos otros trabajadores de la salud en todo el estado, se sintió decepcionada al ver a los Hoosiers protestando por una orden que ha salvado a innumerables ciudadanos de contraer el virus. «Es una cuestión médica, no política”, explica. «Tenemos que dejar de preocuparnos por la política y centrarnos en la salud de las personas”. Sin embargo, mientras Stephanie ve el bien que ha traído la orden de permanecer en casa, también entiende las opiniones de los manifestantes. «Tengo sentimientos encontrados. Me preocupo por la economía, pero también me preocupa la depresión, la ansiedad, los alcohólicos, los niños en hogares abusivos y los niños en riesgo de exclusión social que dependen de la escuela para poder comer dos veces al día. Hay niños que necesitan salir de su casa”.

El objetivo de la orden del gobernador Holcomb era permitir que los hospitales se pusieran al día con el virus, y, según Stephanie, Saxony se ha puesto al día. «Algunos días tenemos cero pacientes con coronavirus y al día siguiente tenemos más de cuatro. Cada día es diferente”, explica. «Pero no hemos declinado. Ha sido bastante estable”.

A pesar del pequeño número de personas que han luchado contra la orden de permanecer en casa, la mayoría ha sido extremadamente solidaria. “Los vecinos nos están mostrando su apoyo todos los días. Los niños decoran las aceras frente al hospital con dibujos de tiza. Las empresas locales traen comida todo el tiempo. ¡Un día, la policía vino tocando sus sirenas y poniendo en su megafonía ‘Eye of the Tiger’ frente al hospital!” Stephanie añade a esta creciente lista todas las emotivas cartas de apoyo que han recibido. «Un acto de bondad los ha superado a todos”, explica. «El hijo de mi vecino y su equipo de béisbol nos pintaron pancartas en las que ponían ‘aquí trabajan héroes’. Eso alegró mi corazón y me recordó por qué me encanta trabajar en la sanidad: me gusta ayudar a la gente”. •