Durante el primer brote de la pandemia en los Estados Unidos, David Hobbie recibió dos resultados negativos erróneos para tests de COVID-19, demostrándose con ello la falta de preparación del país para la que sería su peor crisis sanitaria en décadas.
El 11 de marzo, antes de que entrara en vigor el aviso de quedarse en casa en Massachusetts, David Hobbie decidió que sería el último día que iría a la oficina hasta que terminara la pandemia. Hobbie es un hombre de mediana edad con antecedentes de asma leve. Su esposa Jeanne es también de mediana edad y tienen una hija de 17 años. Podía trabajar en casa y no quería arriesgarse innecesariamente.
Su esposa y su hija empezaron a ocuparse de hacer las compras. El único riesgo que tomó fue ir a ver a sus padres desde una distancia segura en una reserva natural.
El 28 de marzo, Hobbie y su hija comenzaron a sentirse enfermos. Él tenía 38 de fiebre, y ella más de 39. Llamó a la consulta del médico local y les preguntó si deberían ver a un médico porque estaba preocupado de que hubieran contraído el COVID-19. La enfermera que respondió le dijo que no acudirán, porque solo estaban experimentando uno de los síntomas.
Unos días más tarde, Hobbie comenzó a sufrir congestión en el pecho, dificultad respiratoria y fatiga extrema. Llamó de nuevo a la consulta, y esta vez la enfermera estuvo de acuerdo en que debían pasar, pero aún dudó en decirles si debían hacerse el test o no, a pesar de sus serios síntomas.
Jeanne lo llevó entonces al consultorio, porque en ese momento estaba tan enfermo que no se sentía capaz de conducir é mismo. Cuando llegó, una enfermera a la entrada los dirigió al segundo piso que estaba dedicado a pacientes con COVID-19. Estaba desocupado.
Después de unos minutos, una enfermera con equipo de protección personal completo entró y lo condujo a una sala de espera estándar, donde le tomó la presión arterial y los niveles de oxígeno. Una enfermera cualificada lo entrevistó sobre sus síntomas a través de una llamada de video en iPad para minimizar el tiempo que necesitaba pasar en la habitación con él. Después de mencionar que padecía de asma, decidió realizarle un test para detectar COVID-19.
«Pensé que debería ser muy fácil hacerse el test, pero no fue así», dice Hobbie. «Creo que la palabra mágica fue ‘asma’, porque una vez que les dije eso, me respondieron ‘oh, sí, deberíamos hacerle test”.
En ese momento, todavía era difícil hacerse un test de COVID-19 en cualquier parte del país. Según una investigación del New York Times de finales de enero, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) ya habían desarrollado entonces su propio test de COVID-19. Se suponía que era más preciso que la utilizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) porque, mientras que la de la OMS tenía dos secuencias genéticas que coincidían con los genomas del virus, conocidos como “sondas”, el test de los CDC tenía tres. Pero los investigadores pronto se dieron cuenta de que la tercera sonda del test de los CDC daba resultados no concluyentes.
En lugar de usar el test de la OMS, los CDC solicitaron de los laboratorios que dejaran de realizar la suya mientras descubrían la causa de los resultados no concluyentes. A mediados de febrero, Estados Unidos solo analizaba unas 100 muestras al día. El 24 de febrero, los CDC finalmente ordenaron a los laboratorios que usaran los tests originales de los CDC y omitieran la tercera sonda en lugar de esperar a los tests alternativos.
Mientras los CDC retrasaron el uso de su propia prueba, la Administración de Fármacos y Alimentos (FDA) no relajó las restricciones de otros fabricantes médicos que intentaban producir tests COVID-19. En lugar de pedirles que hicieran los desarrollaran mientras los CDC estaban resolviendo el problema con su propio text, la FDA continuó utilizando el estricto protocolo de aprobación estándar para las pruebas hasta principios de marzo. Debido a todos estos retrasos y regulaciones, las pruebas para COVID-19 aún no estaban ampliamente disponibles a principios de abril, cuando se le hizo el test a Hobbie.
Hobbie dio negativo según el resultado que recibió dos días después. Pero en ese momento, su esposa también estaba experimentando síntomas similares y Hobbie se sentía peor. De hecho, se sentía tan enfermo que estuvo llamando al consultorio médico casi cada hora y habló con una enfermera cualificada para asegurarse de que estaba suficientemente bien para no ir al hospital. La enfermera le indicó cuál era el umbral a partir del cual debía ir al hospital, considerando los riesgos que eso implicaría. Hobbie casi lo superó.
«Si hubiera sido un momento normal, sin duda habría ido al hospital, sintiéndome tan mal como me sentía”, explica.
Teniendo en cuenta cómo sus síntomas se correspondían con los del COVID-19, decidió regresar a la consulta para hacerse otro test, pero éste también resultó negativo. La médico cree ahora que aquellos resultados fueron erróneos.
«Ahora, cuando hablo con ella dice que sí, tienes COVID.’ Debido a que todos mis síntomas coinciden, la progresión, el hecho de que toda mi familia enfermó en un día o dos, el aumento de la fiebre en todos nosotros, la coincidencia en el tiempo, mis síntomas posteriores y su alcance. Todo eso es muy consistente con el COVID”, indica Hobbie.
El test que le realizaron está basado en una reacción en cadena de la polimerasa de transcripción inversa (RT-PCR). Para este tipo de test, se inserta un hisopo profundamente en la nariz del paciente. La muestra se envía a un laboratorio donde pasa por un proceso que extrae el ARN viral y lo amplifica si está presente. Los marcadores fluorescentes luego indicarán si el virus está ahí.
Este proceso se conoce como el «estándar de oro» de las pruebas del virus porque puede detectar incluso una pequeña cantidad del mismo. Investigadores de la Fundación para Nuevos Diagnósticos Innovadores en Ginebra, Suiza, realizaron cinco pruebas de RT-PCR COVID-19 y lograron una precisión de casi el 100% en tests positivos.
Los resultados inexactos se dan cuando las pruebas se toman en un entorno clínico en lugar de en un laboratorio. Según un estudio publicado en la revista Radiology, los usos clínicos de las pruebas de RT-PCR no son tan precisos, dándose resultados falsos negativos en aproximadamente el 30 por ciento de las ocasiones. Esto ocurre cuando el trabajador médico que toma la muestra no inserta el hisopo con la suficiente profundidad en la nariz, éste no toma una suficiente cantidad de muestra, el paciente es sometido al test demasiado pronto o demasiado tarde durante la fase de infección o el test tarda demasiado en ser analizado después de ser recogido.
Hobbie cree que cuando le hicieron el test por primera vez, la enfermera que tomó su muestra no insertó el hisopo lo suficiente dentro de su conducto nasal.
“La primera vez, fue un poco incómodo. La segunda, fue doloroso”, explica.
Después de haberse sometido a dos test, no es posible someterse a otro. La única forma de que Hobbie averiguara si había contraído COVID-19 era realizar una prueba de anticuerpos, pero el médico le dijo que no valía la pena.
«La doctora me explicó que habían estado siguiendo la prueba de anticuerpos muy atentamente y que no creían que ninguno de ellos fuera lo suficientemente fiable para justificar un test», explica.
Como no dio positivo, Hobbie no será incluido en la cifra oficial de casos en los Estados Unidos o en Massachusetts. Pero está lejos de ser el único con un supuesto caso de COVID-19 que no vaya a formar parte de las estadísticas. Hasta el 17 de mayo, los informes oficiales indicaban que había 86.010 casos de COVID-19 en Massachusetts. Pero, según un estudio realizado por el Equipo de Respuesta COVID-19 del Imperial College de Londres, alrededor del 13% de los residentes de Massachusetts, o casi 900.000 personas, probablemente habían sido infectadas antes de esa fecha.
Hobbie explica que el resultado presumiblemente incorrecto del test no le afecta personalmente, porque no está haciendo nada de manera diferente debido a los resultados, pero está frustrado por la respuesta que el gobierno de los Estados Unidos le está dando a la pandemia.
«Esta es la crisis sanitaria más urgente que hemos visto y que con suerte vamos a ver nunca, y lo todo estropearon por no disponer de test”, dice Hobbie. «No era fácil realizarlo. Es ridículo que no estén ofreciendo test a todas las personas que deberían hacerlo, y además la prueba es inexacta, lo cual es realmente frustrante”.
Los síntomas de Hobbie no disminuyeron hasta aproximadamente 50 días después de que comenzara a sentirse enfermo. En el día 40, trató de sacar a pasear sus perros, pero poco después de salir al jardín frente a su casa, comenzó a tener serios problemas para respirar y tuvo que regresar de inmediato a casa.
“Pensé que me iba a desmayar. Estaba respirando muy fuerte, y tuve que parar y agarrarme a la barandilla durante un minuto hasta que mi respiración se relajó nuevamente”, dijo. «Ahora Jeanne es la que pasea a los perros”.
A pesar de sus dificultades, Hobbie se siente agradecido de que su situación no sea peor. Su trabajo le permite tener disfrutar de una baja por enfermedad ilimitada, y tanto su esposa como su hija se han recuperado de la enfermedad.
«Como familia, podemos arreglarnos. No siempre es fácil, pero nos arreglamos”, explica. •