
En medio de la pandemia del Coronavirus, cada vez más amenazante, los institutos cerraron, dejando a los estudiantes de último año (séniors) de la clase de 2020 lamentándose por la pérdida.
10 de marzo, 2020
“Me despierto con el zumbido incesante de mi móvil en la mesita de noche a las 08:00 de la mañana. Dormiría todo el día si pudiera, pero mis responsabilidades como presidente de los séniores no me lo permiten. Mi cara está hinchada y mi cabeza todavía está somnolienta, pero me esfuerzo por salir de la cama y voy al baño para arreglarme y enfrentarme el día.
Una ducha revitalizadora me da la adrenalina que necesitaba para empezar. Tomo asiento en el tocador para pintar una cara que pueda reconocerse como la de Sydney Steinman. Después de ponerme camiseta y vaqueros, bajo con prisa, ya voy tarde. Cojo mi café con un poco de leche de almendra, una galleta y el almuerzo que preparé anoche, y cuando salgo ya son las 09:05.
Tengo suerte. La escuela solo está a dos minutos en coche, si no, llegaría tarde todos los días día, algo inaceptable siendo presidenta de la clase. Desde el final de la calle, puedo ver mi estacionamiento personalizado con rayas azules y mi nombre pintado en letras blancas. Cada estudiante del último año tiene el privilegio de pintar plaza aparcamiento, un evento que trabajé para planificar, y que incluyó comida para picar y música en vivo. Fue después de la primera semana de escuela cuando el hecho de que este año sería el último para nosotros comenzó a palparse. El evento fue genial, y ahora el aparcamiento está lleno de colores y diseños variados que muestran la personalidad de cada uno de los 587 sénior.
Dentro del edificio, encuentro enjambres de estudiantes de camino a las clases, cada uno buscando su camino a través de pasillos flanqueados por taquillas grises y casi llenos de cuerpos en movimiento. Desde el final del pasillo, puedo oír a mis amigas llamándome para charlar, pero voy a llegar tarde, así que les lanzo un saludo y giro a la izquierda hacia mi clase de gramática.
Como siempre, uso el primer bloque del día para seguir despertándome. Normalmente, la primera hora y media me sirve para desayunar y terminarme el café, todavía demasiado cansada para prestar atención a la lección de la mañana. Haré lo que hago siempre y terminaré mi trabajo de clase y la tarea durante el almuerzo. Suena la campana y voy hacia mi próxima clase del día, pero no antes de entrar en la sala de profesores para coger otra taza de café. Mi consejero me dice que debería recibir algún castigo, pero mi amistad con el decano de los estudiantes me permite seguir robando café sin consecuencias, así que lo hago.
Mi segunda clase del día es tan aburrida como la primera, pero resulta más difícil concentrarse en ella: matemáticas avanzadas. La odio. Tengo que prestar atención durante ese espacio de tiempo, así que lo hago.
Durante el almuerzo, mis amigos y yo llevamos nuestra comida envasada a la biblioteca y charlamos sobre nuestro día y los cotilleos de la escuela mientras comemos y trabajamos. Mi almuerzo nunca es nada especial, normalmente un bocadillo de mantequilla de maní y jalea que hice la noche anterior, junto con un puñado de snacks que normalmente no me como. Después de terminar nuestro almuerzo, mis amigos y yo nos compramos un helado.
Luego, regreso a clase, aburrida y cansada. El día está medio terminado y la cafeína me ha abandonado totalmente. La campana suena de nuevo y voy a mi última clase del día antes de irme temprano, otro privilegio de los seniors. Cuando no estamos en otoño y no tengo que practicar animación, no tengo que quedarme después de la escuela, así que me voy a casa.
Allí me relajo, preparándome para hacer lo mismo de nuevo mañana, pero no sabía que hoy sería el último día normal. ¿Quién podría haber pensado que echaría de menos la monotonía de la escuela?”
11 de marzo, 2020 — 11:00 de la mañana
“Mi madre me despertó esta mañana con malas noticias. Debido al riesgo creciente de la propagación del COVID-19, el gobernador de Virginia ha cancelado la asistencia a las escuelas indefinidamente, probablemente hasta el verano. Inicialmente, no entiendo los detalles de este anuncio, ya que normalmente es algo bueno que la escuela se cancele, como en los días de nieve, pero, en un contexto semipermanente, es triste. Cuando estoy un poco más despierta, empiezo a entender las consecuencias de no tener escuela. No son simplemente unas vacaciones extendidas, sino un periodo de cuarentena total. Estaremos apartados de nuestros amigos y no podremos participar en las festividades de nuestro último año de colegio, que tan duramente habíamos trabajado para planificar.
Paso la mayoría del día creando un plan sobre cómo podemos seguir con los eventos del año. Redacto el borrador de un anuncio para la cuenta de Instagram de la clase de 2020, explicando cómo, aunque no podamos ir al prom ni a la graduación, ni participar en algunas de las ceremonias diseñadas para honrar a los seniors, encontraremos una manera de disfrutar de nuestro último año de colegio.
Mi mejor amiga, Macy, me llama llorando. Está devastada sobre la pérdida del prom y la graduación, dos de los eventos principales que tenía muchas ganas de experimentar durante el año. Insiste en que hacerlos a través de Internet no será lo mismo, y tiene razón. No hay nada más que podamos hacer”.
11 de marzo, 2020 — 9:00 de la tarde
“El presidente Trump acaba de dar un discurso. Mi hermana, Sam, tiene que regresar a los Estados Unidos. Mis padres están frenéticos intentando obtener un vuelo para ella, cualquier vuelo de España a Estados Unidos antes de que cierren las fronteras mañana a media noche. Son las 03:00 en España, pero Sam está despierta y buscando vueltos también. Tiene clase mañana a las 09:00, pero mis padres le dicen que regresar a los Estados Unidos es más importante. Puedo sentir el estrés creciente mientras buscan vueltos en Internet, tratando de rescatar a su hija. Han abierto tantas ventanas de Internet que puedo escuchar el ventilador del ordenador desde la cocina, intentando prevenir un sobrecalentamiento”.
11 de marzo, 2020 —11:20 de la noche
“Mi hermana tiene un vuelo. La prensa ha lanzado una clarificación de la declaración de Trump sobre el cierre de las fronteras para tranquilizar al pública; los ciudadanos norteamericanos podrán regresar. Sam todavía está despierta, son las 05:20 de la mañana allí, pero nos asegura que no va a ir a clase. En vez de eso, va a comprar otra maleta, porque no podemos visitarla y traer un poco de su ropa a casa, y empacar para su vuelta el 13”.

13 de marzo, 2020
“Mi hermana está en casa. Se quedará en el sótano durante las próximas dos semanas, de manera que podamos estar seguros de que ella no desarrolla síntomas del virus y no nos lo puede contagiar. No sé lo que ella está haciendo ahí abajo, pero sé que en ausencia de una cama, ha juntado dos sofás para crear un nido. No podemos estar en el mismo cuarto que ella, así que habitualmente le dejamos la comida en el rellano de las escaleras.
Cuando cancelaron la escuela, decidieron mantener nuestras vacaciones de primavera, por eso esta semana, no tenemos nada que hacer. He estado durmiendo tarde y pintando mucho, con una buena cantidad de televisión. Lo disfruté durante los primeros días, pero ahora me siento perezosa”.
26 de marzo, 2020
“Las vacaciones de primavera se han terminado y ya tenemos nuestras propias rutinas. Mi madre nos despierta a las 10:00 de la mañana para que podamos tener aproximadamente una hora para el desayuno y seguir despertándonos antes de empezar las clases del día. Mi hermana ha salido de la cuarentena, así ahora está incluida. A las 11:00, Sam, Charlie y yo estamos alineados en la encimera de granito, haciendo nuestras listas de quehaceres e intentando ser productivos para apaciguar a nuestra madre. Charlie solo está en su segundo año de colegio, así que tiene una cantidad de trabajo mínimo, porque los maestros están facilitando su inmersión al volumen de trabajo. Sam, en su tercer año de universidad, tiene algunas horas de tarea cada día, pero le gusta seguir trabajando para luego tener más tiempo de relajarse. Sólo después de mostrarle nuestras listas de quehaceres, podemos regresar a nuestras habitaciones, donde tomamos una siesta o vemos la televisión durante las horas previas a la cena.
Mi padre está en su oficina, manteniendo llamadas de teleconferencia, intentando resolver cada detalle de su empresa así que puedan seguir trabajando remotamente. Sus días son más largos que los nuestros, trabajando durante la mayor parte del día y después surgiendo de detrás de sus puertas cerradas a las 18:00, como si volvieran de la oficina.
Hay un contraste crudo entre mi vida antes de la pandemia, monótona pero llena de amigos y vida social, y ahora, viendo las mismas cuatro caras cada día y nunca pudiendo cambiar mi entorno. Me quejaba sobre no poder estar holgazaneando todo el día, y ahora es todo lo que puedo hacer y estoy harta. Haré lo que sea por terminar el año de la manera en la que habíamos pensado que lo haríamos.
Ahora, no salimos de nuestras casas a menos que sea para tomar uno de los caminos permitidos en el parque o para conducir en nuestros coches. Mi padre es la única persona de nuestra familia que en realidad va a lugares, es nuestro comprador de comestibles. No permite que nadie más vaya al supermercado, porque tiene miedo de que caigamos enfermos. Va cada 10 días más o menos, llevando una capa doble de los guantes de látex azules de la caja que está perpetuamente en la encimera, y una mascarilla de tela hecha por mi madre, y compra todo que lo que necesitamos de una lista pegada en el interior de la puerta de la despensa. En el primer viaje, también cogió unos 20 platos preparados, no quiera Dios que caigamos en una escasez de alimentos”.
9 de abril, 2020
«Acabo de comprometerme con la universidad de Pittsburgh. Fue una decisión difícil de tomar entre Pitt y Clemson, porque solo tuve la posibilidad de visitar Clemson antes de la clausura, y no he visto el campus de Pitt. Fuimos a visitarlo la semana pasada, pero por culpa del coronavirus, no pudimos, así que tuve que hacer mi elección sin verlo. Por suerte, pude hablar con una chica que va a esa universidad, y eso me ayudó a decidirme. Sólo espero haber hecho la elección correcta.
También hay un estrés añadido por la corriente volatilidad de la economía. He visto a amigos perder sus fondos, algo que pone en peligro la posibilidad de tener poder ingresar en la universidad en otoño, si podemos hacerlo con seguridad.”

1 de mayo, 2020
“Hoy es el día de la decisión e íbamos a celebrar el Prom por la noche. Cada sénior habría llevado la camiseta de la universidad de su elección y se habrían reunido en el gimnasio para sacar fotos con sus amigos. Siempre ha sido un día para celebrar el pasado y el futuro, pero hoy es un recordatorio sombrío de que es posible que no vayamos a la universidad en otoño después de todo nuestro duro trabajo.
El día de hoy me ha hecho pensar en el futuro. Muchos estudiantes revelaron que tomarán un año sabático antes de ingresar en la universidad para que poder recuperar la matrícula que perdió su familia en la bolsa. No puedo dejar de pensar en el resto del mundo. Todo el mundo ha perdido eventos importantes y miembros de sus familias con este virus, y aunque el futuro parece desolado, nos hemos recuperado de tragedias así antes, así que seguiré con mi fe.
Los dos últimos meses han sido difíciles por no poder participar en los eventos que había planeado para los seniors y tenido muchas ganas de disfrutar desde que comencé en la escuela, pero sé que lo mejor todavía está por venir. Cuando el mundo regrese a la normalidad, seguiré adelante con mi educación y recordaré las lecciones que he aprendido de esta experiencia”.
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Este testimonio está escrito desde el punto de vista de mi hermana menor, Sydney Steinman, sénior en el colegio de Riverside en Leesburg, Virginia, USA. Elegí subrayar su experiencia con la pérdida de varias tradiciones asociadas con su último año de colegio y cómo ella ha soportado la pérdida.