La historia de Adrián Huici, entre Argentina y España en busca de trabajo y conocimiento

El doctor hispano-argentino Adrián Huici, profesor de la Facultad de Comunicación de Sevilla.

PROYECTO DEL CURSO ‘MIGRATIONS IN TODAY’S GLOBALISED WORLD’

En el año de 1987, un argentino tomó la decisión más importante cuando empacó la mayor parte de su vida en una maleta, y se subió junto a su mujer en un avión hacia Madrid, España. Dejando todo lo que conocían en el campo a 20 kilómetros de Bahía Blanca, la pareja de recién casados se embarcó en un viaje en busca de una mejor educación, trabajo y una experiencia nueva.

Adrián apenas había comenzado su doctorado en Argentina cuando tomó la decisión de terminar su educación en un país más estable que su patria. Aunque él estaba y todavía está orgulloso de haber nacido argentino, sabía que había más para él. Estaba cansado de tener que hacer trabajos a tiempo parcial sin poder enfocarse completamente en sus estudios. Tampoco era ideal el sistema de educación en Argentina, recuerda ahora. Como no pagaban bien a los profesores de las escuelas y universidades, ellos también tenían que dividir su tiempo entre varios trabajos, incluso como camareros, además de ser maestros. Por eso no podían dedicarse exclusivamente a la educación de sus estudiantes. Y si apenas tenían bastante dinero para cubrir sus costos de vida, tampoco iban a tener dinero para comprar libros, computadores y otros materiales necesarios para la educación.

Y eso influye en la calidad de la educación.

La economía influye en la calidad de la educación.

Y para poder recibir una educación adecuada y vivir cómodamente, Adrián sabía que era necesario mudarse a España, donde la economía era más estable.

Así se mudó a Madrid a la edad de treinta y dos años con un visado que le daba permiso para estudiar durante seis meses. Allí, tomó unos cursos de literatura española junto con su mujer. Mientras estaban en Madrid, en Argentina hubo una gran crisis económica y política. Para Adrián, quien ya vino a España con el sueño de quedarse, esa noticia hizo más fácil tomar la decisión de alargar la estancia y buscar un trabajo permanente.

Para su mujer, no tanto.

Y para su madre, menos.

En sus cursos en Madrid uno de sus profesores era Manuel Ángel Vázquez Medel, un profesor que dirigía también una editorial en Sevilla, Alfar. Ese profesor le consiguió a Adrián un trabajo en la editorial.

Todo iba bien.

Pero surgieron complicaciones debido a su visado, que solamente le permitía quedarse en España seis meses. En esa época, la ley de extranjería era muy estricta. Decía que ningún extranjero podía conseguir un trabajo que pudiera realizar un español. Solamente los extranjeros que son expertos en algún trabajo que ningún español conoce pueden obtener un permiso laboral. Probablemente era para evitar que los españoles se quejen y digan que los extranjeros están robándoles trabajo. Entonces era difícil obtener un permiso de trabajo.

Por suerte, el profesor creía que Adrián era un activo valioso para la editorial y le ayudó a conseguir el permiso. Como el profesor tenía contactos con el gobierno, conseguir el permiso para Adrián fue un proceso más fácil de lo habitual. Y finalmente, en el año 1988, obtuvo el permiso y se mudó a Sevilla con su mujer.

En seguida hizo amigos sevillanos que todavía son grandes amigos hoy. A su mujer y a él, los sevillanos les han recibido y tratado muy bien. Tenía un buen trabajo y buenos amigos que le ayudaron a integrarse mejor en un nuevo ambiente.

Estaba feliz.

Pero para Adrián, todavía había más y mejores oportunidades esperándole.

Después de dos años en la editorial, hubo una oferta de trabajo en la Universidad de Sevilla. Se había creado la Facultad de Comunicación, que antes no existía. Entonces, consiguió entrar como profesor, gracias a que ya había terminado su tesis doctoral. No le aceptaron inmediatamente, pero en unos años, ganó un concurso y le dieron la posición de profesor. Desde allí, su vida se desarrolló de forma muy suave.

En el año 1992, consiguió su nacionalidad española sin problema. La ley permite nacionalizarse a los descendientes de españoles. Y si no, quien ha vivido durante dos años seguidos en España puede obtenerla también, si procede de un país latinoamericano. Como Adrián había vivido en España más de dos años gracias al profesor que le ayudó a empezar su carrera en la editorial, el gobierno le concedió la ciudadanía española. Ahora tiene dos nacionalidades.

Argentino y español.

El gobierno también le dio la nacionalidad española a su mujer por ser esposa de un ciudadano. Y desde entonces, los dos nunca han tenido ningún problema de visado.

El profesor Adrián Huici pronuncia una conferencia en un encuentro sobre comunicación y política.

Ahora, Adrián es profesor titular la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. Vive con su mujer y su hijo de 20 años. Tiene varias publicaciones sobre su investigación en propaganda y literatura. Es un hombre exitoso y feliz con su vida, pero también es un hombre muy afortunado.

Y puesto que gana bastante dinero como profesor sin tener que hacer otros trabajos a tiempo parcial, también visita a su familia en Argentina casi cada año o cada dos años. Como su mujer siempre está pensando en Argentina y su hijo quiere pasar tiempo con sus primos de allá, casi todos los veranos regresan.

Sin embargo, hay una persona en la vida de Adrián que nunca ha podido aceptar su decisión de quedarse en España. Su esposa no estaba emocionada con la decisión al principio, pero ella entendió que era la mejor opción para su futuro y su nueva familia. Pero la madre de Adrián, hasta el día en que se murió, se negó a aceptar la decisión de su hijo. No importa que su hijo le explicaba que España estaba mucho mejor económicamente. Que estaba feliz con su trabajo. Y que podía visitarla todos los años.

Nada.

“Era una cuestión puramente emocional, no racional. Era una cosa del corazón, no de la razón”.

Y por eso, su madre juró que jamás viajaría a España.

Aunque esto era difícil para Adrián, él nunca se arrepintió de su decisión de mudarse y quedarse en España. Porque si se hubiera regresado a Argentina, no estaría contento con su vida, especialmente con la crisis que ocurrió. No estaría en paz. Terminaría cada día muerto de cansancio porque probablemente estaría haciendo múltiples trabajos. En cambio, en Sevilla, la universidad le paga para poder leer y estudiar lo que él quiere.

Y para él, eso es la felicidad absoluta.

Aunque es cierto que tuvo mucha suerte con todo porque conoció a las personas adecuadas que le ayudaron, también se puede dar crédito a su certeza y su convicción. Desde el principio, Adrián sabía que era bueno para él y su futuro. No dejó que nadie lo detuviera para lograr sus sueños. Siempre estuvo seguro de su decisión y nunca miró hacia atrás. Y por eso, pudo experimentar algo nuevo en un país extranjero y vivir felizmente. Pudo ampliar sus horizontes fuera de su campo en Argentina y abrir su cabeza a nuevas ideas y descubrir sus propios pensamientos.

Y si Adrián tuviera la oportunidad de regresar al pasado y tomar la decisión otra vez, él haría lo mismo en un instante.