
Cuando él entre al aula, ésta se llena. Es alto y ancho, con una presencia que exige respeto. A primera vista, su cojera parece un lento pavoneo, como un oso pardo cazando o buscando bayas, que no sabe lo que va a encontrar primero. Merodea por la escuela, silencioso, pero con un rugido de voz que puede sonar en cualquier momento.
Dan Morrison es un hombre que lo ha sido todo. Trabajador petrolero, soldado durante la guerra de Vietnam, foto-periodista en Afghanistan, profesor, esposo, padre, y ahora entusiasta de los osos. Una obsesión apropiada.
“Si encuentras un grizzli, no debes correr. Debes luchar. Pues, vas a morir, pero los grizzlis pueden correr a 35 millas por hora”, les dice a sus estudiantes durante una lectura sobre su trabajo en Alaska, y es verdad. Ríe con su perilla extendiéndose por la boca y su nariz grande y redonda. La risita es muy diferente a su voz. Sus orejas se levantan con su sonrisa. Y los estudiantes, aunque la idea de luchar contra un oso les de miedo, tienen que reírse también de la actitud de su profesor, sonreír en la cara del horror. Los estudiantes pueden ir con Dan a Alaska, si son los mejores de los mejores, si no tienen miedo, si trabajan duro.
Les muestra una serie de fotos increíbles. Agua de un río corriendo, congelada en el aire fresco, un momento que no se puede ver en la realidad pero que, con su cámara, Dan puede captar. Pinos altos espolvoreados por la nieve en el verano, con un águila orgullosa posada en sus ramas. Un oso con un salmón, todavía quizás vivo, entre las fauces de la muerte, con una cara de horror casi cómica. Se puede sentir la adrenalina del momento.
Y la próxima foto, una mujer metropolitana, pelirroja, con gafas y un abrigo de invierno al sol.
“Ah, esa es mi mujer,” dice Dan, mientras su cara cambia de la de un niño atrevido a la un niño enamorado. “Deb es profesora de publicidad en la escuela.” Los estudiantes que han tomado clases con él antes ya lo saben, y otros ya conocen a Deb, una de las profesores más populares en la escuela. Pero es divertido escuchar a un oso de hombre hablar con tanto amor sobre su esposa. “Nunca había pensado que me casaría, pero fue la mejor decisión de mi vida”, y todos saben que es verdad. “Tenemos tres hijos. El menor es actor en California, lo cual es ridículo, pero salió en un anuncio. Mira”. Sus ojos de color madera y miel brillan bajo sus cejas espesas. Ahora, Dan se parece mucho más a un osito de peluche que a un oso pardo.
Después de clase, toma el elevador al tercer piso para ir a su oficina. Hay esculturas de osos, pinturas de osos, fotos de osos. Una pared simplemente tiene fotos en blanco y negro, algunas de sus fotos favoritas en la historia del periodismo: imágenes duras de las guerras y el sufrimiento de los inocentes. Hay un letrero que dice: “Llorar en clase no está permitido,” pero también hay cuatro cajas llenas de caramelos diferentes para los estudiantes. La verdad es que su amor nos reconforta a todos nosotros.