Las aventuras de Christina

Hay días cuando ella lleva mallas y una camiseta que halaga su pequeña figura. Su cabello largo y suave se extiende sobre la espalda. Pero durante el invierno, cuando le resulta muy difícil salir de la cama, sus rizos van recogidos en un moño desordenado en lo alto de su cabeza.

“¡Gracias por venir!, dice según un cliente sale de la tienda. Una sonrisa falsa para cada cliente que entra o sale de la tienda de para luego ir a limpiar y ordenar otra vez. El tiempo no puede pasar más lentamente.

Aunque no es grande, nada le da miedo. El día no ha empezado bien para ella. Y este chico está de humor para bromear.

—¡Christina, ven aquí!

Y, como son “amigos”, ella viene a charlar dos segundos, pero según ella va hacia su silla, él le tira del cuello de su camiseta.

No le duele. Pero para, se da la vuelta y lo mira fijamente con ojos llenos de furia y un poco de cansancio… “No te pegaré”, dice él.

—No voy permitir que nadie me tome el pelo.

Y con un solo golpe ella le deja la marca de sus dedos en la mejilla.

Christina se ríe entre dientes mientras nos cuenta esta anécdota en la cola del supermercado. No sé porque, pero ella me hace sentir vergüenza cuando otra gente puede oír sus historias. Aunque, con el tiempo, me doy cuenta de que les gusta oír su vida graciosa. Con cada historia, la manera en la que ella las cuenta parece una montaña rusa. No se sabe qué va a pasar. Con este regalo, es fácil encontrar su luz en cada cuarto. Con cada palabra, cada chiste, ella posee una presencia muy fuerte, que captamos como mariposas nocturnas a la luz. Uno quiere saber qué es lo próximo que dirá… casi siempre.

Porque cuando has escuchado siempre la misma historia, ya no sientes interés. No sé cuando empezó esto, pero es probable que Christina, con muchos años de practica, aprendiera a contar su vida por primera vez a través de sus sueños. Siempre, siempre, cuando éramos niños…

—Leo, Leo ven aquí, anoche soñé que… había un monstruo… con tres ojos, y solo una mano con tres dedos. Y había gente corriendo detrás de mi, disfrazadas de gato. ¡Y todos trataban de matarme!
—Interesante, Christina. Voy a dormir.

Gracias, Christina, por elegirme para escuchar tus aventuras.