Palabras Necesarias

Elena muestra su libro y el poema ‘Lilit’ / ANNA MORRIS

La Biblioteca Pública Infanta Elena de Sevilla ofrece encuentros con escritores que comparten sus creaciones con el público y dialogan con ellos sobre su forma de entender su arte. Con la asociación Sevilla Diversidad LGBT este marzo, Elena Flores, poeta y activista lesbiana, ha leído algunas de sus poemas y ha hablado con los asistentes sobre la representación del colectivo LGTB en la literatura de España.

Busco el paraíso de tu cuerpo,me corrompes con tu ausencia cuando hablamos,me corrompes con tu ausencia cuando hablamos,

Busco el paraíso de tu cuerpo,
me corrompes con tu ausencia cuando hablamos,
del edén salgo
a buscarte en el mar de los súcubos.
Y quiero enredarme en ti y
romper las reglas del paraíso
que perderé,
pues estoy contigo
no importa que los infiernos me aten.

La voz de Elena Flores fluye con la suavidad de un río tranquilo en un pequeño salón de la biblioteca pública Infanta Elena de Sevilla. La audiencia que ha venido a escucharla esta tarde de primavera absorbe sus palabras en silencio y se transporta al interior de su mundo poético. Ella mueve sus pies al ritmo de su verso libre, sutil y espontáneamente, mientras sus palabras vuelan de su boca como las mariposas estampadas en su camisa blanca.

Aunque es de Madrid, vive y trabaja en Sevilla. “Me vine a esta ciudad por amor, nunca mejor dicho”. Antes del evento, con su mano apoyada en la mesa llena de sus poemarios, Elena ha hablado de sí misma con confianza y cercanía. Poeta, profesora de español para extranjeros y activista, es la única lesbiana que trabaja en la asociación Sevilla Diversidad LGTB, responsable de la organización de este encuentro que honra el mes de la mujer y el día internacional de la poesía, el 21 de marzo.

El evento se llama Feminidad bíblica y homoerotismo en la literatura y el texto que lee Elena, Lilit. Es parte de su poemario Cábala: Amor, publicado en 2016. “El lenguaje es un juego de palabras y la poesía es su mayor expresión”, ha explicado. Su libro explora temas del mundo LGTB a través de mitos bíblicos como el de Eva y Adán –Mujer con manzana- o Caín y Abel –Caín y Abel: profecía-. Su pasión por la escritura nació en su juventud. “Estudiaba música y me inventaba las canciones”. Cuando tenía 15 años, empezó a escribir poemas y a profundizar en el mundo de la literatura. “Es necesario escribir literatura LGTB porque no existen referentes”, ha afirmado. “Es muy necesario darle a la gente la posibilidad de leer cosas que la representa”.

Quiero beber de tus ojos
y paladear en tu mirada
ardentísima:
fuego que quema.
Un fuego que se nos esparce por el cuerpo.

Elena continúa leyendo. El micrófono capta cada sonido de su voz y sus palabras dan color al blanco de las paredes y de las sillas de plástico del salón. La audiencia escucha, piensa, siente.

España es un lugar relativamente tolerante con los miembros de la comunidad LGTB, algo que no es la norma en todo el mundo; se estima que unos 175 millones de personas de este colectivo viven todavía en situación de peligro: en 72 países, la homosexualidad sigue criminalizada y en ocho de ellos se castiga con la pena de la muerte. Pero el camino en este país ha sido largo. En los años 60, mientras en Estados Unidos se daban los primeros pasos en la lucha por los derechos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, España vivía aún bajo el gobierno dictatorial de Francisco Franco, que había modificado en 1954 la Ley de Vagos y Maleantes para incluir en ella a los homosexuales. Desde entonces hasta 1979 –y aunque en 1977 se celebró el primer día del Orgullo Gay, en Madrid- la homosexualidad fue ilegal en España. Durante la dictadura, muchos homosexuales fueron encarcelados y sufrieron abusos mentales y físicos en el encierro. A partir de 1979, sin embargo, los avances en la lucha por los derechos del colectivo fueron rápidos y, en 2005, España se convirtió en el tercer país del mundo en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Con todo, aún queda trabajo por hacer. “En Sevilla, hay zonas abiertas, pero no quiero decir que es totalmente así”, ha matizado Elena, tras hablar de sí misma y de su trayectoria artística. Aún existe discriminación hacia la comunidad LGBT. “Yo he vivido casos de microhomofobia. Te puedes encontrar que alguien se te queda mirando porque le das un beso a tu novia, o porque hay dos chicos que van de la mano”. Muchas veces, la gente insulta además de quedarse mirando. En el año 2017, hubo en España al menos 623 incidentes de odio por homofobia, transfobia o bifobia, según un informe de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales (FELGTB). “Hay una imagen de España en la que todo es fácil aquí para este colectivo, pero aún hay mucha gente con problemas. Y no son fáciles de superar”. Sin ir más lejos, este pasado mes de abril de 2019, se ha sabido que un obispo de Alcalá de Henares (Madrid) ha hecho terapia en secreto desde 2009 para tratar la homosexualidad.

Para Elena, sus poemas son un servicio a su comunidad, algo que hace falta. “Cuando yo escribo un libro últimamente, es porque creo que la sociedad lo necesita”. El tema de su próxima obra, que saldrá este otoño, es la transexualidad. La autora piensa que la gente en España no tiene mucha conciencia sobre ella. “Es verdad que ser homosexual o bisexual es muy distinto de la cuestión trans. Yo no lo soy, pero creo que esta comunidad necesita una visibilización. Hay que dar facilidades para que todos podamos seguir adelante. Para que la sociedad sea un poco más tolerante”.

Pues será la noche quien te guarde
en el secreto eterno de nuestra locura
sin tener más juicio

que el saber quién soy y a quién
estoy amando.

Con ligereza, Elena lee las últimas palabras de Lilit. Las ha recitado decenas de veces antes en sus ensayos, y de ello resulta una emocionante fluidez. La honestidad y el cariño de su escritura llegan a la audiencia. De todas maneras, es consciente de que el alcance de sus poemas para ayudar a la comunidad es limitado. “Quizá la poesía no es la forma más adecuada, porque es compleja. Pero, bueno, al final es arte”. Es arte, y como tal puede contribuir a ensanchar los límites de los cánones literarios y desarrollar otros más inclusivos. Aunque la sala donde acaba de terminar la lectura es pequeña, las poderosas palabras de Elena viajarán más allá de estas paredes. La autora recita el verso final, la audiencia aplaude. Y ella, con una sonrisa, cierra el libro.