
PROYECTO DEL CURSO ‘MIGRATIONS IN TODAY’S GLOBALISED WORLD’
Marie (nombre ficticio para nuestra protagonista, que pide anonimato) toma un sorbo de su café con leche y hace una pausa antes de hablar. «Me cae bien la gente de Alemania, pero la gente de Sevilla es más simpática», dice, reflexionando sobre las diferencias culturales. Viste una camisa rosada con mangas cortas y jeans enrollados. Su pelo rubio cae por debajo de sus hombros. Cuando ves a Marie, parece más o menos claro que no es de Sevilla. De hecho, no es de España en general. “Hay una ciudad en Alemania que se llama Hamburgo, como hamburguesa. Muy cerca de esta ciudad está Kiel”. Aquí está su hogar.
“¿Cómo es el café de Alemania?”, le pregunto, anhelando una taza grande de café americano. “Sinceramente, no lo sé. Yo no bebía mucho café antes de mudarme a Sevilla”, responde. La cultura del café en Sevilla ha sido uno de los muchos ajustes que ella ha tenido que hacer en su travesía por España. “Ahora, yo voy a este café casi todos los días”, dice sobre su local favorito.
Marie se mudó a Sevilla hace cinco meses para ser niñera, au pair. Ahora, ella parece muy acostumbrada, pero no fue un camino fácil hasta lograr sentirse segura. “Mi primer mes en Sevilla fue fatal”, recuerda. Era su primera vez fuera de su casa, y durante un tiempo corto ella creyó que había cometido una equivocación horrible. La temperatura calurosa, la ciudad grande, el estilo de vida de salir todas las noches, todas fueron cosas a las que tuvo que acostumbrarse en Sevilla.
También, los niños en su casa eran distintos. “Ellos son un poco maleducados a veces”. Dice que en Alemania el comportamiento de los niños es mucho más importante. Los niños alemanes que ella conoce son más tranquilos y quieren pasar el tiempo dentro de la casa, haciendo actividades relajadas. En cambio, Marie y sus niños pasan muchos de sus días en el parque en el centro de la Alameda. “Cuando era una niña, podía pasar horas escuchando un audiolibro o pintando. Los niños aquí siempre quieren estar afuera de la casa”.
Es decir, su transición a la vida española no ha sido fácil. Pero, en sólo cinco meses, su español ha mejorado tremendamente y ella ha aprendido a querer el país. Marie habla tres lenguas: alemán, inglés y español. También sabe un poco de francés. Antes de ir a España, su inglés era mejor que su español. Pero, después de estos cinco meses, su español es “mucho mejor» que su inglés, y esto no ha sido por casualidad. Ella viajó a España con la intención de aprender español. Podía elegir entre venir aquí o ir a Suramérica, pero no le tomó mucho tiempo decidirse por España, que está a menos de tres horas en avión de Alemania. “Me encanta la Navidad”, dice, “y era muy importante para mí poder volver a casa en las vacaciones”.
Después de elegir España, tenía que decidirse por una ciudad dentro del país. Esta decisión fue más difícil. Marie habló con dos familias diferentes: una en Sevilla y otra en Barcelona. Por último, la familia de Sevilla le cayó mejor que la de Barcelona. “Era un poco como salir con las familias”, bromea; “es muy importante que elijas la familia en vez de la ciudad. Si no te cae bien la familia, la experiencia va a ser mala”. Y, al fin, siguer a la familia en vez de a la ciudad a funcionado para Marie, porque ella está muy contenta con su colocación. “Me gusta que ellos están allí para apoyarme cuando lo necesito”.
Aunque Marie evidentemente es una viajera, no le gusta mudarse con mucha frecuencia. Ella quiere tener una casa central. Cuando ella estaba eligiendo sus planes después del colegio, también tuvo la oportunidad de participar en una programa para viajar y trabajar en la agricultura. “Mucha gente joven alemana trabaja en el campo en países diferentes del mundo. Pensé hacer esto pero abandoné la idea porque, a fin de cuentas, me gusta tener personas alrededor como apoyo” y cree que en el campo iba a estar más sola que de au pair con una familia.

El año sabático que se está tomando antes de entrar en la universidad es la mayor experiencia hasta ahora en su vida. Participa así en un fenómeno habitual entre los jóvenes alemanes que salen a recorrer el mundo. Según Marie, un año sabático es extremamente popular: “Probablemente, el 50% de los jóvenes alemanes están en Nueva Zelanda o en Australia en el campo”, trabajando a cambio del alojamiento, la comida y algo de dinero. Sabiendo que un año sabático no es muy común en los Estados Unidos, incluso en las comunidades ricas, le pregunto a Marie por qué los jóvenes alemanes quieren tomarse un año libre. Ella responde que “no saben qué van a hacer antes de la universidad, entonces simplemente toman un año para viajar y buscar sus identidades”.
Este concepto de tomar un año para pensar es muy interesante. En mis discusiones con mi familia española, ellos siempre dicen que los jóvenes españoles no tienen tantas opciones. En cambio, sus futuros están determinados por las calificaciones de sus exámenes de ingreso. Muchos españoles quieren ir a la universidad, pero no pueden entrar en su carrera favorita como resultado de sus exámenes de ingreso, porque no alcanzan la nota mínima. También, debido al desempleo, los españoles necesitan cualificaciones muy altas para tener éxito en el mundo laboral. Para muchos estudiantes españoles, no se trata tanto de elegir la carrera universitaria que desean, sino de escoger entre las que aún tienen plazas disponibles.
Sin embargo, estos dos problemas no están aislados. Muchos de los niños que tienen au pair en casa es para aprender idiomas nuevos, lo que va a mejorar sus probabilidades de conseguir trabajo. Según Marie, la mayoría de los españoles que tienen niñeras eligen au pairs alemanas para que enseñen el idioma a los niños. Además, “los niños usualmente van a una escuela alemana, y ellos hablan alemán todos los días”, añade Marie.
Así que el sistema au pair en España parece servir a un propósito circular. Las cuidadoras (la inmensa mayoría son chicas) se mudan a España para explorar sus identidades y enseñar su idioma a niños españoles. En el futuro, esos niños españoles a los que cuidan y enseñan van a tener la oportunidad de mudarse a Alemania para trabajar. Es decir, la industria de las cuidadoras parece estimular la migración voluntaria sobre todo el mundo.
Aunque Marie cuenta que su familia de Sevilla es una excepción. El padre de la casa es de Alemania y él quiere que sus hijos aprenden alemán para preservar su patrimonio cultural. Este caso también es interesante, porque Marie hace posible que el padre mantenga en sus hijos su herencia lingüística mientras vive en otro país.
Después de jugar este papel tan interesante culturalmente, Marie volverá en verano a su propia casa en Alemania. No será un “adiós” a Sevilla sino un “hasta luego”. En el futuro, Marie quiere ir a la universidad. Todavía no sabe qué quiere hacer, pero está considerando cursar una carrera en educación o en español. Además, su meta es estudiar en España durante un año. Aunque su decisión de ir a España le pareció un error cuando empezó su viaje, ahora ella quiere repetir. Pero, por otro lado, el sentido de defensa de su identidad que llevó al padre alemán de los niños a emplearla es un sentimiento que ella comparte. Porque, después de todo, de sus frustraciones iniciales y de su nostalgia, de su creciente amor por la ciudad y por su familia de alojamiento, por fin, ella quiere volver a Alemania. Aunque su perspectiva sobre un país extranjero puede cambiar, su herencia cultural será siempre constante.