Jorge Gershon: defensor de la diáspora judía

Jorge Gershon, dinamizador de la comunidad judía progresista de Sevilla.
PROYECTO DEL CURSO ‘MIGRATIONS IN TODAY’S GLOBALISED WORLD’

Pocos días antes de viajar a Sevilla, mi madre me preguntó: “¿Vas a asistir a los servicios de las fiestas en España?”. Ella se refería a las fiestas judías que se celebran cada año al inicio del otoño. “No sé”, le respondí, “si encuentro la oportunidad, intentaré asistir”. Por suerte, una amiga mía me invitó a celebrar, en el parque de María Luisa, la fiesta de Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío. Allí nos encontramos judíos de todas partes del mundo: otros estudiantes de Estados Unidos, turistas israelíes, expatriados estadounidenses que viven en Sevilla y también algunos judíos españoles.

Después de la celebración pequeñita que hicimos en el parque, fuimos al apartamento de uno de los españoles porque una celebración judía no es una celebración sin comer, y comer mucho. Al llegar al apartamento, me di cuenta inmediatamente de que pertenecía a alguien a quien le importa mucho el judaísmo. Estaba decorado con muy buen gusto, y en las paredes colgaban pinturas con personajes y palabras importantes de la religión.

Y, claro, comimos muy bien. Toda la comida estaba riquísima, y era toda vegetariana, algo que me pareció extraño, aunque no le quito méritos a los platos que cenamos. Me alegraba de haber encontrado a esta pequeña comunidad y me sentía muy cómodo de estar allí con esta gente. Al final de la noche, quise encontrar y conocer al anfitrión, el propietario de este apartamento. Así conocí a Jorge Gershon, el hombre que tan cortésmente nos había invitado a su hogar para celebrar el Año Nuevo. Hablamos un poco, y le pregunté, “Y tú, Jorge, ¿eres de Sevilla?”.

“No”, respondió, “soy de Melilla. Es una ciudad española muy pequeñita en el norte de África, que está en la frontera con Marruecos, muy cerquita de Argelia”. Sabía que España tenía ciudades en África, pero esta era la primera vez que escuchaba uno de sus nombres.

“Vale, pues muchas gracias por todo”, le dije, “¡hasta pronto!”.

Qué casualidad que, unas semanas después, estaba paseando por la Judería (o sea, el antiguo barrio judío de Sevilla) cuando vi a Jorge. Hablamos un poco, y él me avisó de que la puerta donde estaba esperando a un compañero suyo era la entrada del museo de la judería sevillana (en la calle Ximénez de Enciso, 22).

Poco tiempo después de este afortunado encuentro, nos unimos otra vez para hablar sobre la vida de un judío español en la era moderna. Jorge nació en 1983 en Melilla, una ciudad de unas 80.000 personas que ha sido un punto de tensión y conflicto con Marruecos desde la conquista española de la ciudad en 1497. La ciudad, según Jorge, tiene una comunidad judía muy fuerte en términos europeos, y específicamente en términos españoles. Hay sinagogas, escuelas judías y mercados con comida kosher, es decir comida que sigue las reglas de alimentación de la torá, la biblia judía. Jorge y su familia encontraron una comunidad judía muy parecida, aunque en una escala más pequeña, cuando se mudaron a Ceuta. Me explica Jorge que siglos después de la expulsión de los judíos españoles en 1492, hubo varias olas de migración judía en el siglo XX que han servido para aumentar la población judía en las dos ciudades en el norte de África.

En 1956, cuando el reino de Marruecos logró su independencia de Francia, por ejemplo, muchos judíos marroquíes vinieron, y también en la niñez del estado de Israel, después de 1948, judíos norteafricanos venían cada vez que el joven país tenía conflictos con sus vecinos islámicos. Por eso, me dice Jorge, hay comunidades fuertes y activas hoy día en Ceuta y Melilla. Él se mudó de Melilla a Ceuta con 7 años, al cumplir 13 años tuvo un bar mitzvah (el rito de iniciación a la vida adulta judía) y creció en Ceuta hasta que se mudó a Sevilla para estudiar en 2002.

En cuanto llegó a Sevilla, Jorge se dio cuenta de que esta es una ciudad que carece de los recursos judíos que había disfrutado durante toda su vida en Ceuta y Melilla. Por ejemplo, hasta hoy día Jorge ha sido vegetariano cuando está en la España peninsular, un cambio que ha tenido que hacer por la carencia de carne kosher en Sevilla. También, la comunidad judía cuando llegó era muy débil: había muy pocos miembros y los que vivían aquí no eran muy activos, me cuenta Jorge. Al acabar sus estudios de Económicas en la Universidad de Sevilla, decidió dedicarse a trabajar en las instituciones judías de varias comunidades judías en el mundo.

Empezó su aventura en Córdoba, donde se ha involucrado en varios aspectos de la vida judía. Córdoba es una ciudad que, como Sevilla, tiene una rica historia de judaísmo. Allí trabajaba en la Casa de Sefarad, el museo judío de Córdoba, que es el primer museo hebreo privado de España y el segundo más grande del país después del de Toledo.

Luego se fue a Cracovia, Polonia, donde se quedó un año con un grupo de lo que él llama “judaísmo progresista”, es decir judaísmo para el siglo XXI.

“Básicamente, la diferencia está en el rol de la mujer dentro de las comunidades judías, que es un rol absolutamente igualitario; es una comunidad en que no se cuestiona la identidad sexual de la persona: son como muy abiertas a todas las tendencias que hay”. “Lo que yo veo –continúa– como mágico del judaísmo progresista es que te permite ser judío, pero también ser parte del país en el que vives”, en vez de vivir aislado en barrios o guetos como en el pasado.

Me cuenta Jorge que antes de la Segunda Guerra Mundial, Cracovia era el hogar de una de las comunidades judías más importantes y fuertes de toda Europa, pero que él se encontró con una ciudad necesitada de ayuda para recuperar la vida judía que tenía antes. Y, según Jorge, “hay muchas personas que están trabajando para recuperarla”. Han tenido éxito: “Hoy día Cracovia tiene el festival judío más importante de toda Europa, allí hay ocho antiguas sinagogas, hay cuatro comunidades activas, hay restaurantes judíos… Hay muchísima actividad”, me cuenta.

Su siguiente proyecto fue viajar a una comunidad en Israel que se llama Ramat Aviv para participar en un programa de liderazgo judío. Su intención era quedarse en Israel y hacer así la aliya, palabra hebrea que significa mudarse desde la Diáspora (fuera de Israel) a Israel; algo que es un sueño para muchos judíos. Pero al final decidió seguir desarrollando comunidades judías, y volvió a Sevilla en 2014 para enfocarse en las comunidades de la España peninsular.

Jorge Gershon nació en Melilla y se crió en esta ciudad y en Ceuta. En la foto, en el museo sefardí de Sevilla. / Daniel Goldstein

Hoy día sirve como director de programas para Makom Sefarad, un “proyecto cultural dedicado a facilitar espacios de diálogo y convivencia a través de actividades y programas vinculados a la historia y el legado judeoespañol”, según se define en su página de Internet (Makom Sefarad significa en hebreo “Un lugar en Sefarad”, y Sefarad es como los sefarditas, los judíos de origen español, llamaban a España). Aquí en Sevilla, Jorge trae su experiencia de su etapa en Cracovia para, según explica, crear una comunidad progresista como la que él ayudó a construir en la ciudad polaca.

Esta comunidad se llama Beit Rambam (Casa de Rambam, nombrada así por el famoso rabino y médico español más conocido como Maimónides) y se fundó, con la ayuda de Jorge, en Córdoba. Él la trasladó a Sevilla después para crear lo que hoy se define en su página de Internet como “Beit Rambam, Comunidad Judía Progresista de Andalucía”. “Habrá a lo mejor como 32 familias, con orígenes muy diversos”, precisa su animador.

En 2016, Jorge fundó su propia empresa de turismo judío en Córdoba. Le dio el nombre de Dukium, o “convivencia” en castellano. “Quería crear un puente”, dice, “entre España y el judaísmo español”.

La judería española ha tenido, por decir lo menos, una relación complicada con su país. Había una comunidad fuerte en España, especialmente en Sevilla, con pensadores y escritores religiosos muy importantes antes de la expulsión de 1492. En el año 2015, el gobierno español ofreció la ciudadanía a cualquier persona que pueda demostrar que su familia fue expulsada, pero ¿cómo es la vida cotidiana para un judío español hoy día?

“Existen prejuicios en España, prejuicios que hay que corregir, pero no podríamos decir que España es un país antisemita”, me explica. “Es lo que siempre se ha escuchado de los judíos, que tienen mucho dinero o que todos son ricos, o que tienen todo el poder político, o lo que se sabe viene del conflicto entre Israel y Palestina y confunden ‘israelí’ con ‘judío’”. Pero eso no es algo únicamente español; existen estos prejuicios en todo el mundo y se oye siempre seas judío o no. “El prejuicio a veces es positivo y a veces negativo”, explica Jorge. +

Él nunca ha sufrido ningún daño personal debido a su religión. Aunque sí, por desgracia, ataques indirectos: esvásticas pintadas en el espacio que la comunidad sevillana usa para rezar. Jorge aclara que, para asegurar la protección del espacio y de la comunidad, no puede publicar las direcciones del sitio. A pesar de esto, me parece que Jorge se siente cómodo como judío en su vida cotidiana en Sevilla: al verlo, no es obvio que sea judío, pero él tampoco hace nada por ocultar este hecho personal.

El judaísmo siempre ha sido importante para Jorge, desde su niñez en Melilla y en Ceuta. Tenía la opción de salir de España, un país cuya historia judía es, aún hoy, un fantasma de las épocas antiguas, y vivir en una comunidad fuerte. Pero quería, tenía, que ayudar en la reconstrucción de comunidades judías en España y, espera él, en toda Europa. Quiere seguir siendo, como él se llama, “un gran defensor del judaísmo en la Diáspora”. Me explica que potenciar las comunidades judías y crear una vida vibrante en Europa y el norte de África es la meta tal vez más importante. Si los judíos salen de todos los países donde sólo hay comunidades pequeñas, entonces ganan los antisemitas.

“Nosotros, sin quererlo, estamos cumpliendo el sueño de todos aquellos que nos odiaban, que era dejar sus países limpios de judíos”. Por eso Jorge Gershon trabaja sin descanso para impedirlo.