Una mirada al mercadillo

A pesar de la fría mañana de jueves, la gente pasea por el mercadillo semanal de la calle Feria. Los vendedores flanquean la calle, algunos sentados y otros de pie, frente a mercancía que exhiben sobre mantas o mesas, esperando a los clientes. Hombres mayores, algunos con el cabello blanco, las manos metidas en los bolsillos y gorras de visera en la cabeza, periódicamente se acercan con cierto interés. A ojos del turista, el mercadillo parece un choque de objetos muy diversos. Se venden tarjetas de antiguos jugadores de fútbol o viejos DVD de películas porno al lado de pinturas de la Virgen María. Estos objetos pueden resultar obsoletos en un país que tiene una iglesia con la Virgen María en cada esquina, un bar lleno de espectadores para ver el último partido de fútbol y acceso a Internet para buscar lo que quieran. Es difícil imaginar por qué a alguien le gustaría comprar estos objetos anticuados. En otras palabras, todo es azar, no hay conexión entre lo que se vende.

Sin embargo, Paco Martínez Gallardo, vendedor de baja estatura que lleva los últimos treinta años asistiendo al mercadillo, no ve su aleatoriedad, aunque sus productos sean viejos móviles, joyería barata, gafas de sol, monedase anteriors al euro, como la peseta, o unas llaves inglesas expuestas sobre unas botellas de perfume. “Hay días peores y otros mejores”, dice Paco, que además de ser vendedor del mercadillo, ha sido también albañil y “manitas” de una piscina de los Reales Alcázares. Con un brillo de orgullo en sus claros ojos azules, declaró: “soy multiuso.”

Los objetos del mercadillo representan las eclécticas vidas de sus vendedores. Para Paco el mercadillo es como una comunidad o como una familia. Quizás, el significado del mercadillo sea menos sobre la mercancía y más sobre sus personajes.