Con los pies de nuevo en el suelo

David Gutiérrez teaches a workshop on slapstick at the School Botarate in the neighborhood of Triana, 2017

El artista del espectáculo David Gutiérrez ha viajado por todo el mundo con su compañía de danza vertical B612, que toma su nombre del asteroide que era el hogar el principito, el personaje creado por Antoine de Saint-Exupéry. Ahora, en su transición hacia la actuación como acróbata, músico y clown, mientras también imparte talleres por todo el país, un personaje nuevo va apareciendo poco a poco: Chucho.

Levanta la vista hacia el edificio más alto que tengas cerca. Ahora, imagina un hombre en un lateral de esa torre, colgado de un fino alambre. Empieza a sonar música de cuerda mientras se desliza por la fachada, rebotando y dando vueltas como si el edificio estuviera hecho de goma. Eso es la danza vertical. Una atrevida hazaña que para David Gutiérrez, nacido en 1972 en el noreste de España, donde sus padres habían emigrado desde Sevilla, no es nada fuera de lo común.

No hay una sola palabra para definir a David. “Artista” podría ser la que se acerca más, pero es mucho más que eso. Es padre de dos hijos, Lorca, de 11 años, y Sol, de cinco; y pareja de la madre de ambos, Xandra Prada, con quien ha trabajado desde que se conocieron en 2002. Ha hecho sus pinitos en casi todas las formas de arte imaginables, desde el teatro y el cine a la música y la acrobacia.

Fuera del escenario, podría ser difícil reconocerle inmediatamente. En una mañana fría de finales de noviembre, al periodista le cuesta encontrarlo hasta que descubre una parka color calabaza encorvada sobre una mesa de una cafetería. Dentro del chaquetón naranja marca North Face está David, con la cara a apenas tres centímetros del cuaderno que tiene encima de la mesa. Garabatea frenéticamente en él, deteniéndose sólo un momento para dar un sorbo a su pequeño café con leche antes de volver a toda prisa a su trabajo. Escribe y dibuja con tal intensidad y fervor que a uno le da miedo interrumpir el flujo de ideas que le revolotean por la cabeza. Habría sido como interrumpir a Mozart mientras componía Las Bodas de Fígaro.

Eventualmente, el periodista, qué descubrirá más tarde que David está trabajando en el diseño de un complejo triciclo musical que será el eje de su nueva actuación, encuentra la oportunidad de llamar la atención del artista y saluda, “hola”. La cabeza de David se levanta rápidamente y le saluda con las cejas oscuras y arqueadas en contraste con su sonrisa brillante y curvada.

Xandra Prada y David Gutiérrez –Compañía de Danza B612– actúan suspendidos sobre los árboles del Huerto del Rey Moro, durante la fiesta aniversario de este espacio comunal en el barrio de San Julián. Sevilla, 18 de febrero de 2017 / IRIS MUÑOZ

“Todo empezó en un taller de teatro en 1995”, explica David mientras el periodista se sienta al otro lado de la mesa. Se detiene hasta llegar a la conclusión de que tenía 17 años en aquel entonces. Tras esta primera chispa, comenzó a estudiar teatro en la Escuela de Arte Dramático de Sevilla y emprendió el camino que lo llevaría a ser maestro de música, danza, y arte callejero. Comenzó su carrera de danza vertical en 1999 en París con una compañía llamada Retouramont. En España, ese año mismo, crearía B612 Danza Vertical. Desde entonces, las actuaciones de David lo han llevado a varios países de Europa, Asia y América del Sur. Entre enero de 2002 y enero de 2003, estuvo contratado de clown en un parque temático llamado “España” a las afueras de Osaka, Japón. Allí es donde conoció a Xandra, bailarina clásica y bailaora de flamenco que trabajaba en el parque también. Después de Osaka, Xandra y David, que en aquel entonces actuaban juntos en B612, vivieron en Madrid un año y luego en Barcelona de 2004 a 2009. Más tarde, después del nacimiento de su primer hijo, se instalaron en Sevilla. Aquí alquilaron dos grandes espacios de un viejo complejo industrial en la plaza del Pelícano, en el corazón del barrio de San Julián. Uno sería el hogar de la familia y el otro, al que llamarían El Espacio Vacío, sería su taller.

“Me gusta mucho esta ciudad, tiene un buen ritmo de vida. Mantiene un equilibrio entre las ventajas de una ciudad no muy grande y de una tranquila también. Es mi ciudad”, dice sobre el lugar donde pasó su niñez. Llegó a Sevilla desde Sabadell con sus padres y su hermano cuando tenía apenas ocho meses. Cuando se siente más en casa es actuando en las calles de su ciudad, en un entorno mucho más personal y con los pies en la tierra (literalmente). “Me gustaba mucho actuar como clown. Era mi deseo mucho antes de especializarme en danza vertical. Pero antes de poder dominar el arte del clown, llegó el vuelo y seguí ese camino durante 17 años. Y ahora que vuelvo a retomar el plano horizontal, estoy seguro de que haré muchos más progresos en la actuación como clown”.

Las descabelladas y atractivas actuaciones callejeras de David mezclan trucos de mágica, chistes, slapstick (bufonadas) y música con instrumentos hechos de latas de sopa recicladas, cubos de fregona, cubiertos o partes de bicicletas. “Cuando las personas están en un espacio oscuro con la actuación delante de ellas, hay un canal de comunicación fácil, pero cuando estás actuando en un lugar público, tienes que luchar para mantener su atención. Con algo tan impresionante como la danza vertical, es fácil captar la atención del público, pero cuando estás en la calle, actuando a un nivel básico, hay mucho ruido y gente pasando con prisa, es mucho más difícil”, dice David mientras explica la dificultad de esta forma de arte. “Existe un lenguaje de la calle”.

Para aprender a hablar “el lenguaje de la calle”, David está desarrollando un personaje, Chucho, un mudo chiflado y absurdo que transmite la naturaleza juguetona y el carácter simpático de David.

“¿Cómo está Chucho?”, pregunta el periodista a David.

“A Chucho le va bien”, David se ríe como recordando a un viejo amigo. “Chucho está tranquilo porque no tiene prisa. No tengo prisa con él. Chucho es la creación que más he tardado en desarrollar en toda mi vida. Un proceso muy lento pero muy auténtico. Estoy en ello. Poco a poco”.

David Gutiérrez en el exterior de El Espacio Vacío, donde vive y trabaja / F. J. PELEGRINA

Conocer los entresijos del arte profesional es útil para David pero hay una cosa que no puede controlar: los nervios. “Estoy nervioso siempre. Siempre. Pero hay dos tipos de nervios diferentes que a veces se confunden. Están los nervios de salir a escena que siempre están ahí porque estás haciendo algo nuevo, algo arriesgado, algo que de verdad te importa. Son nervios positivos. Luego, hay un tipo de nervios que a veces aparece cuando hay un problema técnico o no se ha ensayado suficiente o cualquier elemento extraño como un ruido fuerte. Si tienes mala suerte, aparecen estos nervios negativos. Los otros están siempre”. En general, David ha aprendido a controlar sus nervios. “Normalmente, si está todo bien, no pasa nada. Normalmente mi concentración es del cien por cien”.

David está ocupado siempre.  Además de sus actuaciones callejeras y sus constantes ensayos, también imparte clases de danza vertical, slapstick, comedia, acrobacia y otras habilidades circenses por toda España. Ocasionalmente prepara el reparto para festivales públicos y lidia con una plétora de otras pequeñas responsabilidades. “¿Hay alguna cosa que no te haya preguntado que debiera preguntarte, David?”, le pregunta el

periodista ojeando sus notas.

“Pregúntame por qué creo que el arte en espacios públicos es la más interesante forma de arte”. “¿Porque crees que el arte en espacios públicos es la más interesante forma de arte?” “Porque es para todo el mundo”.

David disfruta de la experiencia unificadora de sus actuaciones callejeras donde cualquiera puede verlo, independientemente de sus ingresos o acceso a lugares culturales. A veces, su público no necesita ni salir de la comodidad de su casa para ver una actuación. “He estado en mitad de una actuación cuando he levantado la vista y he visto a personas mayores que probablemente no pueden salir de sus pisos sentados en sus balcones chillando y gritando: “¡Ay!  ¡Qué bonito!

¡Qué maravilla!”

David no prevé cambios en su estilo de actuación en un futuro próximo. “Me sigue divirtiendo siempre mi creación y la vida en el arte. Espero poder seguir ilusionado siempre con el arte, con mi vida”. A David no le importa no hacer ya complicadas actuaciones de danza vertical en el lateral de una torre. Por ahora, está contento con los pies en la tierra, junto a Chucho.  •