
Tras cinco días de parones parciales, el personal de limpieza subcontratado por la Universidad de Sevilla consiguió un acuerdo que mejoraba sus condiciones laborales.
“Vamos arriba y te cuento, chiquilla, que hoy hace mucho frío para estar aquí fuera”, dice Ana Tejero, mientras se abrocha los botones de la rebeca negra que lleva encima del uniforme y se cruza de brazos para mantener el calor. Este año, el verano en Sevilla se ha resistido más de lo esperado, y cuando el otoño ha llegado de repente, ha pillado a los sevillanos con ropa poco abrigada.
El “aquí fuera” al que Ana se refiere es el enorme patio de suelo ajedrezado del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS), donde forma parte de la plantilla de Ferroser, la empresa contratada por la Universidad para gestionar el servicio de limpieza. Hace una semana, ella y sus compañeras iniciaron una serie de parones para protestar por sus condiciones laborales, que han ido empeorando en los últimos años.
Una concentración por las mejoras laborales
“Más contratación y menos cohibición” o “Ferroser paga ya la subida salarial” fueron algunos de los eslóganes que decenas de trabajadoras usaron para manifestarse en los distintos campus de la Universidad de Sevilla. Del 17 al 21 de octubre, los trabajadores de Ferroser abandonaron sus puestos de trabajo para salir a la calle a revindicar sus derechos. “Desde un principio, la empresa no ha querido negociar, pero cuando ha mediado la Universidad se ha producido un cambio. Un día nos aguanta el cliente, pero después de cinco días con parones se cambia de opinión”, explica Ana.
En España, un 30% de las compañías ha externalizado alguna vez parte de los servicios que utilizan con una subcontrata, según datos del libro The Outsourcing Challenge, publicado por el European Trade Union Sindicate (ETUI). Este porcentaje se encuentra por encima de la media europea, que es de un 28%, y preocupa a los sindicatos porque la externalización de servicios a menudo repercute en un deterioro de las condiciones laborales. Así, la fragmentación del trabajo permite diferenciar salarios –debido a que las distintas empresas tienen diferentes convenios colectivos–, reducir el tamaño de las plantillas y dificultar la acción sindical, ya que las relaciones laborales se van individualizando.
Es por ello que el personal de limpieza de la Universidad decidió secundar los parones, según explica Juan Antonio Martín, presidente del Comité en representación de los trabajadores de Ferroser. “Llevábamos un año y medio negociando con la empresa y no veíamos una evolución en las mejoras laborales. Nosotros queríamos agotar todos los pasos antes de llegar a este momento, pero no había solución. Ha habido una congelación salarial desde 2012 y ninguna mejora social”.

Y es que, según un comunicado emitido por las trabajadoras el día que comenzó el parón, la plantilla de Ferroser que presta servicios en la Universidad de Sevilla se ha visto disminuida en 89 personas desde 2008, aunque ahora haya cinco edificios más en los que trabajar.
Francisca Carrero, Paqui, es otra de las trabajadoras que apoyó la huelga parcial para reivindicar mejoras laborales. Esta mujer de 56 años, con el pelo rubio recogido y los ojos intensamente pintados de azul, describe de forma categórica el deterioro en las condiciones de trabajo. “Hay demasiada carga laboral, bajas que no se cubren, ningún tipo de subida salarial y ninguna mejora desde hace años”, afirma enérgicamente, acompañando sus palabras con el movimiento de sus manos. “Tampoco ha entrado personal nuevo, y todo esto provoca que los trabajadores tengamos un malestar en general”, apostilla.
La conciliación laboral, una asignatura pendiente
Este malestar se refleja especialmente en el caso de las mujeres. El servicio de limpieza es un trabajo que desarrollan principalmente ellas, que también son las que suelen hacerse cargo de las tareas domésticas y el cuidado de familiares. Según un informe de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) titulado Brechas de género en el mercado laboral español, las mujeres dedican diariamente 2,5 horas más a las tareas domésticas, incluyendo el cuidado infantil y el de otros familiares dependientes. Esto implica que diariamente dedican 1,4 horas menos que los hombres al trabajo remunerado y una hora menos al ocio.
“La mujer, cuando se va a trabajar, sabe lo que hay. La empresa te da trabajo pero no quiere saber nada de los problemas de la vida familiar, sólo te da lo que viene estipulado en la ley. Y las que trabajamos fuera de casa ya sabemos esa carga extra que tenemos”, explica Gertru López, Secretaria del Comité que representa a los trabajadores de Ferroser.
“Yo entro a trabajar a las siete y media, y salgo a las dos y media. No hay ningún colegio que abra a las siete de la mañana. ¿Cómo llevo allí a los niños?”, se pregunta Ana, que tiene un hijo y una hija en edad escolar. Su marido no puede llevarlos al colegio porque trabaja de noche, con lo que tienen que pagarle a una vecina para que los lleve ella.
Ana explica que su problema se acabaría si le aprobasen el traslado a un centro que se encuentra más cerca de su casa, lo cual ha pedido en varias ocasiones. “En esta empresa no existe conciliación laboral. En teoría, hay una lista en la que figuran los cambios que todos hemos pedido, pero yo no he tenido ninguna noticia de esa lista. Ni siquiera sé si existe”, remarca.
La lista de la que habla Ana se tiene en cuenta para cuando una plaza se quede libre, aclara Juan Antonio, pero eso ocurre en muy raras ocasiones, y en general no se encuentra un horario que se ajuste a las necesidades de las trabajadoras. “Lo que pasa con las empresas en las que la mayoría de las trabajadoras somos mujeres es que el problema de la conciliación no es de una, sino que son bastantes las mujeres que están pidiendo traslados. ¿A quién se lo das?”, se pregunta Paqui, quien también opina que esta circunstancia se da en todas las empresas, no sólo en Ferroser. “Para cuando consigues un horario que se ajuste a tus necesidades, ya tienes a tu hijo con la llave de casa en una mano y un teléfono móvil en la otra”, ríe.

“Ésta es la lucha de la gente trabajadora”
Estos paros parciales, de 3,5 horas por cada turno de mañana y tarde, finalizaron con una nueva negociación entre las trabajadoras de limpieza y la empresa Ferroser, que desembocó en un acuerdo aceptado por el personal en las asambleas que incluye una subida salarial y mejoras en las condiciones de trabajo.
“Para mí lo más importante es lo que viví ese primer día de manifestaciones, cuando miraba para atrás y veía toda esa cola de compañeros, todos juntos”, rememora Juan Antonio, que cree que, para que eso sea posible, es necesario que el Comité que representa a la plantilla sea honesto en su trabajo. “Se me ponen los vellos de punta sólo de recordarlo”.
María Isabel Valverde, otra de las trabajadoras que secundaron el parón, recuerda que muchas compañeras del turno de mañana –en el que se encuentra la mayor parte del personal– fueron a apoyar a las manifestantes del turno de tarde. “Ha habido mucho apoyo entre las compañeras”, afirma. Gertru, que dice estar muy satisfecha con el resultado de los parones, insiste en la misma idea: “En estos días hemos visto que entre nosotros había un compañerismo que pensábamos que no existía. La unión ha sido la clave de todo. Nos sentimos muy orgullosos”.
Estos días también han provocado que muchos miembros del personal se conozcan en las concentraciones, ya que al trabajar en distintos centros se individualizan mucho las tareas. “Yo no conocía a mis compañeros de la empresa, y esto ha servido para saber que somos todos una piña, que la gente ha permanecido unida y que verdaderamente había ganas de luchar”, relata Ana, que es la única trabajadora en el CICUS.
Paqui, a la que sus compañeros describen como una mujer que está “guerreando todo el día”, opina igual. “En el día a día, oyes decir a la gente que, tal y como está la cosa, cómo se va a reivindicar”, explica Paqui, consciente de la grave crisis económica que atraviesa España y la alta tasa de desempleo, superior en Andalucía al 28%. “Pero está claro que hay que reivindicar. Ésa es la lucha de la gente trabajadora. Hay que seguir luchando para que todo el que viene detrás no se quede tirado. No van a ser siempre los empresarios los que tengan las de ganar. Claro que no”, repite, al tiempo que niega con la cabeza y recibe el aplauso de alguno de los compañeros presentes. María Isabel, que también niega con la cabeza, remacha las palabras de su compañera: “hombre, claro que no”.
Es por eso por lo que el Comité de empresa considera que deben seguir presionando para conseguir más mejoras. “Esto tiene que ir a más. Venimos a trabajar; por supuesto, tenemos nuestras obligaciones, pero también tenemos nuestros derechos, y hay que defenderlos”, dice Gertru. “Si es que no nos queda otra”, concluye. •