Aléjate de la insesatez

Fouad

Fouad transita a diario por las callejas blancas y abarrotadas de la medina de Tetuán. Este hombre de mediana edad “piligroso para la sociedad, como él mismo dice, a veces parece un viejo, otras un niño. Soñador entrado en años, camina aferrado a una soledad prematura. Delgado, bajito, moreno y de ojos profundos es mal musulmán y peor persona. Aparenta sonrisas, pero es cruel e injusto.

Si te lo encuentras en Plaza Primo, evítalo. Que nadie te vea caminar junto a este mal musulmán, ateo confeso que se esconde mal cuando no observa el ramadán. Huye de este hombre que trata a las mujeres como a iguales y que hace amigos entre los homosexuales.

“A nevel profesional no he conseguido nada, lo de todo a las ONGs durante veinte años y me quedé solo ententando cambiar las cosas, quise formarme en nuevos ámbitos pero sólo se quedaban pocos que tenían enchofes fuertes y no hacían nada, y me culpo a mí por la situación porque no les gusto a los demás, cómo hablo, un piligro digamos. La requesa del país amiga, está mal repartida”.

Se pierde Fouad por la medina, con la cabeza gacha y una sonrisa triste con la que abraza su deshonra.