Reciclantes, Agbogbloshie, Accra

Entre diciembre de 2014 y enero de 2015, Antonio Pérez, fotógrafo y profesor del programa de CIEE en Sevilla comunicación, nuevos medios y periodismo, visitó uno de los lugares más contaminados del planeta, el vertedero de basura electrónica de Agbogbloshie en Ghana. El resultado de su encuentro con los cientos de ‘Reciclantes’ que trabajan allí se mostró el pasado mes de septiembre a través de una exposición y una publicación.

QUE

Frigoríficos, coches, ordenadores o teléfonos móviles de ciudadanos españoles o alemanes acabarán en lugares como Agbogbloshie. La obsolescencia de componentes eléctricos y electrónicos genera cada año más de 40 millones de toneladas de residuos en todo el mundo. Los grandes productores de estos desperdicios son Estados Unidos y la Unión Europea. Sólo una pequeña parte de esta chatarra —en torno al 15,5% según datos de 2014— se recicla con métodos eficaces y seguros. ¿Y el resto? Cada mes, más de 600 contenedores llegan al puerto de Tema, en Ghana. En su capital, Accra, se encuentra uno de los vertederos de basura electrónica más grandes del planeta. No es el único récord de este basurero digital. También supera en polución a lugares como Chernóbil (Ucrania), Kalimantan (Indonesia) o el río Matanza-Riachuelo (Argentina). Agbogbloshie es el lugar más contaminado del mundo.

DÓNDE

Ghana, país de África Occidental que actualmente experimenta un crecimiento económico intenso, es un importante centro de recepción y reciclaje de chatarra electrónica. En el vertedero digital de Agbogbloshie, barrio de Accra, miles de personas en condiciones de extrema pobreza e insalubridad llevan años desmontando, recuperando, pesando y revendiendo las partes y los metales extraídos de desechos electrónicos. La sostenibilidad del planeta, el coste del consumismo y la perpetuación de la desigualdad entre regiones del mundo confluyen en este cementerio tecnológico de Occidente. Naciones Unidas lo incluye en la lista de los sitios más peligrosos del mundo.

QUIÉN

Familias enteras trabajan doce horas al día en Agbogbloshie. El de reciclante es un oficio con el que ganan algo más de dos euros al día, duplicando así el salario mínimo del país. Mujeres y niñas con grandes recipientes en sus cabezas ofrecen fruta, galletas, agua y otros productos. Una pequeña ciudad funciona dentro de la ciudad-vertedero.

Las autoridades ghanesas han propuesto la demolición de Agbogbloshie varias veces. Sin embargo, el enfoque represivo está generando dudas entre la sociedad civil. La ONG Green Advocacy propone crear puntos de reciclaje, concienciar de la problemática o enseñar otro modo de reciclar más saludable. Por su parte, la Plataforma del Mercado de Agbogbloshie (AMP), que vincula el reciclaje con la innovación tecnológica, pretende transformar Agbogbloshie en un laboratorio creativo y sostenible. Mientras tanto, la salud de más de 40.000 personas sufre las consecuencias directas de la basura.

CÓMO

Una red de intermediarios, comerciantes, reparadores y vendedores de segunda mano seleccionan los aparatos, comprueban si siguen funcionando y vuelven a poner la chatarra de los países ricos en circulación en el comercio local. Todos los que llegan rotos —violando la Convención de Basilea, que prohíbe el trasporte de residuos peligrosos entre países, incluidos los aparatos electrónicos inservibles— y los que mueren tras un segundo uso acaban en vertederos locales como el de Agbogbloshie. Allí, hombres, mujeres y niños extraen cobre, aluminio y otros materiales —usando métodos nocivos para la salud y para el medio ambiente— que vuelven a embarcarse hacia las fábricas y refinerías de los países desarrollados.

Los metales pesados de la chatarra electrónica son absorbidos por el aire, el suelo y las aguas de Agbogbloshie, y se han detectado unas cantidades alarmantes de plomo, aluminio y cobre en la sangre, orina y leche materna de los habitantes de la zona.

CUÁNDO

Hace unos 20 años, Agbogbloshie era un ecosistema rico en especies vegetales y animales. Desde hace una década, es uno de los cementerios de basura electrónica más grandes de África.

En 1989 se prohibió a nivel internacional la exportación de desechos peligrosos, pero la exportación ilegal de residuos electrónicos, las falsas donaciones de aparatos (que a veces ni siquiera funcionan), o a la excusa de la reducción de la brecha digital para deshacerse de viejos aparatos electrónicos han contribuido a su empeoramiento.

POR QUÉ

Muchos de los aparatos abandonados ya no tienen valor comercial, otros sí, porque todavía funcionan o porque contienen materiales valiosos que pueden reciclarse. No obstante, deshacerse de los productos que ya no se usan es complicado y, sobre todo, caro. Ese es el motivo por el que se cargan en contenedores, se envían desde los puertos de los países desarrollados y llegan a los que están en vías de desarrollo, como Ghana.

En Ghana, la basura electrónica constituye para muchos la única forma de ingresos. Por esta razón y por la falta de corresponsabilidad internacional, Agbogbloshie aparece vinculado a situaciones como el trabajo infantil, la contaminación, o los problemas de seguridad. Sin dejar de reclamar la necesidad de atención urgente, muchos habitates defienden las capacidades del lugar y trabajan para construir un futuro sostenible.