Hiper Cultural

foto: Ouni Zhang fuera del Hiper Oriente. / RAE ROBEY

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En los años ochenta y noventa, la comunidad autónoma de Andalucía experimentó una gran ola de inmigrantes procedente de Qingtian, una provincia de china. Sus hijos, nacidos en España, constituyen una generación de chino-andaluces, que tratan de encontrar el equilibrio entre dos culturas muy dispares. Para estos individuos, ser chino y español – aun sin ser del todo ninguna de las dos cosas – produce al mismo tiempo confusión  y  satisfacción.

“Yo hablo perfecto el español. Pero si tú me ves por fuera, yo nunca soy igual que ellos”. Te lo dice de manera rápida y directa, en el estilo clásico sevillano. De herencia china, Ouni Zhang representa a un sector pequeño pero en creciendo de la población joven –el de los chino-españoles. Sabe bien que las diferencias físicas entre ella y sus compatriotas son obvias pero, gracias a su naturaleza pragmática, reconoce que son inevitables. Así que, nunca le han preocupado.

“Cuando era niña, todo era  más  sencillo  y me sentía completamente española.  De  mayor, me siento distinta a ellos. Pero un chino no me ve como su igual, porque no hablo chino como lo habla él”, dice Ouni. “Me siento española y me siento china, ni una cosa ni otra al cien por cien. Prefiero no situarme en ninguno, aunque entiendo los dos puntos de vista”.

Tiene 23 años, es menuda y viste un suéter de lana roja. Como su madre, lleva el pelo –liso y negro azabache– posado sobre los hombros. En muchos aspectos, se parece mucho a los españoles de su edad: estudia Psicología en la Universidad de Sevilla, viaja mucho y su novio es sevillano. Sin embargo, lleva escritas en su chaqueta las palabras “Hiper Oriente”, el supermercado asiático de sus padres donde trabaja. A diferencia de los otros jóvenes, Ouni habla chino –no obstante, un poco peor de lo que habla español– y sigue la tradición china de respetar a los mayores. En ella, existe una mezcla de dos culturas complejas.

foto: Jia Hu Chen, madre de Ouni, factura la compra de una cliente en Hiper Oriente. / RAE ROBEY

Hiper Oriente, el negocio familiar, está situado en el número 8 de la calle Aponte, en pleno centro de la ciudad. Establecido en 2001, empezó como una pequeña tienda que sólo contaba con unas pocas peculiaridades. Con el paso de los años, se ha convertido en un punto de encuentro entre dos de las culturas más prominentes de Sevilla. Hoy, es un establecimiento distinguido para clientes de la ciudad con un gusto más cosmopolita.

“Usualmente, si no son restaurantes, los negocios chinos son bazares donde se vende comida típica de España. Aquí, vendemos productos asiáticos y ecológicos de todo tipo”, explica Ouni. Con las estanterías llenas de productos epicúreos y exóticos de Japón, Taiwán, Corea, India y, sobre todo, China, la oferta de Hiper Oriente es singular en Sevilla.

A Ouni  le hace  gracia  imaginar las  suposiciones culturales que hacen muchos sobre Hiper Oriente. “Cuando entran, algunos piensan que es un bazar, como los de otros chinos”, dice. “No se lo esperan”.

El surtido de productos de este supermercado especializado abarca arroces internacionales, telas, teteras, menaje, kimonos y artículos para realizar caligrafía china –todo lo que los clientes podrían desear para introducir el mundo asiático en sus casas.

Wang Pi Zhang Wang y Jia Hu Chen, el padre y la madre de Ouni, han vivido en Sevilla desde 1986 y 1991 respectivamente, procedentes de la provincia china de Qingtian. “Casi todos los chinos que vienen a Sevilla, que yo sepa, vienen de la misma zona empobrecida del sureste de China”, ex- plica Ouni. “Ahora ya se ha desarrollado bastante”. A diferencia de otras familias chinas que llega-  ron a España en la misma época, los padres de Ouni son marcadamente más abiertos a la asimilación de la cultura occidental. “Honrar las tradiciones no es una cosa que nos hayan impuesto, porque tenemos que adaptarnos a la vida aquí”, explica Ouni.

Sólo entre los años 2013 y 2014, el número de chinos residentes en Sevilla aumentó de 4.710 a 4.946, según el Instituto Nacional Estadística.

La misma tendencia se refleja en el conjunto de España. En Andalucía, por ejemplo, el aumento experimentado durante el mismo período ha sido de 18.980 a 19.496.

Ouni reconoce que su identidad multicultural es única, pero augura que eso es algo que va a cambiar pronto: “No conozco personalmente a muchos jóvenes que se sientan exactamente como yo, pero creo que la generación que viene se adaptará de forma similar”.

Quan_libro

foto: Quan Zhou firma copias de su libro, Gazpacho Agridulce. / RAE ROBEY

La notoriedad de los chino-andaluces ha ganado bastante terreno últimamente, lo que ha sido bien ejemplificado por la diseñadora gráfica Quan Zhou. En 2015, Quan publicó la novela gráfica Gazpacho Agridulce basada en  su  popular  blog del mismo título. Tras el éxito del primero libro, Quan ya está trabajando en el siguiente. “Era un punto de vista que todavía no se había visto en España”, explica. “El de las segundas generaciones”.

Quan tiene 26 años y sus padres también son procedentes de la región de Qingtian. Creció en Málaga, siempre metida en el restaurante de sus padres. Autoproclamada “china de cara, andaluza de corazón”, Quan relata anécdotas autobiográficas a través de originales viñetas que va incorporando a su blog. Combinando su propensión a la  comedia  con  sus  propias  experiencias  con el multiculturalismo, presenta un diálogo ligero pero inquisitivo sobre la identidad étnica y cultural. “Una cosa no quita la otra”, dice Quan. “Para mí, lo desenfadado no quita lo reflexivo”.

Quan experimenta los efectos, frecuentemente irracionales, de no ser ni china ni española. En una de sus ilustraciones, relata una ocasión en la que fue sometida a un intenso escrutinio por el propietario de un bazar chino que no sabía decir si era japonesa o coreana: “Chinos que molestan a otros chinos porque no saben que son chinos”, comenta bajo su dibujo. Aunque relatada en tono de broma, la anécdota arroja luz sobre la relación, a veces tirante, entre los mayores más tradicionales y sus hijos de segunda generación. Su familia es considerablemente conservadora, de modo que Quan está particularmente acostumbrada a ese tema.

foto: Una de las viñetas del blog de Quan Zhou’, Gazpacho Agridulce. / QUAN ZHOU

“Las primeras generaciones suelen  pensar que, por mezclar culturas, ‘eres menos china,’ pero con una connotación negativa. Esto es erró- neo, es más, genera una crisis de identidad y sufrimiento en nosotros”, explica Quan. A pesar de las dificultades, sigue viendo su multiculturalismo como una invitación a celebrar ambas culturas más que como una exigencia de elegir entre las dos. “No estamos entre dos mares, es más, somos un puente”, explica. “Diferencias de opiniones entre una generación y otra, en religión, política o valores… es natural”.

A pesar del papel integrador que la nueva generación chino-andaluza desempeña, las dos comunidades todavía continúan separadas. Para la mayoría de los españoles, cualquier contacto con la comunidad china ocurre exclusivamente en la periferia, dentro de los bazares. Como resultado, hay un paradójico aislamiento de la comunidad china –aunque es más numerosa y omnipresente que nunca.

Esta realidad es, al menos parcialmente, pro- ducto de la barrera del idioma. “Es verdad que muchos son cerrados”, dice Ouni. “Pero tampoco hablan español, y obviamente es más fácil relacionarte con un paisano que te entiende”.

Según Ouni, el racismo tiene también un gran papel. “Hay españoles que no aceptan a los inmigrantes porque piensan que les roban el empleo o no pagan impuestos”, explica. “También hay chinos que no quieren relacionarse con los españoles”. Lo relata de modo impasible, aunque con el ceño levemente fruncido, dejando ver una frustración reprimida.

Dándose raramente por vencida, su optimista disposición apenas tarda en volver. “Bueno, hay muchos chinos que quieren relacionarse con los españoles, y la mayoría de los españoles les aceptan sin problema”, continúa.

Aun así, la distancia que a veces siente con sus amigos españoles es evidente. “Es muy difícil sentirme exactamente igual que ellos, cuando realmente tampoco lo soy”, dice. Ouni continúa con tono sardónico y una sonrisa, manteniendo la misma mentalidad de aceptación y prudencia de siempre: “No se puede cambiar cómo se te ve desde fuera, ¿no?”