
Graffiti del artista sevillano Murdo Ortiz decorando las paredes de Un Gato en Bicicleta. FOTO: KYLE TIZIO
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LA CALLE REGINA, EL SOHO DE SEVILLA, ES HOGAR DE MUCHAS TIENDAS CULTURALMENTE ÚNICAS, INCLUYENDO UNA LIBRERÍA ESPECIALIZADA. JESÚS BARRERA Y SU COMPAÑERA RAQUEL EIDEM SON LOS DUEÑOS DE UN GATO EN BICICLETA, QUE OFRECE UN MUESTRARIO DE ARTÍCULOS INCLUYENDO LIBROS, CERÁMICAS Y OTRAS OBRAS DE ARTE, ADEMÁS DE TALLERES SEMANALES DE ARTE Y OBRAS EMERGENTES QUE TIENEN LUGAR UNA PLANTA MÁS ARRIBA DE LA TIENDA.
EL SOL DE LA MAÑANA sobre la gigantesca estructura de panal de abeja del Metropol Parasol, o “Las Setas”, como aquí se la conoce, marca el comienzo de otra jornada laboral para los hombres y mujeres de Sevilla. Un padre camina con prisa, vestido de traje y corbata, cogido de las delicadas manos de dos niños que le hacen aminorar el paso. Un pastor alemán saluda a los transeúntes a la entrada de la pequeña cafetería de la esquina mientras su dueño refunfuña, tostada en mano, sobre la derrota de la noche anterior de la selección española de fútbol ante Alemania. Las tiendas acaban de abrir sus puertas. Carolina coloca un suéter burdeos en el escaparate de Verde Moscú antes de hacer la primera venta, mientras que Leslie aconseja a una mujer sobre qué loción de piel va mejor con su complexión en Bien y Bio. El aroma celestial a galletas de chocolate recién hechas flota en el aire de la calle, haciendo cosquillas en las narices y la boca agua a los que, medio dormidos, van camino del trabajo. A la entrada de La Coqueta, resuena el sonido constante de la escoba de Sole rascando el pavimento. Al final de la calle, café y cigarrillo en mano, Jesús comparte las últimas risas con sus amigos antes de que sea la hora de abrir las puertas de su librería.
AL CRUZAR SUS PUERTAS, inmediatamente dejas atrás el ajetreo y el bullicio de la ciudad para adentrarte inmediatamente en el excepcional mundo de Jesús. Las sencillas paredes en blanco y negro cobran vida gracias a los cuadros únicos de colores brillantes y las ilustraciones de superhéroes pintadas a mano con delicadeza. La estancia está llena de complicadas piezas de cerámica hechas a mano de todas las formas y tamaños, joyas llamativas y exclusivas y ropa de comercio justo.
ESTANTES LLENOS DE LIBROS se alinean hasta la pared del fondo de la tienda, pero no se puede encontrar ni una sola mesa con best sellers ni una de novedades por ninguna parte. En vez de estos libros, te encuentras una torre recién apilada del actual libro favorito de Jesús: No habrá más sol tras la lluvia, una novela escrita por Miguel Cisneros Perales, estudiante a la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
LOS CLIENTES VAGAN DENTRO Y FUERA de la tienda, moviendo la cabeza al ritmo de la música animada que reverbera a través de las paredes, boquiabiertos ante las baratijas hechas a mano y parándose a admirar una estantería que va del suelo al techo y tiene sólo libros con tapas rojas. Inmerso en un mundo de arte y literatura, es fácil olvidarse de que se está muy cerca de una de las zonas más comerciales de Sevilla.
HAN PASADO CASI CUATRO AÑOS desde que Jesús y su pareja, Raquel Eidem, abrieran Un Gato En Bicicleta, un nombre que no tiene más sentido que la esperanza de ser recordado. El sueño de abrir una tienda tan versátil como “El Gato”, como se la conoce coloquialmente, era algo en lo que ambos habían pensado durante años. Antes de terminar su carrera de Publicidad en la Universidad de Sevilla, Jesús empezó a trabajar en comunicaciones y publicidad, mientras Raquel continuaba trabajando de diseñadora gráfica para el ayuntamiento de Morón de la Frontera, además de enseñar expresión artística y visual en un instituto de dicho pueblo que, situado a una hora al norte de Sevilla, también es la ciudad natal de Jesús. Raquel explica que no tardaron mucho en darse cuenta de lo mucho más felices que eran con el cambio de vida que habían hecho: “Pasé 15 años en una oficina, con un ordenador y todo, pero una vez que Jesús y yo empezamos con ‘El Gato’, comparé los dos trabajos y me di cuenta de que esto es muchísimo mejor. Hacer lo que te encanta merece la pena”, dice Raquel mientras muestra el arte inacabado de sus estudiantes en el pequeño taller de cerámica que tiene encima de la tienda. Todo empezó con la búsqueda de algo diferente en Sevilla y, cuando descubrieron que en la mayoría de las librerías no había literatura sobre arte y diseño, decidieron abrir la suya propia.
CUANDO JESÚS Y RAQUEL se estaban aclimatando a su nueva vida en la calle Regina, la calle todavía estaba a medio reconstruir. La gente tenía pocos motivos para desviarse y visitar la calle; la mayoría de las tiendas estaban cerradas y el Metropol Parasol, ahora una de las mayores atracciones para turistas de Sevilla, estaba en la última etapa de su construcción.
HOY, lo que a la calle Regina le falta en tamaño y reconocimiento lo compensa con su sentido de comunidad. Vecinos echando un ojo a las tiendas de los demás mientras los otros corren calle abajo a comprar la merienda, música y risas llenando las calles por la noche durante conciertos y celebraciones. Para Jesús, la calle Regina es su pequeña burbuja dentro de Sevilla; un lugar donde tenderos y clientes habituales comparten el mismo punto de vista y dedicación a sus carreras: “Si sales de aquí, de la calle Regina—y yo casi nunca salgo de aquí—ves que existe otro tipo de gente. Esto es un gueto, una comunidad muy pequeñita, y todo el mundo que viene piensa lo mismo y tiene el mismo punto de vista. Para mí, esa es la gran diferencia entre la calle Regina y el resto de Sevilla”, dice Jesús.
OTRA CARACTERÍSTICA ÚNICA de “El Gato” es que tiene muchas vidas. Mientras otras tiendas cierran temprano por la noche los fines de semana, sus luces continúan brillando y su puerta permanece abierta. Si miras dentro de la librería, no verás muchas personas deambulando por el primer piso, pero oirás voces y música saliendo de la tienda. Justo delante de la entrada principal, hay una escalera pequeña de color azul claro que, a primera vista, parece que lleve a un pequeño almacén. Pero cuando miras hacia el techo y ves las bicicletas y neumáticos colgando de un hilo, un nuevo mundo se descubre de pronto ante ti.
EN LO ALTO DE LAS ESCALERAS, que crujen al pisarlas, hay tres puertas diferentes que dan a tres habitaciones diferentes. La primera es el estudio de Pepa Barrera, que imparte un taller sobre decoración vintage. Hacia la derecha, hay un cuarto completamente abierto con paredes negras, luz suave y una fila de sillas dispuestas a un lado. Es un cuarto oculto donde las historias, poemas y obras pueden cobrar vida durante las sesiones a las que llaman “Teatro Mínimo”, donde el requisito es que cada obra dure 15 minutos o menos. Por último, está el estudio de Raquel, donde da clases individuales de alfarería. Es un cuarto donde no caben más de 10 personas, pero tiene todo lo necesario para dedicarse a sus pasiones: dos tornos de alfarería, gruesas losas de barro esperando a ser moldeadas, una ventana que da a la calle Regina y una cama pequeña en el suelo donde su perro puede descansar y observarla mientras ella crea su arte.
RIENDO Y CON UN PUNTO DE IRONÍA en su voz, Jesús dice que, si vas al centro y preguntas a la gente si ha estado en la calle Regina o en Un Gato En Bicicleta, la mayoría dirá que nunca ha oído hablar de ellas. Un Gato En Bicicleta ha sido mencionada en el artículo “36 Hours in Seville” (“36 horas en Sevilla”) de The New York Times, así como en el artículo “Seville city guide: a Day in the Alameda and the Macarena” (“Guía de Sevilla: Un día en la Alameda y la Macarena”) del periódico británico The Guardian y, sin embargo, a pesar de esta publicidad y de estar ubicada en una zona tan cercana a una de las atracciones principales, tanto turistas como residentes la pasan por alto. No es que a Jesús le importe:
“¿Somos invisibles? Sí, ¡mucho! Si vas a preguntar al ayuntamiento de Sevilla, no sabrán quiénes somos. Por suerte, somos visibles para un público concreto: gente joven que vive fuera del centro o gente joven que se viene a vivir a Sevilla. Ése es nuestro público”.
SIN EMBARGO, los que sí conocen este centro de cultura no siempre conocen la historia que tiene detrás: “Pasaba por Un Gato En Bicicleta de camino a mi trabajo y, durante meses, nunca entré. Un día, decidí echar un vistazo y quedé gratamente sorprendido con la selección de libros e increíbles obras de arte. Fue a la quinta o sexta visita cuando me di cuenta de que tiene más enjundia de lo que parece”, dice Julio Fernández, un residente de la calle Feria que estudió Arquitectura y Diseño muchos años antes de la crisis.
DISEÑADOR GRÁFICO Y AMIGO, Alberto Carnero, entra a la tienda para ponerse al día y, en un abrir y cerrar de ojos, Jesús ocupa su lugar habitual a la entrada de la tienda. Apoyado en su motocicleta con su amigo, fumando un cigarrillo y mirando pasar a los vecinos, Jesús continua su día mientras “El Gato” continua viviendo sus muchas vidas.